Agni es el dios hindú del fuego. Se lo considera amigo y protector de la humanidad, en particular, protege el hogar o la familia. Varias formas de fuego están asociadas con Agni, entre ellas el sol, los relámpagos, los cometas, el fuego del sacrificio, los fuegos domésticos, el fuego de la pira funeraria y el fuego digestivo que está dentro de todos los humanos. Agni fue especialmente importante en el período védico (1500-500 a. C.), y los Vedas contienen más himnos para él que para cualquier otra deidad. Todavía hoy se lo considera omnipresente, aunque no se lo adora directamente. Agni conoce los pensamientos de todas las personas y es testigo de todas las acciones importantes, de ahí el uso del fuego en muchas ceremonias hindúes importantes, como los matrimonios. También se lo conoce en textos sagrados como el Mahabharata como el “devorador de la oblación” y el “purificador”. Con el pelo llameante y montando una cabra, es fácil identificarlo en el arte hindú.
La esposa de Agni es la hija del rey Nila, quien impresionó al dios del fuego al ser la única mujer en el reino que logró encender una llama en el palacio real. En algunos mitos, Karttikeya (Skanda), el dios hindú de la guerra, es el hijo de Agni y el resultado de la conquista de Agni de las Pléyades fueron las esposas de los Siete Sabios.
Agni y los varios fuegos
Agni es el hijo de las Aguas Celestiales, y ese elemento está estrechamente relacionado con el fuego, porque se cree que es llevado a la tierra en medio de la lluvia. De allí el fuego es arrastrado por la vegetación y así cuando se frotan dos palos, aparece el fuego. Agni también es responsable del rayo que nace de la unión de dios con la diosa nube. Otro fuego con el que está asociado Agni es la pira funeraria; en este rol, conduce a los muertos a su juicio final sentenciado por Yama, gobernante del Inframundo o lugar de los muertos.
Agni está quizás más estrechamente asociado con los fuegos del sacrificio, donde se cree que lleva las ofrendas de los humanos a los dioses. Según varios mitos, Agni al principio tuvo miedo de asumir esta obligación ya que sus tres hermanos ya habían sido asesinados mientras realizaban la tarea. En consecuencia, Agni se escondió en las aguas subterráneas, pero desafortunadamente, los peces revelaron su escondite a los dioses. Como resultado, Agni los maldijo para que los peces se convirtieran en presa fácil para los hombres. En otra versión, son las ranas, luego los elefantes y luego los loros los que revelan los intentos de Agni de esconderse y el dios los castigó a todos distorsionando su forma de hablar para siempre. El último escondite de Agni en esta versión estaba dentro de un árbol sami, por lo que se considera la morada sagrada del fuego en los rituales hindúes y sus palos se utilizan para hacer fuegos. A regañadientes, asumiendo nuevamente su deber, Agni negoció a modo de compensación para recibir siempre una parte del sacrificio que llevaría a los dioses y le fue otorgada la bendición de la vida eterna.
Agni aparece en todas las formas de fuego e incluso en aquellas cosas que arden bien o tienen cierto brillo. En el Brhaddevata se nos dice que en un momento Agni es desmembrado y distribuido entre las cosas terrenales. La carne y la grasa del dios se vuelven resina de guggulu, sus huesos el árbol de pino, su semen se convierte oro y plata, su sangre y bilis se transforman en minerales, sus uñas son transformadas en tortugas, las entrañas en la planta avaka, su médula ósea es transformada en arena y grava, sus tendones se convierten en hierba tejana, su cabello en hierba kusa y el vello de su cuerpo se convierte en hierba kusa que se utilizaba en los rituales de sacrificio.
Con el pasar del tiempo, la importancia de Agni como dios disminuye, un hecho explicado en el Mahabharata, debido a su excesiva indulgencia en consumir demasiadas ofrendas. En el Visnu Purana se lo describe como el hijo mayor de Brahma, y Svaha es su esposa. Juntos tuvieron tres hijos: Pavaka, Pavamana y Suchi, quienes a su vez tuvieron 45 hijos. Contando a sus padres y abuela, suman 49, el número de fuegos sagrados en el Vayu Purana.
Agni, según un himno de Rigveda atribuido al sabio Vasistha, también tiene un lado más oscuro. De naturaleza similar a los demonios “devoradores de carne”, el raksasa, quien tiene dos colmillos de hierro afilados y malvados que devora a sus víctimas sin piedad. Sin embargo, cuando es llamado por los dioses, Agni destruye al raksasa con sus lanzas llameantes. Este episodio, cuando Agni se convierte en un sirviente de los dioses, ilustra su caída del pináculo del panteón.
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Agni en el arte hindú
En el arte, Agni a menudo es representado con piel negra, dos cabezas, cuatro brazos y montando una cabra (el animal más comúnmente sacrificado) o un carro tirado por caballos rojos que tiene siete ruedas, que representan los siete vientos. Sus dos cabezas que arrojan llamas son un símbolo de su asociación con dos tipos de fuego: el hogar doméstico y el fuego de sacrificio. Puede tener siete lenguas que se utilizan para lamer la mantequilla ghee que se ofrece como ofrenda.
Por lo general, lleva un abanico (que usa para encender el fuego), un cucharón de sacrificio, un hacha y una antorcha encendida o jabalina. Agni también puede representarse como el pájaro Garuda que lleva la semilla de la vida, el pájaro de fuego que lleva la ambrosía a los dioses y el comerciante con cabeza de cabra que representa el sacrificio hecho a los dioses. En el arte hindú posterior, Agni también se representa como uno de los Dikpalas, que eran los ocho guardianes de las direcciones del espacio. Agni protege el cuarto sector sureste, Purajyotisa.