La vida cotidiana de los monjes medievales

Artículo

Mark Cartwright
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 13 diciembre 2018
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués

La vida de los monjes en un monasterio medieval, al igual que cualquier otra profesión o vocación, tenía sus pros y sus contras. Mientras que se esperaba que llevaran una vida simple y con pocas posesiones, que acudieran a misas a todas horas del día y de la noche, y a lo mejor incluso que hicieran un voto de silencio, al menos los monjes podían beneficiarse de tener un techo seguro sobre sus cabezas. Otra ventaja era el suministro regular de comida, que era de mucha mejor calidad que la de la mayoría de la población medieval. Aparte de intentar acercarse a Dios por medio de sacrificios físicos y el estudio religioso, los monjes podían ser muy útiles para la comunidad al educar a los jóvenes aristócratas y producir libros y manuscritos iluminados que han demostrado ser un registro inestimable de la vida medieval para los historiadores modernos.

Four Monks by Rinaldi
Cuatro monjes por Rinaldi
Claudio Rinaldi (Public Domain)

Desarrollo de los monasterios

A partir del siglo III empezó a desarrollarse una tendencia en Egipto y Siria según la cual algunos cristianos decidían vivir como ermitaños o ascetas. Lo hacían porque pensaban que vivir sin ninguna distracción material o mundana los ayudaría a alcanzar un mayor entendimiento y acercamiento a Dios. Además, cuando se perseguía a los primeros cristianos a veces se veían obligados a vivir en áreas montañosas remotas donde escaseaban los bienes básicos. A medida que fue aumentando el número de estos individualistas, algunos empezaron a vivir juntos en comunidades, pero manteniendo aun así esa separación del resto de la sociedad y dedicándose por completo a la oración y el estudio de las escrituras. En un principio, los miembros de estas comunidades vivían vidas solitarias y solo se reunían para los servicios religiosos. Su líder, el abba (de ahí la palabra "abad") presidía sobre estos individualistas: por esta razón en griego se los denominó monachos, que deriva de mono que quiere decir "uno", que es también el origen de la palabra "monje". Con el tiempo se fue desarrollando una actitud más comunal de la vida cotidiana a partir de esta forma temprana de monasterio; en esta nueva versión los miembros compartían el trabajo necesario para ser autosuficientes y compartían aposentos y comidas.

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LAS REGLAS MONÁSTICAS DIFERÍAN ENTRE LAS ÓRDENES QUE SURGIERON A PARTIR DEL SIGLO XI D.C., E INCLUSO ENTRE MONASTERIOS.

A partir del siglo V la idea de los monasterios se extendió por todo el Imperio bizantino y después la Europa romana, donde la gente adoptó sus propias prácticas distintas basadas en las enseñanzas de San Benito de Nursia (en torno a 480 a 543). La orden benedictina animaba a sus miembros a vivir de la manera más sencilla posible, con comida básica, aposentos sencillos y las mínimas posesiones. Hay unas ciertas reglas que tenían que seguir los monjes y, como todos vivían de la misma manera, se los acabó conociendo como "hermanos". Las reglas monásticas diferían entre las órdenes que surgieron a partir del siglo XI d.C., e incluso entre monasterios. Algunas eran más estrictas, como la cisterciense, formada en 1098 d.C. por un grupo de monjes benedictinos que querían una vida aún menos mundana. Las mujeres podían llevar una vida monástica como monjas en abadías o conventos.

Como la idea era que los monasterios fueran autosuficientes, los monjes combinaban el trabajo cotidiano para producir comida con la oración comunal y el estudio privado. Se fueron haciendo cada vez más sofisticados y ricos, ayudados en gran medida por la exención de impuestos y las donaciones, por lo que a lo largo de la Edad Media el trabajo físico se fue haciendo menos necesario para los monjes, que podían delegar en hermanos laicos, obreros contratados o siervos (obreros no libres). En consecuencia, los monjes de la Edad Media podían pasar mucho más tiempo dedicados al estudio, especialmente produciendo las especialidades monásticas medievales, tales como los manuscritos iluminados.

