Período Sengoku

18 días restantes

Invertir en la enseñanza de la Historia

Al apoyar a nuestra fundación benéfica World History Foundation, está invirtiendo en el futuro de la enseñanza de la historia. Tu donación nos ayuda a dotar a la próxima generación de los conocimientos y habilidades que necesitan para comprender el mundo que les rodea. Ayúdanos a empezar el nuevo año dispuestos a publicar más información histórica fiable y gratuita para todos.
$709 / $10000

Definición

Mark Cartwright
por , traducido por Sergio Vigil Muñoz
Publicado el 28 junio 2019
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, indonesio, italiano
Escucha este artículo
X
Imprimir artículo
Samurai Armour, Sengoku Period (by Vassil, Public Domain)
Armadura de samurái, periodo Sengoku
Vassil (Public Domain)

El período Sengoku (Sengoku Jidai, 1467-1568), también conocido como el “período de los Estados en guerra”, fue una época violenta y turbulenta de la historia japonesa en la que señores feudales, también llamados daimio (daimyo), luchaban enconadamente por el dominio de Japón. Esta época se encuadra en el período Muromachi (Muromachi Jidai, 1333-1573) de la historia medieval japonesa, cuando la capital del shogunato Ashikaga se encontraba en el distrito de Muromachi, en Heian-kyo (Kioto). Los orígenes del periodo Sengoku se remontan a la guerra de Onin (1467-1477), que destruyó Heian-kyo. Los enfrentamientos que se produjeron a lo largo del próximo siglo acabarían reduciendo el número de daimios a solamente unos cientos mientras Japón se dividía en numerosos señoríos. Al final, uno de estos señores de la guerra se alzaría por encima de todos sus enemigos y sentó las bases para la unificación de Japón a partir de 1568: Oda Nobunaga.

Los daimios y el shogunato Ashikaga

El shogunato Ashikaga (1338-1573) controlaba las regiones centrales de Japón. La burocracia en la capital era relativamente eficaz, pero las provincias periféricas estaban en un estado de semiindependencia al estar a cargo de los daimios locales, quienes gobernaban sus tierras como a ellos les placía. Los funcionarios locales y administradores de tierras como los jito encontraban muchas más dificultades a la hora de recaudar los impuestos que estos terratenientes, sin temer represalias del gobierno, debían al Estado. Los daimios (literalmente en japonés, “gran nombre”) eran señores feudales que lideraban a sus propios ejércitos de samuráis, a los que también se podía unir cualquiera que estuviera dispuesto a tomar las armas para defender y expandir los territorios de su nuevo señor.

Eliminar publicidad
Publicidad

Algunos daimios eran aristócratas nacidos en el seno de una familia pudiente, con numerosas tierras bajo su control desde generaciones; otros eran gobernadores militares (shugo) que se independizaron del debilitado shogunato; también estaban los hijos de comerciantes que habían conseguido reunir un pequeño ejército para tomar por la fuerza los territorios de los demás. El fenómeno de nuevos gobernantes que subvertían el orden establecido y de ramas familiares que ocupaban los dominios de los grandes clanes tradicionales se conocía como gekokujo: “los de abajo derrocan a los de arriba”. La repercusión de toda esta inestabilidad consistía en que Japón se había convertido en un entramado de señoríos feudales, orientados hacia sus castillos y haciendas fortificadas.

Ante la ausencia de un fuerte gobierno centralizado (una situación que empeoró aún más cuando el shogun Yoshimasa, que reinó desde 1449 hasta 1473, decidió retirarse a su palacio de Ginkakuji para contemplar las artes), el imperio de la ley se solía reemplazar por el imperio de la fuerza. Los caudillos de mayor poderío absorbían las tierras de sus rivales más débiles y pasaron a llamarse sengoku daimio. Los señores de la guerra legaban dicha posición de poder a su heredero varón, lo cual hizo que el cargo de daimio fuese hereditario; a no ser que comandantes ambiciosos bajo el servicio del mismo lo pusieran en jaque. La riqueza de los daimios provenía del comercio y de los impuestos que los campesinos que trabajaban en sus tierras debían pagar. Aunque a menudo los daimios ignoraban las leyes y actuaban con gran independencia, sí que es cierto que hubo muchos que elaboraron códigos legales para administrar mejor a las miles de personas que a veces tenían a su cargo. Dichas leyes versaban sobre muchos asuntos distintos: desde aquellas que prohibían la construcción de castillos y fortificaciones en su territorio, hasta medidas que evitaban el desperdicio de dinero en actores de teatro traídos desde fuera a las tierras del daimio.

