La nana mágica del antiguo Egipto

Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Maria Barquin
Publicado el 31 octubre 2016
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Disponible en otros idiomas: inglés

La nana mágica (conocida popularmente como Hechizo para la protección de un niño) es una inscripción que data del siglo XVI o XVII a.C. El poema es un ejemplo de las prácticas personales religiosas y espirituales del antiguo Egipto, ya que se trata de un conjuro que se cantaba a los niños que dormían para ahuyentar los fantasmas.

La magia (conocida como heka por los egipcios debido al dios del mismo nombre) era un aspecto común de la vida diaria y de las prácticas religiosas y médicas del antiguo Egipto. La nana mágica es un ejemplo del tipo de conjuros que la gente usaba para protegerse a diario. Según la historiadora Margaret Bunson:

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En la práctica de heka siempre estaban implicados tres elementos básicos: el conjuro, el ritual y el mago. Los conjuros eran tradicionales, pero también cambiaban con los tiempos y contenían palabras que se veían como armas poderosas en las manos de los eruditos. (154)

Sin embargo, la mayoría de las personas no eran “magos” y ni siquiera sabían leer, por lo que ciertos hechizos se memorizaban al escucharlos y pasaban de generación en generación. La nana mágica parece ser uno de tales conjuros que las personas comunes podían cantar con regularidad para protegerse sin tener que consultar a un sacerdote, vidente o doctor.

Heka
Heka
Zeinab Mohamed (CC BY-NC-SA)

La magia en el antiguo Egipto

La magia era una parte integral de las vidas de los antiguos egipcios. De hecho, la magia creó el mundo y lo mantenía. En los Textos de los sarcófagos (escritos en torno a 2134-2040 a.C.) el dios Heka afirma que él existía antes que los dioses. Él era el dios de la magia y la propia magia, la energía creadora que permitió el acto creativo. Heka siempre había existido, existiría siempre y fundamentaba cada aspecto de las vidas de los egipcios. Lo que alguien consideraría “fuerzas sobrenaturales” hoy en día, para ellos era totalmente natural.

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Los dioses y las diosas realizaban apariciones habituales y esperadas a diario, había que protegerse de los espíritus malignos y de los fallecidos enfadados, e incluso los aspectos de la vida más habituales, como por ejemplo los árboles, los arroyos, las rocas y las colinas, estaban impregnados de un elemento espiritual. La salida y la puesta de sol eran acontecimientos en los que los antiguos egipcios creían jugar un papel importante ya que llevaban a cabo ceremonias para evitar que la serpiente Apofis destruyera el barco del dios sol Ra y sumiera al universo en el caos. Bunson señala como, “la magia era la fuerza vinculante entre la tierra y otros mundos, el nexo entre los mortales y lo divino” (154). Los hechizos y los rituales se usaban rutinariamente para las situaciones más serias o mundanas que se encontraran. El egiptólogo James Henry Breasted comenta lo siguiente:

La creencia en la magia penetraba la sustancia total de la vida (de los antiguos egipcios), dominando las costumbres populares, y apareciendo constantemente en los actos más simples de la rutina familiar diaria, en asuntos tan ordinarios como dormir o preparar la comida. (200)

Habitualmente se llamaba a un sacerdote, a un mago, a un médico o a un vidente que hubiera adquirido una cierta cantidad de poder y conocimiento cuando había casos de enfermedad, para interpretar sueños, para mediar una disputa entre un vivo y un espíritu enfadado, o como mediador entre los seres humanos y los dioses. La magia era evidente en todas las historias que concernían a los dioses, y debido a que a los seres humanos se les consideraba compañeros de trabajo de las deidades, tenía sentido que el elemento mágico estuviera disponible para las personas como lo estaba para los dioses. La egiptóloga Rosalie David escribe:

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Se creía que la sociedad se constituía de cuatro grupos: los dioses, el rey, los difuntos bendecidos y la humanidad, los cuales compartían ciertas obligaciones morales y el deber de interactuar para mantener el orden mundial. (271)

Naturalmente parte del mantenimiento del mundo era la salud y el bienestar de cada cual. Aunque los dioses estaban siempre vigilantes y estaba claro que sus responsabilidades eran grandes, los humanos debían hacer su parte para ayudar a protegerse prestándoles atención y a sus necesidades con regularidad; por lo tanto, se empleaban habitualmente hechizos mágicos, amuletos, estatuas del hogar y encantamientos para ahuyentar a los espíritus malignos o a los fantasmas y mantener el hogar a salvo. El egiptólogo W.M. Flinders Petrie escribe:

Especialmente los niños llevaban figuras de Bes y de Taweret, el genio protector de la infancia, menos comúnmente…Los amuletos del hogar en los días de la prehistoria eran piedras de la gran serpiente con figuras de la serpiente enroscada…en tiempos posteriores la imagen de Horus sometiendo los poderes del mal parece haber sido la figura protectora de la casa. (23)

Aunque Bes, Taweret, Horus y muchas otras deidades ofrecían protección, todos los dioses y diosas tenían su propia esfera de pericia. Cuando alguien deseaba ayuda en el amor convocaba a Hathor, para la sabiduría consultaba a Neith, Thot asistiría en la escritura, Ptah dispensaría justicia y de esta manera, había un dios que se especializaba en la protección a través de la sanación.