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Reclutamiento

La gente se sentía atraída a la vida monástica por varias razones como la devoción, el hecho de que fuera una elección laboral respetada, que existiera una verdadera oportunidad de poder para los que ascendían hasta la cima o que había una garantía de casa decente y comidas por encima de la media para toda la vida. Se solía animar a los segundos y terceros hijos de la aristocracia, que era poco probable que heredaran las tierras de su padre, a que entraran a formar parte de la iglesia. Una manera de llegar a tener una buena carrera era entrar en un monasterio donde recibirían una educación (aprendiendo a leer, escribir, aritmética y latín). A los niños se los enviaba antes de la pubertad, a menudo ya a los cinco años, cuando se los conocía como oblatos, mientras que a los que entraban con 15 años o más se los conocía como novicios. Ninguno de estos grupos solía mezclarse con los monjes, aunque ni lo oblatos ni los novicios tenían permitido estar nunca solos sin la supervisión de un monje.

Model of Cluny Abbey
Modelo de la abadía de Cluny
Hannes72 (CC BY-SA)

Después de un año, un novicio podía tomar los votos y convertirse en monje, y no siempre era una elección irreversible, ya que a partir del siglo XIII se desarrollaron reglas que decían que un joven podía dejar el monasterio libremente al llegar a la edad adulta. La mayoría de monjes provenían de buenas familias; de hecho, era de esperar que aportaran una donación sustancial. Los novicios solían ser gente local, pero los monasterios más grandes llegaban a atraer incluso a extranjeros. Por lo tanto, nunca había falta de novicios en los monasterios aunque los monjes no conformaban más que el 1% de la sociedad medieval.

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UN MONASTERIO PRINCIPAL COMO ERA LA ABADÍA DE CLUNY EN FRANCIA LLEGÓ A TENER 460 MONJES EN SU PUNTO ÁLGIDO A MEDIADOS DEL SIGLO XII D.C.

Los monasterios variaban de tamaño; los más pequeños no tenían más que una docena de monjes, mientras que los más grandes llegaban hasta los 100. Un monasterio principal como la abadía de Cluny en Francia llegó a tener 460 monjes en su punto álgido a mediados del siglo XVII. El número de monjes básicamente estaba limitado por los ingresos del monasterio, que en gran parte provenían de las tierras que poseía (y que provenían de las donaciones hechas a lo largo de los años). Los monasterios contaban con un gran número de miembros laicos además de los monjes, a los que se empleaba para hacer trabajo manual, como el trabajo agrícola, la cocina o la lavandería. Estos hermanos seguían algunas de las reglas monásticas, pero tenían su propia residencia aparte.

El abad

Normalmente era el abad el que gestionaba el monasterio, que tenía autoridad absoluta sobre el mismo. El puesto de abad era vitalicio, siempre y cuando lo permitiera la salud, y eran los monjes principales los que lo elegían y a los que se suponía que tenía que consultar, aunque podía no hacerlo, en cuestiones de política. No era un trabajo solamente para los mayores y los sabios; un monje en la veintena podía tener la oportunidad de convertirse en abad, ya que había cierta tendencia a elegir a alguien que pudiera mantener el cargo durante décadas y darle cierta estabilidad al monasterio. El abad contaba con el prior que lo ayudaba en sus tareas administrativas; este, a su vez, contaba con un equipo de inspectores que supervisaban a los demás monjes en la vida cotidiana. Los monasterios más pequeños que no tenían su propio abad, ya que estaban bajo la jurisdicción del abad de otro monasterio, normalmente tenían un prior al mando, y de ahí el nombre de estas instituciones: priorato. Los monjes más antiguos, a veces conocidos como "obedienciarios", podían tener labores específicas, puede que por rotación, tales como encargarse de la bodega del monasterio, el jardín, la enfermería o la biblioteca y el scriptorium, que es donde se escribían los textos.

