Muerte de Alejandro Magno

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Donald L. Wasson
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 05 febrero 2024
Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, francés, persa, turco
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El 10 de junio de 323 a.C. Alejandro Magno (que reinó de 336-323 a.C.) murió en Babilonia. Su muerte súbita antes de cumplir los 33 años ha sido desde entonces un tema de especulación: ¿fue por una enfermedad, por viejas heridas o fue un asesinato? Independientemente de la causa, la historia lo clasifica como uno de los comandantes militares más grandes de todos los tiempos y "sigue siendo el baremo por el que todos aquellos que adoptan la profesión miden todas las cosas" (Tsouras, xi).

Alexander the Great (Facial Reconstruction)
Alejando Magno (reconstrucción facial)
Arienne King (CC BY-NC-SA)

Éxito militar

El éxito de Alejandro se remonta a la previsión de su padre, Filipo II de Macedonia (r. 359-336 a.C.). Aparte de recibir una educación militar (era excelente con la espada, la jabalina y el arco), también se benefició de las enseñanzas de una serie de profesores dotados, incluido el filósofo ateniense Aristóteles (384-322 a.C.). Sin embargo, el ejército que condujo a través del Helesponto en 334 a.C. era muy diferente del que había heredado Filipo en 359 a.C. Filipo reinventó la infantería que muchos consideraban indisciplinada y carente de entrenamiento. Tras la muerte de Filipo en 336 a.C., el joven rey tuvo que demostrarles su valía tanto al pueblo griego como a los hombres bajo su mando.

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A MEDIDA QUE LOS MACEDONIOS EMPEZARON A VER CAMBIOS EN LA CORTE DE ALEJANDRO, EMPEZÓ A SURGIR UNA SENSACIÓN DE DESCONTENTO.

Con apenas 21 años y con el respaldo del oráculo de Delfos, condujo a su ejército macedonio hacia Asia. Derrotaría a los persas en la batalla de Gránico (334 a.C.), la batalla de Issos (333 a.C.) y la batalla de Gaugamela (331 a.C.). Aparte de sus victorias sobre el Imperio persa aqueménida, Alejandro también derrotó al rey indio Poro en la batalla del Hidaspes (326 a.C.), con lo que estableció un imperio que se expandía desde Grecia y Asia Menor, por toda Mesopotamia, hasta India y Egipto. En 324 a.C. por fin regresó a Susa, desde donde inició planes para una futura expedición a Arabia que nunca llegaría a cumplir.

Cambios en el gobierno

Alejandro empezó a plantearse cómo gobernar su vasto imperio. Entre las propuestas a largo plazo constaba integrar las culturas griega y persa, cosa que sus leales macedonios no vieron con buenos ojos. Una transformación importante tuvo lugar en la corte del rey, donde su comportamiento y su actitud habían cambiado visiblemente. Anthony Everitt, en su Alejandro Magno, escribió que Alejandro quería unificar las prácticas de la corte para garantizar que macedonios y persas sentían que tenían una presencia equivalente. En el terreno personal empezó a adoptar costumbres persas, tales como vestir con la túnica persa tradicional blanca y púrpura y llevar una diadema. Se sentaba en un trono dorado elevado, rodeado de sus guardias. Empezó a exigir que la gente se postrara ante él (proskinesis). Mientras que los persas accedieron a la práctica, porque era su costumbre, los griegos se negaron. Para ellos, Alejandro era mortal; no era un dios. A Calístenes, historiador de la corte, le costó la vida.

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Cities Named Alexandria by Alexander the Great
Ciudades llamadas Alejandría en honor a Alejandro Magno
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)

A medida que los demás macedonios empezaron a ver cambios en la corte de Alejandro, empezó a surgir una sensación de descontento. Incluso hubo rumores de un motín o una conspiración para asesinarlo. El descontento se vio impulsado nuevamente cuando Alejandro propuso casar a sus oficiales (a 91 de ellos) con esposas persas. Algo que agravó aún más este insulto fue que las ceremonias fueron persas, no macedonias. Aparte de su esposa Roxanne, el rey mismo tomó dos esposas persas: una de ellas la hija de Darío III (que reinó de 336-330 a.C.). Según Everitt, esto fue un ejemplo más de cómo el "imperio solo se podía gobernar con la cooperación persa" (353). La insatisfacción no tardó en estallar.