Los doctores como magos

Heka no era solo el dios de la magia, sino también el de la medicina. Se representa como un hombre que lleva un bastón y un cuchillo y a los antiguos doctores egipcios se les llamaba los sacerdotes de Heka. Como en otros aspectos de la vida, la magia era una parte integral de la práctica médica, y así Heka se convirtió en una deidad importante para los doctores. Se decía que había matado dos serpientes y que las entrelazó en un bastón como símbolo de su poder; este símbolo de las artes médicas pasó a los griegos y continuó hasta nuestros días. El símbolo de Heka de forma modificada, ahora conocido como el caduceo, se ve habitualmente en las consultas del doctor como el símbolo de Hipócrates, padre de la medicina.

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Caduceus
El caduceo
The Trustees of the British Museum (Copyright)

Un papiro que data del reinado de Amenhotep I (aproximadamente 1541-1520 a.C.), conocido ahora como el papiro Ebers, está entre los textos médicos más antiguos del mundo. Enumera alrededor de 700 diagnósticos y recetas con capítulos sobre dolencias de la piel, fracturas, quemaduras, problemas digestivos, así como condiciones más serias como el cáncer y enfermedades cardíacas. Esta obra demuestra un nivel alto de conocimiento y habilidad médica, y junto a otro, el llamado papiro médico londinense (aproximadamente 1629 a.C.), muestra también como la magia y la medicina se consideraban el mismo arte. Otro texto médico, el papiro Edwin Smith (aproximadamente 1600 a.C.), aunque sobre todo muestra consejos médicos prácticos, contiene también hechizos para sanar.

The London Medical Papyrus
El Papiro Médico de Londres
The Trustees of the British Museum (Copyright)

Sin embargo, los médicos podían ser caros o simplemente no estaban disponibles y los dioses, como se señaló, estaban muy ocupados, así que las gentes comunes de Egipto se convirtieron en sus propios magos y doctores cuando era necesario. La egiptóloga Joyce Tyldesley escribe:

Los niveles altos de mortalidad infantil significaban que las enfermedades infantiles eran siempre épocas de preocupación para la madre. Muy pocos padres se podían permitir llevar a sus hijos enfermos a consultar doctores, por lo tanto, no era sorprendente que las madres se volvieran de nuevo a la sabiduría popular y a la magia para proteger a sus queridos niños, poniendo su confianza en una variedad de encantamientos, amuletos y hechizos. (79)

Las enfermedades en el antiguo Egipto, sin importar la edad, se atribuían a los dioses (que castigaban a la persona por sus pecados o le enseñaban una lección), a los difuntos (que estaban molestos por algo mal hecho o por ritos funerarios impropios), o a los espíritus malvados cuyas víctimas eran insospechadas, especialmente los niños inocentes. La nana mágica se interpreta generalmente para dirigirse a fantasmas más que sólo a espíritus malvados, según se entiende por la referencia que se hace a ellos en las líneas que aparecen disfrazadas (“aquél que se entretiene en el sigilo, su nariz detrás de él…que se entretiene en el sigilo, su nariz detrás de ella…”). Sin embargo, esta interpretación se ha cuestionado y estos versos también se interpretan para emplearlas con los espíritus malignos en general, no sólo con fantasmas desencarnados de aquellos que una vez fueron mortales.

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El texto

El poema es un verso corto que habla directamente a los espíritus que pretenden hacer daño al niño y les avisa de las armas que el orador posee para la defensa. Los propios versos, el hechizo, serían el “arma” que espantaría al fantasma lejos del niño, pero también la variedad de comidas y especias que se mencionan eran defensas potentes. Bunson comenta sobre la obra:

La nana mágica es una canción encantadora del antiguo Egipto que las madres cantaban suavemente junto a las camas de sus hijos. El propósito de esta nana era el de avisar a los malos espíritus y a los fantasmas de que no se quedaran o planearan hacer daño. La madre cantaba sobre los objetos que tenía para dañar a los espíritus de los difuntos. Llevaba lechuga para “pinchar” a los fantasmas, ajo para “hacerles daño”, y miel que se consideraba “veneno para los difuntos”. (154)

La siguiente traducción proviene de El desarrollo de la religión y el pensamiento en el antiguo Egipto por James Henry Breasted. La “hierba efet” que se menciona se entiende que es lechuga:

Sal corriendo, tú que vienes en la oscuridad, que entras sigilosamente,

su nariz detrás de él, su cara girada hacia atrás, el que pierde lo que vino a buscar.

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Sal corriendo, tú que vienes en la oscuridad, que entras sigilosamente,

Su nariz detrás de ella, su cara girada hacia atrás, la que pierde lo que vino a buscar.

¿Vienes tú a besar a este niño? No te permitiré besarlo.

¿Vienes tú a calmarlo? No te permitiré calmarlo.