Monk Working in Scriptorium
Un monje trabajando en un scriptorium
Unknown (Public Domain)

El abad representaba al monasterio en el trato con otros monasterios y con el Estado, a cuyos ojos estaba a la altura de los terratenientes seculares más poderosos. Como cabe esperar de una figura tan importante, se esperaba que los monjes hicieran profundas reverencias en presencia del abad y que le besaran la mano. Si el abad era sumamente impopular y actuaba en contra de la orden, el papa podía destituirlo.

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Normas y reglamentos

Los monjes seguían las enseñanzas de Jesucristo al rechazar la riqueza personal, tal y como está escrito en el Evangelio según san Mateo:

Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo— y luego ven y sígueme (19:21).

De acuerdo con esta idea, renunciaban a las comodidades, pero la aplicación estricta de tales ideales dependía realmente de cada monasterio. El silencio también era un método para recordar a los monjes que vivían en una sociedad cerrada bastante diferente a la que había fuera. En general los monjes no tenían permitido hablar en tales lugares como la iglesia, la cocina, el comedor o los dormitorios. Alguno podía atreverse a entablar una conversación furtiva en los claustros justo después de una reunión general, pero aparte de esa indulgencia, la conversación se reducía al mínimo y cuando tenía lugar se suponía que debía limitarse a temas eclesiásticos o la necesidad. Los monjes, además, solo podían hablar entre ellos, ya que no podían dirigirse a los hermanos laicos ni a los novicios, por no mencionar a visitantes de cualquier clase. Por esa razón, a menudo los monjes usaban gestos que habían aprendido de novicios y a veces incluso silbaban en vez de hablar con alguien o en un lugar que no tenían permitido.

Si cualquiera rompía las normas, se informaba al abad. Delatar a los hermanos se veía como una obligación. Entre los castigos podía haber palizas, quedar excluido de las actividades comunales durante un tiempo o incluso quedar recluido dentro del propio monasterio.

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Vestimenta y posesiones

Los monjes tenían que llevar la coronilla rasurada, lo que les dejaba una característica banda de pelo justo por encima de las orejas. Al contrario que el pelo, las ropas de un monje estaban diseñadas para tapar la mayor parte posible del cuerpo. La mayoría de los monjes llevaba ropa interior de lino, a veces medias o calcetines, y una túnica simple de lana atada a la cintura con un cinturón de cuero. Por encima iba la prenda más reconocible del monje, el hábito. Un hábito era una túnica larga sin mangas con capucha. Por encima del hábito llevaban otra túnica, esta vez con mangas largas. En invierno llevaban además una capa de piel de oveja para mayor calor. Toda esta ropa estaba hecha con la tela más basta y barata, y normalmente un monje no tenía más de dos de cada, aunque sí que recibía un hábito y una túnica nuevas cada Navidad.

A Stained Glass Window Showing Two Franciscan Monks
Vidriera con dos monjes Franciscanos
Thesupermat (CC BY-SA)

Aparte de sus ropas, un monje no poseía muchas más cosas importantes. Puede que tuviera una pluma, un cuchillo, un pañuelo, un peine y un kit de costura pequeño. Las navajas solo se repartían cuando eran necesarias. En su propia habitación, un monje tenía un colchón de paja o de plumas y varias mantas de lana.

La rutina diaria de un monje

En general los monjes no tenían permitido abandonar el monasterio a no ser que hubiera alguna razón especial, para lo cual el abad les tenía que dar permiso. Había algunas excepciones, como por ejemplo en los monasterios irlandeses donde los monjes eran conocidos por andar por el campo predicando e incluso a veces fundaban monasterios nuevos. Sin embargo, para la mayoría de los monjes la vida transcurría por completo dentro de los terrenos del monasterio al que habían entrado como novicios y en el que acabarían muriendo algún día.