En Opis, a orillas del Tigris, Alejandro supervisó la eliminación de las presas construidas por los persas. Aprovechó la oportunidad para dirigirse a las tropas y anunciar que iba a enviar a casa a los viejos y los incapacitados; los hombres primero guardaron silencio, y después se indignaron. Para ellos esto no era más que otra indicación de que los iban a sustituir. Todos eran conscientes del influjo de "bárbaros" persas en el ejército y sabían que llegarían más aún. 30.000 jóvenes persas estaban aprendiendo griego y entrenándose en las técnicas de lucha macedonias. No dispuestos a escuchar el discurso del rey, los hombres se quejaron. Alejandro saltó de su plataforma y exigió ver a los instigadores: se identificó a 13 de ellos, que fueron ejecutados y encadenados inmediatamente y después arrojados al Tigris. La paz solo volvió a reinar cuando los hombres se lo pidieron a Alejandro.

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La muerte de Hefestión

Para escapar del calor estival, Alejandro se refugió en su palacio de Ecbatana donde se celebró un festival de música y atletismo. Tanto Alejandro como Hefestión festejaron, y ambos enfermaron de fiebres. A Alejandro le impusieron una dieta estricta y se recuperó. Pero a Hefestión no, y murió en octubre de 324 a.C. Alejandro se quedó desconsolado. Por no lograr curar a su paciente, Glaucio, el médico de Hefestión, fue crucificado. Un templo del dios griego de la curación, Asclepio, fue pasto de las llamas. Se declaró un estado de luto, se hicieron sacrificios y se encendieron fuegos sagrados.

Hephaestion Votive
Votivo de Hefestión
Jeanne Reames (Copyright)

Aún en duelo, Alejandro se marchó de la ciudad y regresó a Babilonia. Al acercarse a las murallas de la ciudad, los videntes caldeos se acercaron a él y le advirtieron que no entrara desde el oeste, porque resultaría desastroso; pero Alejandro ignoró sus advertencias. El historiador Arriano (86 a alrededor de 160 d.C.), en su Campañas de Alejandro, escribió que los videntes "le rogaron que no siguiera adelante porque su dios Bel había predicho que si entraba en la ciudad en ese momento sería fatal para él" (376). Y añadió, "la verdad es que el destino lo estaba llevando al lugar en el que ya estaba escrito que iba a morir" (377).

Mientras se enfrentaba a las advertencias de los videntes y hacía planes para la expedición a Arabia, se vio obligado a reconciliar los problemas en Macedonia. La tensión siguió aumentando entre su madre Olimpia (en torno a 375-316 a.C.) y el regente Antípatro (en torno a 399-319 a.C.). Olimpia se negaba a respetar la autoridad de Antípatro, alegando que actuaba más como un rey, mientras que el no aguantaba su entrometimiento constante y la llamaba fiera. La solución simple de Alejandro fue enviar al envejecido y enfermo Crátero a Macedonia para sustituir a Antípatro. Antípatro recibió órdenes de reunir refuerzos y marchar a Babilonia. Sin embargo, Antípatro creyó que era una posible sentencia de muerte: ¿Acaso Alejandro creyó las acusaciones de su madre? Aunque Alejandro le había prometido que recibiría honores a su llegada, Antípatro eligió una solución alternativa: envió a su hijo mayor, Casandro (en torno a 355-297).

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La muerte de Alejandro

INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE SU MUERTE, EMPEZARON A CIRCULAR RUMORES DE QUE ALEJANDRO NO HABÍA MUERTO DE VIEJAS HERIDAS NI DE FIEBRES, SINO QUE LO HABÍAN ENVENENADO.

En aquel entonces, Alejandro se pasaba los días organizando los detalles de la expedición a Arabia, pero las noches eran un desfile de banquetes y borracheras. Una noche un amigo, Medio de Tesalia, lo invitó a una fiesta en su casa, pero al sentir un dolor en el pecho, regresó a su cama. Sintiéndose febril, su salud se deterioró rápidamente, pero ignoró tanto el dolor como la fiebre y continuó trabajando durante el día y festejando por la noche. Tras otra noche de fiesta con Medio, regresó a casa. Sintiéndose febril aún a la mañana siguiente, hizo los sacrificios normales a los dioses, aunque tuvieron que llevarlo en litera. Durante los siguientes días siguió con su rutina habitual de hacer sacrificios a los dioses y celebrar reuniones con sus oficiales porque creía que se recuperaría pronto. Arriano confirma lo que se escribió en los diarios reales sobre los últimos días de Alejandro: bebió con Medio en dos ocasiones, pero después se bañó, comió y se fue directamente a dormir "ya febril" (395).

