Heródoto sobre Babilonia

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Joshua J. Mark
por , traducido por Natalia Andrea Padilla Sánchez
Publicado el 22 octubre 2022
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, persa
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La descripción de Babilonia y las costumbres babilónicas en Historias hechas por el historiador griego Heródoto (c. 484-425/413 a.C.) han sido desafiadas durante mucho tiempo por su precisión y se han encontrado deficientes, lo que ha llevado a algunos académicos a descartar el trabajo como más ficción que realidad. Este rechazo de las Historias, sin embargo, se deriva de aplicar estándares históricos modernos a un historiador antiguo y, esto en última instancia es injusto e inútil.

Heródoto fue un gran narrador que, de acuerdo con la práctica de su tiempo, estaba tan interesado en relatar una historia convincente como en apegarse a los detalles fácticos. Parece cada vez más claro, según las evidencias arqueológicas y antiguos registros cuneiformes, que la Babilonia de las Historias de Heródoto difiere de la antigua ciudad real de su tiempo, pero esto no quiere decir que su descripción sea totalmente inexacta y no parece razonable que solo por los pasajes de Babilonia se descarte la totalidad de su trabajo.

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Babylonian Palace Scene
Escena del palacio babilónico
Amplitude Studios (Copyright)

Heródoto y la historia antigua

Todo historiador antiguo puede ser acusado de alguna forma de exageración o inexactitud, pero pocos parecen recibir el tipo de crítica dura dirigida regularmente a Heródoto. Diodoro Sículo (90-30 a.C.), por ejemplo, da una extensa descripción de la vida de la reina Semiramis que es entendida casi en su totalidad como un mito, pero la mayor parte de su trabajo es aceptado todavía como más o menos preciso. Declaraciones que no pueden ser soportadas por otros textos o evidencia arqueológica ciertamente tienen que ser desafiadas pero es un error leer los trabajos de historiadores antiguos a la luz de estándares históricos modernos.

Una historia sobre el pasado, para un público antiguo, giraba en torno a una verdad, no necesariamente la verdad. Los escribas egipcios del reino medio (2040-1782 a.C.) que escribieron sobre el primer período intermedio (2181-2040 a.C.) como un tiempo oscuro de caos, exageraron deliberadamente los problemas del pasado para resaltar la estabilidad de su presente. La evidencia arqueológica ha mostrado claramente que el primer período intermedio no fue la era tumultuosa que los antiguos escribas presentaron pero sus narraciones sí corresponden a un tiempo de inestabilidad, cambio e incertidumbre.

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Se dejan crecer el cabello, y le atan y cubren con sus mitras o turbantes, ungiéndose todo el cuerpo con ungüentos preciosos. (Heródoto)

Este mismo paradigma se ve en la literatura Naru mesopotámica en la que una figura histórica como Sargón de Akkad (quien gobernó de 2334 a 2279 a.C.) o Naram-Sin (quien gobernó de 2261 a 2224 a.C.) aparecen en lo que podría ser un cuento ficticio. Los hechos pueden no corresponder a lo que un académico moderno entiende como historia pero, para un público antiguo, habría comunicado alguna verdad cultural o religiosa importante.

De esta misma manera, Heródoto relaciona la grandeza de Babilonia y las extrañas o perturbadoras (para él) costumbres de la gente. Parece que Heródoto nunca visitó Babilonia y se basó en información de segunda mano de la cual, como narrador, tejió una de las narrativas más convincentes de la ciudad. Esta descripción no corresponde a las ruinas excavadas en la era moderna o los antiguos registros mesopotámicos pero proporciona una idea de cómo un escritor griego del siglo V a.C. vio la cultura del Oriente Próximo.

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Su narrativa babilónica es criticada en varios puntos en la actualidad, incluyendo I:CLXXVIII (la descripción de la ciudad) y I:CLXXXIX-I:CXCI sobre la caída de Babilonia ante Ciro II (el grande, quien reinó c. 550 a 530 a.C.), pero aquellos que encuentran culpa en el trabajo de Heródoto se enfocan sobre todo en I:CXCII-I:CC y, especialmente, I:CXCIX, en el cual discute "la prostitución sagrada". No hay evidencia de tal práctica en el Oriente Próximo como él la describe, mucho menos en Babilonia, por lo que este pasaje ha alentado a algunos eruditos a rechazar la obra en su totalidad. Como los académicos W.F.M. Henkelman et. al. señalan, sin embargo:

Lo que el trabajo de Heródoto no es, es una descripción académica del siglo XXI, que puede ser simplemente leída como Historia. Es, en cambio, una obra maestra literaria, que traiciona mucho más la imagen griega de las cosas que las cosas mismas. (465)

Parece razonable considerar este acercamiento al trabajo de Heródoto y apreciarlo por lo que tiene que ofrecer en lugar de rechazarlo completamente sobre la base de algunos capítulos, en algunos casos, simplemente en I:CXCIX.