Eliminar publicidad
Publicidad

La guerra de Onin

No hubo vencedores en la guerra de Onin, ni tampoco una solución al intrínseco militarismo que fragmentaría Japón durante el siguiente siglo.

El Sengoku Jidai comenzó con la guerra de Onin (Onin no Ran, 1467-1477). Esta guerra civil, cuyo nombre proviene de la denominación de la época en la que ocurrió, estalló debido a la aciaga enemistad entre la familia Hosokawa y la familia Yamana. Sin embargo, a finales de la década, el enfrentamiento había acabado por involucrar a los clanes más influyentes de Japón. El conflicto se basó en el apoyo de cada bando a su respectivo candidato para el cargo de shogún; se trataba de un asunto particularmente inútil ya que, los shogunes, al igual que los emperadores, ya no tenían ningún poder real. Los historiadores ven la guerra, más bien, como el resultado de unos caudillos feudales excesivamente agresivos que estaban demasiado entusiasmados con utilizar a sus samuráis, independientemente de con qué intenciones. Incluso tras el fin de la guerra en 1477, no hubo vencedores, ni tampoco una solución al intrínseco militarismo que fragmentaría Japón durante el siguiente siglo, mientras los señores de la guerra luchaban entre sí sin que ninguno de ellos obtuviera la supremacía sobre los demás. Asimismo, los combates fueron extremadamente brutales y destruyeron gran parte de Heian-kyo; el historiador J. L. Huffman así lo resume:

La mayoría de los principales clanes samuráis participaron en lo que sólo se puede describir como una orgía de violencia, templos convertidos en cenizas humeantes, el saqueo de negocios, la matanza de rehenes, la profanación de los muertos. Al final de la guerra en 1477, las contiendas se habían trasladado al campo porque Kioto estaba en ruinas y todos los vestigios del control central se habían borrado del mapa. “En leguas a la redonda”, decía el cronista principal del conflicto, “los pájaros son la única señal de vida” (44-45)

Muromachi Samurai
Samurái Muromachi
Unknown Artist (Public Domain)

Un poema anónimo, compuesto en el año 1500, reproduce el sentir general de la época: el camino que recorría Japón hacia su propia destrucción.

Eliminar publicidad
Publicidad

Un pájaro con un cuerpo,

con dos picos,

picoteándose hasta morir.

(Henshall, 243)

Los actos de traición y vileza eran tan comunes como en cualquier otra guerra, pero se desarrolló un aura legendaria y mistificada relacionada con el periodo Sengoku.

La guerra de Onin reveló quiénes eran los fuertes y los débiles entre los daimios; el primer grupo se redujo mucho en número, y en el año 1600 solo había aproximadamente 250 de ellos en todo Japón. Una consecuencia de esta consolidación de recursos fue que los guerreros de los ejércitos de campaña no se contaban en cientos, sino en miles de ellos. La composición de dichos ejércitos se hizo más compleja con la creación de tropas especializadas, como la infantería ligera, los ashigaru. Había unidades de caballería y hombres cuya función era entregar y transportar suministros y equipamiento. Las batallas se tenían que luchar a distancias más lejanas del castillo del daimio, así que se favoreció las armas más ligeras para facilitar el movimiento de las tropas. Algunos daimios adoptaron las alabardas, las picas y, en la segunda mitad de este período, los arcabuces.

Los actos de traición y vileza eran tan comunes como en cualquier otra guerra, pero en esta se desarrolló un aura legendaria y mistificada, especialmente cuando involucraba a guerreros samurái o a sus daimios; tanto un grupo como otro estaban deseosos de proyectar una imagen pública que los glorificase e intimidase a sus enemigos. Los samuráis, ataviados con su armadura pesada, armados con arco y espada, se veían en la literatura de este período como guerreros disciplinados, habilidosos, leales y honorables, al igual que el caballero medieval europeo en los libros de caballerías.