A pesar de las garantías de que todavía estaba vivo, sus hombres creían que ya estaba muerto, así que les permitieron desfilar junto a su cama. La fiebre y el dolor siguieron empeorando hasta que perdió el habla. Arriano escribió que, cuando su condición se hizo desesperada, lo trasladaron al palacio. "Reconoció a sus oficiales cuando entraron en la habitación, pero ya no podía hablarles" (393). El 10 de junio de 323 a.C., Alejandro Magno murió.

Rumores de envenenamiento

Inmediatamente después de su muerte, empezaron a circular rumores de que Alejandro no había muerto de viejas heridas ni de fiebres, sino que lo habían envenenado. Sin embargo, estos rumores no tardaron en acallarse mientras sus sucesores empezaron a dividirse el imperio entre ellos. Comenzaron así las guerras de los Diádocos, y los rumores tardaron casi cinco años en volver a surgir. Uno de los supuestos conspiradores era el regente Antípatro. Tras enviar a su hijo Casandro a Babilonia en su lugar, temía que lo ejecutaran por desobedecer al rey. Otro sospechoso era el antiguo tutor del rey, Aristóteles, que no había olvidado en asesinato de Calístenes a manos de Alejandro. Según el rumor, Casandro y su hermano menor Yolao, el copero del rey, fueron elegidos para envenenar al rey con el veneno que les había proporcionado Aristóteles. Casandro sentía un resentimiento personal contra Alejandro. Cuando llegó a Babilonia, lo llevaron frente al rey, pero cuando vio a los persas inclinarse ante Alejandro, se rio. Alejandro, enfadado, lo agarró del pelo y le golpeó la cabeza contra la pared.

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Supuestamente el envenenamiento ocurrió en la fiesta de Medio, que era amante de Yolao. Tras beber el vino envenenado, Alejandro gritó de dolor. Como quería forzarse a vomitar, pidió una pluma, que Yolao le proporcionó pero que también estaba envenenada. Aunque quiso ahogarse en el Éufrates, Roxana lo llevó a la cama. A la mañana siguiente, al pedir un vaso de agua, volvieron a envenenarlo. No tardó en morir.

La teoría de la conjura entre Antípatro y Aristóteles se puede descartar fácilmente. Arriano escribió: "Soy consciente de lo mucho que se ha escrito sobre la muerte de Alejandro; por ejemplo, que Antípatro le envió cierta medicina que había sido manipulada y que se la tomó, con un resultado trágico... No quiero dar a entender que no conozco estas historias, pero no son más que historias." (394-95) Incluso el famoso historiador Plutarco, en su Vida de Alejandro, desestima los rumores sobre la muerte del rey, en especial el que habla de un envenenamiento.

Los historiadores modernos también consideran que tanto Antípatro como Aristóteles tenían pocas razones serias, o ninguna, para envenenar a Alejandro, y, lo que es más importante, las experiencias pasadas le habían enseñado a Alejandro a ser consciente de las posibles conjuras y conspiraciones; un veneno como la estricnina se podía detectar fácilmente. Everitt señala que Alejandro estaba debilitado por sus muchas heridas de guerra, especialmente una flecha que le había perforado el pulmón. La combinación de una constitución debilitada y la posibilidad de haber contraído malaria resultaron ser demasiado para el rey.

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Preguntas y respuestas

¿Cuándo murió Alejandro Magno?

Alejandro Magno murió el 10 o 11 de junio de 323 a.C., a los 32 años.

¿Dónde murió Alejandro Magno?

Alejandro Magno murió en Babilonia.

¿Cómo murió Alejandro Magno?

Alejandro Magno murió tras una corta enfermedad a los 32 años. La causa exacta de esa enfermedad ha sido objeto de especulación desde la Antigüedad. Corrieron rumores de envenenamiento, pero la mayoría de los historiadores modernos cree que fue la combinación de una constitución debilitada (a causa de sus heridas) y posiblemente la malaria lo que acabó con él.

Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Donald L. Wasson
Donald impartió clases de Historia de la Antigüedad, de la Edad Media y de los Estados Unidos, en el Lincoln College (Normal, Illinois) y desde que comenzó a estudiar sobre Alejandro Magno, siempre ha sido y será un estudiante de historia. Le ilusióna transmitir conocimientos a sus alumnos.

Cita este trabajo

Estilo APA

Wasson, D. L. (2024, febrero 05). Muerte de Alejandro Magno [Death of Alexander the Great]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2366/muerte-de-alejandro-magno/

Estilo Chicago

Wasson, Donald L.. "Muerte de Alejandro Magno." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación febrero 05, 2024. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2366/muerte-de-alejandro-magno/.

Estilo MLA

Wasson, Donald L.. "Muerte de Alejandro Magno." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 05 feb 2024. Web. 30 oct 2024.

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