El texto

El siguiente texto es tomado de Los nueve libros de la historia: Heródoto de Halicarnaso, traducido del griego al español por Bartolomé Pou:

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I:CXCII. Para dar una idea de cuánto fuese el poder y la grandeza de los babilonios, entre las muchas pruebas que pudieran alegarse referirá lo siguiente: «Todas las provincias del gran Rey están repartidas de modo que, además del tributo ordinario, deben suministrar por su turno los alimentos para el soberano y su ejército. De los doce meses del año, cuatro están a cargo de la sola provincia de Babilonia, y en los otros contribuye a la manutención lo restante del Asia. Por donde se ve que en aquel país de la Asiria está reputado por la tercera parte del Imperio, y su gobierno, que los persas llaman Satrapia, es con mucho exceso el mejor y más principal de todos, en tanto grado, que el hijo de Artabaso, llamado Tritantechmas, a quien dio el mando de aquella provincia, percibía diariamente una ártaba llena de plata, siendo la ártaba una medida persiana que tiene un medimno y tres chenices áticos. Este mismo, sin contar los caballos destinados a la guerra, tenía para la casta ochocientos caballos padres y dieciséis mil yeguas, cubriendo cada caballo padre veinte de sus yeguas. Y era tanta la abundancia de persas indianos que al mismo tiempo criaba, que para darles de comer había destinado cuatro grandes aldeas de aquella comarca, exentas de las demás contribuciones.

I:CXCIII. En la campiña de los asirios llueve poco, y únicamente lo que basta para que el trigo nazca y se arraigue. Las tierras se riegan con el agua del río, pero no con inundaciones periódicas como en Egipto, sino a fuerza de brazos y de norias. Porque toda la región de Babilonia, del mismo modo que la del Egipto, está cortada con varias acequias, siendo navegable la mayor; la cual se dirige hacia el solsticio de invierno, y tomada del Éufrates, llega al río Tigris, en cuyas orillas está Nino. Esta es la mejor tierra del mundo que nosotros conocemos para la producción de granos; bien es verdad que no puede disputar la preferencia en cuanto a los árboles, como la higuera, la vid y el olivo. Pero en los frutos de Céres es tan abundante y feraz, que da siempre doscientos por uno; y en las cosechas extraordinarias suele llegar a trescientos. Allí las hojas de trigo y de la cebada tienen de ancho, sin disputa alguna, hasta cuatro dedos; y aunque tengo bien averiguado lo que pudiera decir sobre la altura del maíz y de la alegría, que se parece a la de los árboles, me abstendré hablar de ello, pues estoy persuadido de que parecerá increíble a los que no hayan visitado la comarca de Babilonia cuanto dijere tocante a los frutos de aquel país. No hacen uso alguno del aceite del olivo, sirviéndose del que sacan de las alegrías. Están llenos los campos de palmas, que en todas partes nacen, y con el fruto que las más de ellas producen se proporcionan pan, vino y miel. El modo de cultivarlas es el que se usa con las higueras; porque tomando el fruto de las palmas que los griegos llaman machos, lo atan a las hembras, que son las que dan los dátiles, con la mira de que cierto gusanillo se meta dentro de los dátiles, el cual les ayude a madurar y haga que no se caiga el fruto de la palma, pues que la palma macho cría en su fruto un gusanillo semejante al del cabrahigo.