Samurai on Horseback
Samurái a caballo
Unknown Artist (Public Domain)

Los castillos


Debido a la amenaza constante de guerra y saqueo en estos tiempos, se construyeron castillos con mucha más frecuencia que antes en pueblos, pasos de montaña, a lo largo de caminos estratégicos y en tierras más amplias. Los que se encontraban en territorios de mayor tamaño solían ser mansiones fortificadas, conocidas como yashiki; Ichijodani, asentamiento del clan Asakura, y el castillo de Tsutsujigasaki con su foso, del clan Takeda, son ejemplos excelentes de esta tendencia en la construcción. Se llegaron a desarrollar poblaciones enteras alrededor de algunos castillos (los jokomachi), como fue el caso de Omi-Hachiman, cerca del lago Biwa. Aunque todavía no eran las grandiosas estructuras de piedra con varios pisos del siglo XVII, los castillos de este periodo seguían siendo edificios sofisticados con funciones defensivas, a pesar del uso predominante de la madera. Estas superestructuras de este material, construidas en grandes bases de piedra, contaban con muros, torres y portones que disponían de saeteras para los arqueros, además de otras ventanas de las que colgaban grandes rocas para aplastar a cualquier enemigo que se aproximase.

Eliminar publicidad
Publicidad

El gobierno local

Los pueblos crecieron en número y tamaño a medida que los campesinos buscaban seguridad agrupándose y trabajaban juntos para producir más y beneficiarse de proyectos comunales como la excavación de canales de regadío y la construcción de molinos de agua. Ante la ausencia de autoridad por parte del gobierno central, hubo muchos pueblos que se gobernaban así mismos. Se establecieron pequeñas asambleas (so), que tomaban decisiones en materia de leyes, castigos y demás regulaciones dentro de la comunidad, además de organizar festivales comunales. Algunos de ellos se unieron y formaron ligas o ikki, cuyo objetivo era el beneficio mutuo; algunos de ellos llegaron incluso a desafiar y derrotar en el campo de batalla a los daimios regionales. Otros se aprovecharon de la ausencia de su propio señor para mejorar las condiciones de vida de los campesinos. También se produjeron varias revueltas campesinas, especialmente en la provincia de Yamashiro, entre 1485 y 1493.

Map of Japan in the 16th Century CE
Mapa de Japón en el siglo XVI
Zakuragi (CC BY-NC-SA)

El tamaño de las aldeas y las ciudades aumentó, y muchas de ellas llegaron a tener una población que excedía los 30.000 habitantes gracias a un enorme impulso del comercio internacional (los daimios estaban interesados en la posesión de bienes de lujo extranjeros, como porcelana china, para demostrar su estatus), mercados semanales y el desarrollo de gremios de comercio. Para facilitar la actividad comercial, se estandarizaron medidas, pesos y monedas en muchos señoríos. Mientras tanto, la fortuna de los numerosos templos budistas esparcidos por todo Japón se hundió ya que, al no estar ya directamente amparados por el Estado, no podían recaudar impuestos de las comunidades locales con tanta facilidad. Dicha situación empeoraría cuando estos templos empezasen a sufrir ataques directos durante el mandato de un señor de la guerra que, con el tiempo, impondría su dominio: Oda Nobunaga

Oda Nobunaga

Oda Nobunaga (1534-1582) fue no sólo el que consiguió lograr cierta estabilidad en las regiones centrales de Japón, sino también el que desmoronó el shogunato Ashikaga. Oda Nobunaga había expandido su territorio paulatinamente entre 1550 y 60 desde su cuartel general en el castillo de Nagoya, derrotando a todos sus enemigos gracias a sus talentos marciales y la novedosa introducción de armas de fuego entre sus filas. El período de los Estados en guerra llegó a su fin con la toma de Heian-kyo por Nobunaga en 1568, tras lo cual el daimio exilió al último shogun del clan Ashikaga, Ashikaga Yoshiaki, en 1573. La unificación del país se finalizaría con los sucesores inmediatos de Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi (1537-1598) y Tokugawa Ieyasu (1543-1616). Este siguiente periodo de la historia japonesa se conocería como el período Azuchi-Momoyama (1568/73-1600).

Eliminar publicidad
Publicidad

This content was made possible with generous support from the Great Britain Sasakawa Foundation.

Eliminar publicidad
Publicidad

Sobre el traductor

Sergio Vigil Muñoz
Estudiante en la Universidad de Oviedo por Lenguas Modernas, apasionado de los idiomas y la Historia e iniciándose en el mundo de la traducción. Su gato, Maviş, es su secretario personal.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2019, junio 28). Período Sengoku [Sengoku Period]. (S. V. Muñoz, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18360/periodo-sengoku/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Período Sengoku." Traducido por Sergio Vigil Muñoz. World History Encyclopedia. Última modificación junio 28, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18360/periodo-sengoku/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Período Sengoku." Traducido por Sergio Vigil Muñoz. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 28 jun 2019. Web. 13 dic 2024.

Afiliación