Amaterasu Omikami (“la gran divinidad que ilumina el cielo”) es la diosa del sol, la deidad más importante de la religión Shinto. Amaterasu es la soberana del Takama no Hara (el Alto Plano Celestial), el dominio de los kami o espíritus. El santuario shinto más importante de Japón, el Gran Santuario Ise de Jingu, está dedicado a Amaterasu.
También conocida como Oho-hir-me-no-muchi o Amaterasu-oho-hiru-me, Amaterasu es la hija de Izanami e Izanagi, quienes hicieron a su hija la soberana del cielo. Cuando su padre Izanagi escapó de su visita al inframundo, tuvo que realizar un ritual de purificación en el río Woto y fue entonces cuando, del ojo izquierdo del dios, nació Amaterasu. También es la hermana mayor de Susanoo (o Susa-no-wo) el dios de la tormenta. Amaterasu está en constante conflicto con su travieso hermano menor y finalmente, tras haber soportado demasiado, lo expulsa del cielo.
Amaterasu y la caverna
Quizás el mito más famoso sobre Amaterasu es el que cuenta sobre la vez que ella se encerró en una caverna después de una discusión con Susanoo, cuando él sorprendió a la diosa con un monstruoso caballo desollado mientras ella estaba tranquilamente en su palacio tejiendo con su hermana menor Waka-hiru-me. Como consecuencia de la ausencia de Amaterasu, el mundo quedó en total oscuridad y los espíritus malvados se desataron sobre la tierra. Los dioses trataron por todos los medios de convencer a la enojada diosa de salir de la caverna. Siguiendo el consejo de Omohi-Kane, pusieron afuera de la caverna a unos gallos, para que con su canto hicieran creer a la diosa que había amanecido. Los dioses pusieron también un gran árbol de sakaki (Cleyera japónica) cerca de la entrada de la caverna y lo decoraron con joyas brillantes (magatama), finas telas blancas y un espejo en el centro. Además, la diosa Amenouzume (o Ama-no-Uzeme) bailó una coreografía de strip tease tan desatada que la estruendosa risa de los demás dioses finalmente despertó la curiosidad de Amaterasu. Al abrir apenas la entrada de la caverna para ver lo que estaba sucediendo, y distrayéndose con su deslumbrante reflejo en el espejo, el fuerte dios Ame-no-tajikara sacó a la diosa de la entrada de la caverna. Tuto-Tamu puso detrás de la diosa un poste de paja trenzada y declaró enfáticamente que la diosa no podía esconderse más y que el mundo volvía a estar bañado por la radiante luz del sol.
El hijo de Amaterasu es Ama-no-Oshiho-mimi, a quien su madre pidió que gobernara el reino terrenal. Sin embargo, cuando él estaba sobre el Ama-hashidate, el puente que une el cielo con la tierra, y vio el desorden que había entre los dioses terrestres, rechazó el cargo con insolencia. Ante esto, Amaterasu pidió el consejo de Taka-mi-Musubi, y en consecuencia se convocó a un consejo de todos los dioses. La decisión de este fue enviar a Amano-Hoki a la tierra para evaluar adecuadamente la situación. Sin embargo, pasaron tres años sin que se tuviera noticias de Ama-no-Hoki y se convocó un segundo consejo. Esta vez los dioses enviaron a Ame-waka-nushi, armado con su arco y flechas divinas. Él también resultó ser un enviado poco confiable puesto que se distrajo con Shita-teru-hime (la hija de Shita-teru-hime) y se casó con ella olvidando completamente su misión original. Después de ocho años sin tener noticias, los dioses finalmente enviaron al faisán Na-naki-me a buscar a Ame-waka-hiko. Sin embargo, este último, al ver el faisán, tomó al pájaro por una señal de mal agüero y rápidamente le disparó a la pobre criatura una de sus flechas. Sin embargo, como la flecha era divina, atravesó directamente al desafortunado faisán y continuó hacia el cielo, y finalmente aterrizó a los pies de Taka-mi-Musubi. El dios, muy poco impresionado, rápidamente arrojó la flecha hacia la tierra, que desafortunadamente dio en el pecho de Ame-waka-hiko y lo mató en el acto.
Gobernando el inframundo
Lo sucedido exigió el llamado a un tercer consejo de los dioses y se decidió enviar a Take-mika-zuchi, el dios del trueno, y a Futsu-nushi, el dios del fuego, armados con sus espadas, para negociar con Oho-kuni-nushi, el soberano terrenal, y persuadirlo de lo sabio que sería reconocer la demanda de Amaterasu de gobernar tanto en la tierra como en el cielo. Oho-kuni-nushi, compresiblemente reacio a ceder su poder sin mayores problemas, consultó con sus dos hijos. El hijo mayor, Koto-shiro-nushi aconsejó a su padre ceder pacíficamente, pero su hijo menor, Take-minakata aconsejó resistirse. Este último, irreflexivamente decidió luchar con Take-mika-zuchi, pero no era rival para el dios del trueno y fue derrotado con facilidad. Viendo que su posición era indefendible, Oho-kuni-nushi cedió amablemente la soberanía de la tierra a Amaterasu y se fue a gobernar el inframundo.
Las insignias imperiales de Japón
Ahora que las cosas habían quedado solucionadas allá abajo, Amaterasu le pidió una vez más a su hijo Ama-no-Oshiho-mimi que gobernara la tierra. Este se negó por segunda vez, pero nombró en su lugar a su hijo Ninigi-no-Mikoto. Amaterasu aceptó y le dio a Ninigi tres regalos que lo ayudarían en la tarea. Estos eran el Yasanaki, una joya (o perlas), origen de la antigua disputa entre Amaterasu y Susanoo; Yata, el espejo del episodio de la caverna; y Kusanagi, la espada que Susanoo había arrancado de la cola de un monstruo. Estos se convertirían en los tres emblemas del poder de Ninigi (sanshu no jingi) y serían después las insignias imperiales de sus descendientes, los emperadores de Japón. De hecho, se decía que el primer emperador de Japón, Jimmu, quien reinó de 660 a 585 a.C. y fundó el estado en el 660 a.C., era un descendiente de Amaterasu. Esta creencia permitió a los emperadores sucesivos hacer la misma reclamación de ascendencia divina para ejercer así una autoridad absoluta.
Amaterasu y la nobleza
La nobleza japonesa siempre se consideró descendiente de la diosa. De cuando ella, antes del episodio de la caverna, tomó la espada de Susanoo, la rompió en tres pedazos, se la comió, y luego escupió los tres pedazos convertidos en tres deidades femeninas. De la misma manera, Susanoo le quitó a su hermana su collar de 500 joyas, se lo comió, y lo escupió luego convertido en una niebla de la que se formaron cinco deidades masculinas. Se creía entonces que estas ocho deidades eran, colectivamente, los ancestros de los nobles japoneses.
¿Cómo se representa a Amaterasu en el arte?
En el arte japonés, la diosa es representada a menudo como un ser bondadoso, casi siempre sentada espalda con espalda con su otro hermano, Tsukiyomi-no-Mikoto, el dios de la luna. Los gallos están asociados con ella como heraldos del sol naciente, como también lo está el cuervo (yata garasu) a quien se consideraba el mensajero de la diosa. El Santuario Ise de Jingu, el santuario Shinto más importante de Japón, está dedicado a Amaterasu Omikami, y la diosa está representada allí por uno de sus otros símbolos: un espejo octogonal (yata kayami).