I:CXCIV. Voy a referir una cosa que, prescindiendo de la ciudad misma, es para mí la mayor de todas las maravillas de aquella tierra. Los barcos en que navegan río abajo hacia Babilonia, son de figura redonda, y están hechos de cuero. Los habitantes de Armenia, pueblo situado arriba de los asirios, fabrican las costillas del barco con varas de sauce, y por la parte exterior las cubren extendiendo sobre ellas unas pieles, que sirven de suelo, sin distinguir la popa ni estrechar la proa, y haciendo que el barco venga a ser redondo como un escudo. Llenan después todo el buque de heno, y sobrecargan en él varios géneros. Y en especial ciertas tinajas llenas de vino de palma; le echan al agua, y dejan que se vaya río abajo. Gobiernan el barco dos hombres en pie por medio de dos remos a manera de gala, el uno boga hacia adentro y el otro hacia afuera. De estos barcos se construyen unos muy grandes, y otros no tanto; los mayores suelen llevar una carga de cinco mil talentos. En cada uno va dentro por lo menos un jumento vivo, y en los mayores van muchos. Luego que han llegado a Babilonia y despachado la carga, pregonan para la venta las costillas y armazón del barco, juntamente con todo el heno que vino dentro. Cargan después en sus jumentos los cueros, y parten con ellos para la Armenia, porque es del todo imposible volver navegando río arriba a causa de la rapidez de su corriente. Y también es esta la razón por que no fabrican los barcos de tablas, sino de cueros, que pueden ser vueltos con más facilidad a su país. Concluido el viaje, tornan a construir sus embarcaciones de la misma manera.

I:CXCV. Su modo de vestir es el siguiente: llevan debajo una túnica de lino que les llega hasta los pies, y sobre esta otra de lana, y encima de todo una especie de capotillo blanco. Usan de cierto calzado propio de su país, que viene a ser muy parecido a los zapatos de Beocia. Se dejan crecer el cabello, y le atan y cubren con sus mitras o turbantes, ungiéndose todo el cuerpo con ungüentos preciosos. Cada uno lleva un anillo con su sello, y también un bastón bien labrado, en cuyo puño se ve formada una manzana, una rosa, un lirio, un águila, u otra cosa semejante, pues no les permite la moda llevar el bastón sin alguna insignia.

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I:CXCVI. Entre sus leyes hay una a mi parecer muy sabia, de la que, según oigo decir, usan también los enetos, pueblos de la Iliria. Consiste en una función muy particular que se celebra una vez al año en todas las poblaciones. Luego que las doncellas tienen edad para casarse, las reúnen todas y las conducen a un sitio, en torno del cual hay una multitud de hombres en pie. Allí el pregonero las hace levantar de una en una y las va vendiendo, empezando por la más hermosa de todas. Después que ha despachado a la primera por un precio muy subido, pregona a la que sigue en hermosura, y así las va vendiendo, no por esclavas, sino para que sean esposas de los compradores. De este modo sucedía que los Babilonios más ricos y que se hallaban en estado de casarse, tratando a porfía de superarse unos a otros en la generosidad de las ofertas, adquirían las mujeres más lindas y agraciadas. Pero los plebeyos que deseaban tomar mujer, no pretendiendo ninguna de aquellas bellezas, recibían con un buen dote alguna de las doncellas más feas. Porque así como el pregonero acababa de dar salida a las más bellas, hacía poner en pie la más fea del concurso, o la contrahecha, si alguna había, e iba pregonando quién quería casarse con ella recibiendo menos dinero, hasta entregarla por último al que con menos dote la aceptaba. El dinero para estas dotes se sacaba del precio dado por las hermosas, y con esto las bellas dotaban a las feas y a las contrahechas. A nadie le era permitido colocar a su hija con quien mejor le parecía, como tampoco podía ninguno llevarse consigo a la doncella que hubiese comprado, sin dar primero fianzas por las que se obligase a cohabitar con ella, y cuando no quedaba la cosa arreglada en estos términos, les mandaba la ley desembolsar la dote. También era permitido comprar mujer a los que de otros pueblos concurrían con este objeto. Tal era la hermosísima ley que tenían, y que ya no subsiste. Recientemente han inventado otro uso, a fin de que no sufran perjuicio las doncellas, ni sean llevadas a otro pueblo. Como después de la toma de la ciudad muchas familias han experimentado menoscabos en sus intereses, los particulares faltos de medios prostituyen a sus hijas, y con las ganancias que de aquí los resultan, proveen a su colocación.

I:CXCVII. Otra ley tienen que me parece también muy discreta. Cuando uno está enfermo, le sacan a la plaza, donde consulta sobre su enfermedad con todos los concurrentes, porque entre ellos no hay médicos. Si alguno de los presentes padeció la misma dolencia o sabe que otro la haya padecido, manifiesta al enfermo los remedios que se emplearon en la curación, y le exhorta a ponerlos en práctica. No se permite a nadie que pase de largo sin preguntar al enfermo el mal que lo aflige.

I:CXCVIII. Entierran sus cadáveres cubiertos de miel; y sus lamentaciones fúnebres son muy parecidas a las que se usan en Egipto. Siempre que un marido babilonio tiene comunicación con su mujer, se purifica con un sahumerio, y lo mismo hace la mujer sentada en otro sitio. Los dos al amanecer se lavan en el baño y se abstienen de tocar alhaja alguna antes de lavarse. Esto mismo hacen cabalmente los árabes.

