La historia sioux de El obsequio del maíz

Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Waldo Reboredo Arroyo
Publicado el 20 septiembre 2023
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés

El maíz (también elote o choclo) constituía un alimento fundamental para la vida de los aborígenes de Norteamérica, América Central y Suramérica. El maíz se introdujo en América del Norte desde Mesoamérica, en el período comprendido entre el 700 y el 900 d.C., y originó una transformación en las vidas de los pueblos indígenas. Todas las naciones tribales cuentan una historia de la génesis de este obsequio proveniente de los dioses, destinado a sustentar a los pueblos, entre los cuales se encontraban los sioux.

Green Corn Ceremony
Ceremonia del maíz verde
George Catlin (Public Domain)

En algunas historias el maíz es un regalo de la Madre Maíz, en otras lo concedió la Mujer Anciana Que Nunca Muere, un espíritu del maíz que además enseñaba a las gentes a manifestar su agradecimiento de una manera apropiada; y en otras más el propio Maíz era una deidad que se había ofrecido a sí misma para bienestar de los pueblos. Un relato sauk narra el cuento de dos cazadores que sentados alrededor del fuego ofrecieron un asado de venado a una bella mujer de aspecto hambriento que los visitó. Para agradecer su generosidad, la mujer les dijo que retornaran al mismo sitio al cabo de un año, y cuando así hicieron hallaron que en el lugar donde se había sentado ella crecían maíz, frijoles y tabaco.

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Los relatos reconocen y honran al maíz como obsequio de los dioses o de algún agente benévolo y sobrenatural.

En un cuento abenaki, un hombre que vivía en soledad y que anhelaba compañía recibe la visita de una preciosa mujer que le pide que incendie un campo y que tras arder, lo cruce con ella arrastrándola del pelo. Al principio el hombre rehúsa cumplir, pero ella le manifiesta que debe hacer lo que le indica por el bien común, y que de realizarlo, permanecerá para siempre en su compañía. Tras haberla arrastrado por todo el campo, la mujer le explica que busque plantas que asemejen hierba, de las cuales una vez maduras brotarán objetos parecidos a cabellos, y acto seguido, desaparece. Cuando aparece el maíz, el hombre reconoce el pelo de la mujer en la paja de los tallos, y se consuela porque comprende que siempre ha permanecido con él.

Las historias de otras naciones presentan un discurso similar en lo que respecta a reconocer y honrar al maíz como obsequio de los dioses, o de alguna benévola entidad sobrenatural. La historia sioux El obsequio del maíz se ajusta al mismo paradigma, excepto que en vez de una atractiva joven o de una mujer mayor, es el espíritu del propio maíz el que llama al anciano ermitaño que se encontraba en su tienda, y lo invita a su lar.

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Texto

La versión que se relata a continuación proviene de Myths and Legends of the Sioux (Mitos y leyendas de los sioux), publicada en 1916 por Marie L. McLaughlin, una mestiza sioux de segunda generación que vivió en sus reservas durante 40 años. El relato también aparece en Voices of the Winds: Native American Legends (Voces de los vientos: leyendas de los nativos americanos), de Margot Edmonds y Ella Clark.

Solo en lo profundo del bosque, lejos de la aldea y de sus gentes, vivía un ermitaño. Su tienda estaba hecha de pieles de búfalo, y su túnica de cuero de venado. Apartado de lugares frecuentados por los seres humanos, el viejo eremita pasaba complacido sus numerosos años.

Todo el día andaba sin rumbo por la floresta, estudiaba distintas plantas y recogía raíces. Las raíces las empleaba como alimento y como medicina. De tarde en tarde llegaban algunos guerreros a su tienda y obtenían de él raíces medicinales para la tribu. La medicina del ermitaño se consideraba muy superior a todas las demás.

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Un día, tras una larga caminata por el bosque, el anacoreta regresó tan cansado a su morada, que se acostó de inmediato en su cama después de comer. Justo cuando el sueño se apoderaba de él, sintió algo que le rozaba el pie. Al despertar sobresaltado vio un objeto oscuro que extendía su brazo hacia él. En su mano había una flecha con punta de pedernal.

«Esto debe ser un espíritu», pensó el eremita, «porque aquí no hay otro ser humano que no sea yo».

Entonces una voz le contestó, «Ermitaño, he venido a invitarte a mi hogar».

«Vendré», respondió el viejo anacoreta. De manera que se levantó, se envolvió en su túnica, y avanzó hacia la voz.

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Al cruzar la puerta miró en derredor, pero no alcanzó a ver señal alguna del oscuro objeto.

«Seas lo que seas, o dondequiera que estés…», dijo el eremita, «espérame. No sé a dónde dirigirme para hallar tu casa».

No recibió respuesta, ni escuchó sonido alguno de alguien que caminara por el monte. Al entrar de nuevo a su tienda se recostó, y pronto cayó en profundo sueño.

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La siguiente noche volvió a escuchar la voz que decía, «Ermitaño, he venido a invitarte a mi hogar».