¿Vienes tú a dañarlo? No te permitiré dañarlo.

¿Vienes tú a llevártelo? No te permitiré que lo alejes de mí.

He hecho su protección contra ti con lechuga que produce dolor; con cebollas que te hacen daño; con miel que es dulce para los vivos y amarga para aquellos que están más allá (es decir, los muertos); con las partes malas del pez ebdu, con la mandíbula del mero; con el espinazo de la perca. (201)

Comentario

Se cree que las madres, las hermanas mayores y las nodrizas cantaban habitualmente la canción por todo Egipto. Aunque es obvio que finalmente se escribió, puede datar de antes de los siglos XVI-XVII a.C. y haberse transmitido oralmente, aunque esto es una especulación. A lo largo de la pieza el orador se dirige al espíritu que pudiera entrar en la casa invisiblemente y se creía que lo ahuyentaba.

SE CREE QUE POR TODO EGIPTO LAS MADRES, LAS HERMANAS MAYORES Y LAS NODRIZAS CANTABAN HABITUALMENTE LA NANA MÁGICA O LA LLEVABAN PLEGADA DENTRO DE UN AMULETO.

Según el erudito Andre Dollinger, el orador tendría que dirigirse tanto a los espíritus masculinos como a los femeninos en la primera línea porque “los hechizos mágicos son de alguna manera similares a los escritos legales: son efectivos solo contra aquellos a los que se aplican concretamente. Usando solamente la forma masculina en una maldición dejaría al niño expuesto a los ataques de demonios femeninos” (1).

Dollinger aclara los versos aún más; dice que “Vienes tú a besar al niño…Vienes tú a calmar este niño” se refiere a fantasmas que pueden parecer amables, incluso útiles, pero verdaderamente solo vienen a hacer daño al niño. Después de dejar claro que el espíritu no conseguirá lo que él o ella vino a buscar, el orador amenaza al fantasma con las armas que tiene a mano: lechuga, cebollas, miel y las vísceras de pescado.

Los alimentos que se mencionan les sugieren a algunos eruditos (Breasted entre los primeros) que se podía haber alimentado al niño con lechuga, cebollas y miel con algo de pescado como medida preventiva contra la posesión. La referencia a la miel como dulce para los vivos, pero amarga para los difuntos es uno de los versos que los eruditos señalan al interpretar la canción como defensa contra fantasmas, no espíritus malignos. Durante algunos periodos de la historia egipcia, la miel se consideraba amarga después de la muerte. La línea acerca del pescado se interpreta de la misma manera. Los egipcios, especialmente los de clases más bajas, comían pescado con frecuencia, pero desechaban los interiores (las “partes malignas”) por ser desagradables; se pensaba que los difuntos sentían lo mismo.

La conclusión de Breasted de que la canción, de hecho, relata una receta que el niño comía tiene sentido, pero también se ha sugerido que estos ingredientes podían haberse mezclado en una pasta para aplicarlos en las puertas y ventanas. Sin embargo, si se hacía esta pasta o no, habría dado lo mismo; quizá el simple hecho de cantar la canción era suficiente para ahuyentar a los fantasmas y mantener al niño a salvo. Tyldesley escribe:

Se sabía que estos hechizos eran tan efectivos que a menudo se escribían en un pequeño trozo de papiro empaquetado en un abalorio de madera tallado especialmente o en uno de oro y colocado cuidadosamente alrededor del cuello del niño para asegurarle la mayor protección. (80)

La popularidad de tales hechizos da testimonio de la creencia en su importancia y la relación vital que la gente tenía con el mundo invisible. Los antiguos egipcios creían en un universo vivo con posibilidades sobrenaturales. Desde las inscripciones en tumbas hasta las cartas, las estelas, la literatura y los ejemplos más obvios de encantamientos y hechizos, está claro que ellos veían el mundo repleto de fuerzas espirituales de un poder enorme.

Aunque existían figuras autoritarias, por ejemplo: sacerdotes y videntes que podían aconsejarles como navegar por este mundo, también entendían que debían hacerse responsables de sus propias vidas, de las vidas de la comunidad, y del mantenimiento del orden y el equilibrio del universo. La nana mágica, cantada a un niño por su cuidador o metida en un amuleto que se llevaba colgado, es una mirada íntima a esta gran visión de una de las civilizaciones más grandes del mundo antiguo.

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Sobre el traductor

Rosa Maria Barquin
Debido a mi gran interés por aprender humanidades, soy traductora voluntaria para WHE, lo que me da la oportunidad de profundizar en las olas del tiempo.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2016, octubre 31). La nana mágica del antiguo Egipto [The Magical Lullaby of Ancient Egypt]. (R. M. Barquin, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-965/la-nana-magica-del-antiguo-egipto/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "La nana mágica del antiguo Egipto." Traducido por Rosa Maria Barquin. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 31, 2016. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-965/la-nana-magica-del-antiguo-egipto/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "La nana mágica del antiguo Egipto." Traducido por Rosa Maria Barquin. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 31 oct 2016. Web. 27 abr 2024.

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