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I:CXCIX. La costumbre más infame que hay entre los babilonios, es la de que toda mujer natural del país se prostituya una vez en la vida con algún forastero, estando sentada en el templo de Venus. Es verdad que muchas mujeres principales, orgullosas por su opulencia, se desdeñan de mezclarse en la turba con las demás, y lo que hacen es ir en un carruaje cubierto y quedarse cerca del templo, siguiéndolas una gran comitiva de criados. Pero las otras, conformándose con el uso, se sientan en el templo, adornada la cabeza de cintas y cordoncillos, y al paso que las unas vienen, las otras se van. Entre las filas de las mujeres quedan abiertas de una parte a otra unas como calles, tiradas a cordel, por las cuales van pasando los forasteros y escogen la que les agrada. Después que una mujer se ha sentado allí, no vuelve a su casa hasta tanto que alguno la eche dinero en el regazo, y sacándola del templo satisfaga el objeto de su venida. Al echar el dinero debe decirle: «Invoco en favor tuyo a la diosa Mylitta», que este es el nombre que dan a Venus los asirios: no es lícito rehusar el dinero, sea mucho o poco, porque se le considera como una ofrenda sagrada. Ninguna mujer puede desechar al que la escoge, siendo indispensable que le siga, y después de cumplir con lo que debe a la diosa, se retira a su casa. Desde entonces no es posible conquistarlas otra vez a fuerza de dones. Las que sobresalen por su hermosura, bien presto quedan desobligadas. pero las que no son bien parecidas, suelen tardar mucho tiempo en satisfacer a la ley, y no pocas permanecen allí por el espacio de tres y cuatro años. Una ley semejante está en uso en cierta parte de Chipre.

I:CC. Hay entre los asirlos tres castas o tribus que solo viven de pescado, y tienen un modo particular de prepararlo. Primero lo secan al sol, después lo machacan en un mortero, y por último, exprimiéndolo con un lienzo, hacen de él una masa; y algunos hay que lo cuecen como si fuera pan.

Conclusión

Se ha demostrado que Heródoto estaba equivocado con respecto a sus afirmaciones sobre la prostitución sagrada y, de hecho, I:CXCIX ha motivado la imagen de Babilonia como una ciudad de libertinaje sexual en lugar de una imagen más precisa de ella como un gran centro cultural, religioso y de comercio. También está equivocado en su afirmación en I:CXCVII de que no había doctores en Babilonia ya que la práctica de la medicina estaba bien establecida en Mesopotamia. Aun así, preguntarse por qué Heródoto hizo estas afirmaciones y qué dice esto sobre los escritores de historia antigua y el concepto de historia antigua en sí mismo es más útil que rechazar un trabajo porque no concuerda con los estándares de la investigación y presentación histórica moderna.

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Preguntas y respuestas

¿Es precisa la descripción de Heródoto de Babilonia?

Algunas partes de la descripción de Heródoto de Babilonia son precisas pero muchos pasajes han sido desafiados o rechazados por completo por inexactitud.

¿Se practicaba la prostitución sagrada en Babilonia como afirma Heródoto?

No. no hay evidencia de la práctica de la prostitución sagrada como describió Heródoto.

¿Heródoto alguna vez visitó Babilonia?

No. académicos modernos no creen que Heródoto haya visitado Babilonia. Se piensa que su descripción de basó en información de segunda mano.

¿Por qué es importante la descripción de Heródoto de Babilonia?

La descripción de Heródoto de Babilonia es importante por la perspectiva que proporciona sobre cómo un griego interpretó la cultura del Oriente Próximo y también por lo que constituyó la historia para un escritor antiguo.

Bibliografía

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Sobre el traductor

Natalia Andrea Padilla Sánchez
Mi nombre es Natalia Andrea, soy una historiadora con gran pasión por la historia y la educación. Nací y vivo en Colombia.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2022, octubre 22). Heródoto sobre Babilonia [Herodotus on Babylon]. (N. A. P. Sánchez, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-84/herodoto-sobre-babilonia/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Heródoto sobre Babilonia." Traducido por Natalia Andrea Padilla Sánchez. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 22, 2022. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-84/herodoto-sobre-babilonia/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Heródoto sobre Babilonia." Traducido por Natalia Andrea Padilla Sánchez. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 22 oct 2022. Web. 02 dic 2024.

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