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Normalmente se levantaban al amanecer, o sea hacia las 4:30 am en verano o las 7:30 am en invierno, ya que el día se regía en gran medida por la cantidad de luz de que disponían. Empezaban lavándose y pasaban una hora trabajando en silencio, lo que para un monje eran plegarias, leer los textos que le había asignado su superior o copiar un libro específico (un trabajo laborioso que llevaba varios meses). Después, estaba la misa de la mañana, seguida de una reunión a la que acudían todos para hablar de cualquier tema importante para todo el monasterio. Tras otro periodo de trabajo, en el que podía haber trabajo físico si no había hermanos laicos para llevarlo a cabo, estaba la misa de mediodía y después una comida, la más importante del día.

A Monk Tasting Wine
Un monje catando vino
Unknown Artist (Public Domain)

Pasaban la tarde trabajando otra vez y terminaban hacia las 4:30 pm en invierno, seguido de otra comida, o en verano tenían otra comida hacia las 6 pm, tras lo cual seguían trabajando. Los monjes se iban pronto a dormir, poco después de las 6 pm en invierno o las 8 pm en verano. No solían tener un sueño ininterrumpido, ya que hacia las 2 o las 3 am se levantaban otra vez para cantar la nocturnal (maitines) o laudes en la iglesia. Para asegurarse de que nadie estaba durmiendo en la penumbra, uno de los hermanos iba pasando por el coro con una lámpara. En invierno puede que no volvieran a dormir y realizaran tareas personales como arreglar cosas o coser la ropa.

Por supuesto, los monjes eran muy pobres y tenían muy pocas posesiones, pero el propio monasterio era una de las instituciones más ricas del mundo medieval. Por lo tanto, los monjes disfrutaban de un buen trato en un aspecto que probablemente era el que más le importaba a la mayoría de la población: la comida y la bebida. A diferencia del 80% de los que vivían fuera del monasterio, los monjes no tenían que preocuparse de quedarse sin provisiones o de la variación estacional. Tenían buena comida todo el año y su consumo solo estaba limitado a cómo de estrictas eran las reglas de ascetismo que seguía cada monasterio. En los monasterios más estrictos no se solía comer carne, excepto los enfermos, y en general se reservaba para ciertos días de fiesta. Sin embargo, en los monasterios con normas más generosas se permitían carnes como el cerdo, el conejo, la liebre, el pollo y las aves de caza, que aparecían más habitualmente en la mesa. En ningún monasterio faltaba nunca el pan, el pescado, el marisco, las legumbres, la verdura, la fruta, los huevos y el queso, además de tener vino y cerveza en abundancia. Normalmente los monjes comían una comida al día en invierno y dos en verano.

Retribución a la comunidad

Los monjes y los monasterios contribuían en la comunidad en la que vivían ayudando a los pobres y creando hospitales, orfanatos, baños públicos y hogares para los ancianos. Los viajeros eran otro grupo que también podía encontrar dónde hospedarse cuando lo necesitaba. Como ya se ha mencionado, los monasterios también tenían un papel importante en la educación, especialmente mediante la creación de grandes bibliotecas y la enseñanza de los jóvenes. Los monasterios también se encargaban de los lugares de peregrinaje y eran grandes mecenas de las artes, no solo al producir sus propias obras sino también pagando a artistas y arquitectos para que embellecieran sus edificios y los de la comunidad con imágenes y textos para expandir el mensaje cristiano. Por último, muchos monjes contribuían de manera significativa al estudio de la historia, tanto entonces como ahora, especialmente con sus colecciones de cartas y biografías (vidas) de santos, de gente famosa y de gobernantes.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa especialmente por el arte, la arquitectura y por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones en World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2018, diciembre 13). La vida cotidiana de los monjes medievales [The Daily Life of Medieval Monks]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1293/la-vida-cotidiana-de-los-monjes-medievales/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "La vida cotidiana de los monjes medievales." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación diciembre 13, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1293/la-vida-cotidiana-de-los-monjes-medievales/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "La vida cotidiana de los monjes medievales." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 13 dic 2018. Web. 19 abr 2024.

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