El eremita caminó al exterior de su tienda en busca de la persona a la que pertenecía la voz, pero de nuevo, a nadie encontró. Esta vez se enojó, pues pensó que alguien se burlaba de él. Estaba decidido a averiguar quién perturbaba su descanso nocturno.

Al siguiente atardecer cortó un hueco en la tienda, de suficiente tamaño como para lanzar una flecha a través de él. Luego se paró al lado de la puerta, vigilante. Pronto arribó el objeto oscuro, se detuvo ante el umbral y dijo, «Abuelo, he venido…». Pero no pudo terminar su frase. El viejo ermitaño había disparado su flecha. Oyó que había golpeado algo que produjo un sonido parecido al de un impacto en un saco de piedras.

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Temprano a la siguiente mañana el eremita salió y revisó los alrededores del sitio donde pensaba que su flecha había acertado algún objeto. Justo ahí, en el suelo, yacía un pequeño montón de maíz, y de la reducida pila se esparcía una rala hilera de granos de maíz a lo largo de un sendero. El viejo anacoreta siguió la vereda que se adentraba en el bosque.

Al arribar a un bajo montículo, la estela terminaba. En su extremo se encontraba un amplio círculo del cual se había raspado la hierba hasta dejarlo limpio.

«El rastro de maíz se detiene en el borde de este círculo», se dijo el viejo. «Así que ésta debe ser la morada de lo que sea que me invitó».

Tomó su gran hacha de hueso y su cuchillo y procedió a cavar en el centro del círculo. Cuando profundizó tanto como su alcance le permitía, encontró un saco de carne seca. Acto seguido halló una bolsa de nabos, luego un costal de cerezas secas, y enseguida un morral de maíz.

Por último había otro talego que de no ser porque contenía una taza de maíz, habría considerado vacío. En el otro extremo el saco presentaba un hoyo por donde la flecha del eremita lo había atravesado. Del hueco se había esparcido el rastro de maíz que había guiado al viejo hasta el escondrijo.

Motivado por la experiencia el ermitaño enseñó a sus gentes la manera de guardar sus provisiones mientras se encontraban de viaje.

«Caven un hoyo», les explicó, «coloquen sus provisiones en su interior, y cúbranlo con tierra».

Los sioux solían emplear este procedimiento para guardar sus provisiones durante todo el verano. Al arribar el otoño regresarían al escondite. Cuando lo abrían, hallaban todas sus vituallas tan frescas como lo habían estado el día en que las colocaron allí.

Las gentes le dieron gracias al viejo ermitaño por descubrir el método de preservar sus alimentos. Y le agradecieron que descubriera el maíz, el cual veían por primera vez. El grano pasó a ser uno de los sustentos más importantes que conocieran los indios .

Importancia del maíz y plegaria de alabanza

El maíz, los frijoles y la calabaza componían las «tres hermanas» de la agricultura desarrollada por los pueblos indígenas de América. De los tres, el maíz reunía una importancia particular porque se empleaba para alimentar tanto a humanos como a animales domesticados, y podía utilizarse para hacer toda una variedad de comestibles. La investigadora Adele Nozedar, comenta:

El maíz demostró ser un cultivo de vital importancia para los aborígenes americanos debido a su capacidad nutritiva y a su versatilidad. Los platos en que se empleaba el grano incluían las rositas o palomitas de maíz, el maíz machacado, la harina, y la propia vianda, entre otros. Los granos de maíz se empleaban como alimento humano y animal. A menudo se hace referencia al maíz como «cereal indio»… Debido a que el maíz constituye una cosecha tan fundamental, resulta razonable que exista una extensa mitología relativa a su proveniencia. Considerado un obsequio directo de los dioses, se juzgaba a «Madre Maíz» equivalente al regalo de la vida misma. Todas las fases relacionadas con la cosecha del maíz se celebraban con amplitud, desde la siembra hasta la recogida, pasando por su maduración. (275-276).

En la historia anterior es el propio Maíz quien saca al viejo ermitaño de su tienda, a quien el propio relato sugiere que se había escogido a causa de que «su medicina se consideraba superior a todas las demás». Esta frase no solo se refiere a las raíces medicinales por las que los guerreros acudían a él, sino además, por su «medicina», es decir, su poder espiritual personal, que le habría permitido acceder al mundo espiritual y a los reinos de lo invisible. Aunque en circunstancias normales habría sido poco hospitalario dispararle una flecha a un visitante que se encontraba a la puerta de la casa, en el presente caso el hecho sirve como especie de aceptación de la invitación que se ha ofrecido, sobre todo debido a que el espíritu del maíz se le aproxima por primera vez con una «flecha con punta de pedernal». Al principio el viejo eremita cumple con la etiqueta convencional de ponerse de pie para recibir a la visita, pero cuando esto resulta fútil, recurre a dispararle su flecha a la voz, acción que presumiblemente el anciano habría entendido que debía realizar, debido a su profunda visión espiritual.

Al seguir el rastro del maíz se le conduce a un círculo y cava en el centro. Esta parte de la narración evoca la imagen de la Rueda Medicinal, «una piedra central rodeada por una aureola de piedras que radian desde la roca central hacia el círculo exterior a la manera de rayos». (Nozedar, 285). El círculo representa la eternidad, el cambio de las estaciones conforme a un patrón cíclico, y por tanto, la naturaleza subyacente de la existencia. De modo simbólico, el viejo ermitaño recobra el maíz de manos de la propia naturaleza eterna de la vida.

Maize
Maíz
Agricultural Research Service, U.S. Department of Agriculture (Public Domain)

El cultivo del maíz transformó a muchas naciones tribales que pasaron de ser cazadoras-recolectoras a ser agricultoras sedentarias, pero los sioux mantuvieron el estilo de vida cazador-recolector debido a la necesidad de ir tras el búfalo, que constituía su principal fuente de alimento, vestimenta, vivienda, y herramientas. La combinación de las culturas cazadora-recolectora y de pastoreo agrícola se resalta en esta historia, en la que se describe el origen del maíz junto a la mejor manera de preservar las provisiones personales al levantar un campamento determinado para trasladarse hacia otro, o para dirigirse a la caza del búfalo.

Como se ha dicho, las distintas naciones tribales poseen diferentes historias acerca del origen del maíz, aunque esto también resulta cierto dentro de una misma nación. La que antecede no es sino una de las muchas historias sioux acerca del origen del maíz; otra nos llega en la forma de plegaria de alabanza que por lo común se traduce con el título de An Address to Mother Corn (Plegaria a Madre Maíz). Lo que sigue se extrajo de Voices of the Winds, de Edmonds y Clark:

En tiempos de la Antigüedad, el Gran Espíritu de Arriba envió a Madre Maíz a nuestro pueblo para que fuera nuestra amiga y auxiliadora, y le ofreciera apoyo, y salud, y fuerza. Ella ha andado junto a nuestras gentes a lo largo del extenso y difícil camino por el que hemos viajado desde el remoto pasado, y hoy marcha con nosotros hacia el futuro.

En los oscuros y distantes días de antaño, Madre Maíz proporcionó alimento a nuestros antecesores. De igual forma que antes se lo proveyó a ellos, hoy nos lo entrega a nosotros. Y de la misma manera que regaló fidelidad y abundancia a nuestros antepasados y a nosotros, así será fiel y bondadosa hacia nuestros hijos. Hoy y en todo tiempo por venir, nos conferirá las bendiciones por las que hemos orado.

Madre Maíz nos conduce de la misma forma que condujo a nuestros padres y a nuestras madres a través de todas las edades. El sendero de Madre Maíz se despliega enfrente y caminamos con ella día a día. Avanzamos con esperanza y confianza en el futuro, de igual forma que nuestros antecesores lo hicieron en todas las épocas pasadas. Cuando la solitaria pradera se extendía ancha y aterradora ante nosotros, nos sentimos vacilantes y temerosos. Pero Madre Maíz nos fortaleció y alentó.

Hoy el regreso de Madre Maíz aligera nuestros corazones. ¡Demos gracias! Demos gracias a Madre Maíz. Ella nos trae bendiciones. Ella nos trae paz y abundancia. Ella viene del Gran Espíritu de Arriba, que nos ha procurado buenas cosas.

Conclusión

La plegaria combina la historia de los orígenes con alabanzas, y con la promesa de un futuro en que Madre Maíz continuará proporcionando guía, valor, y provisión de obsequios al pueblo, al igual que lo hizo en el pasado. Es similar en espíritu a la historia sioux acerca de Mujer Búfalo Blanco, quien fue enviada a las gentes por Wakan Tanka (Gran Misterio, o Gran Espíritu) para entregarles los siete ritos sagrados y la pipa ceremonial de los sioux. En ese relato las gentes prosperarían y gozarían de felicidad siempre que emplearan la pipa de manera correcta, pero Mujer Búfalo Blanco permanecería desde lejos al cuidado de ellos y solo regresaría para restablecer el equilibrio y la armonía del mundo. No obstante, al propio tiempo, el espíritu de Mujer Búfalo Blanco inspiraría y alentaría a las gentes, aunque no pudieran verla ni sentir su presencia.

Según la versión de la historia de Mujer Búfalo Blanco ofrecida por el hombre sagrado Alce Negro (1893-1950), de los sioux oglala lakota, la misteriosa mujer canta la siguiente canción al encontrarse con su pueblo:

Con visible aliento camino.

Enviando una voz al andar.

De sagrada manera camino.

Con nítidas huellas marcho.

De sagrada manera camino. (295)

Mujer Búfalo Blanco incluye «con visible aliento» y «con visibles huellas» para reafirmarle a las gentes que es real, no un fantasma, y dos veces afirma que camina «de sagrada manera», para confirmar que proviene del Gran Espíritu de Arriba; por esto sus palabras deben tomarse como verdaderas, puesto que es un ser viviente de naturaleza divina.

De la misma forma, el Gran Espíritu envía a Madre Maíz como proveedora de las gentes, y se une a los espíritus de sus antecesores, a entidades como Mujer Búfalo Blanco, y al Gran Espíritu, para cuidar y guiar al pueblo en su derrotero. Hoy en día los sioux todavía recitan la Plegaria a Madre Maíz en acción de agradecimiento, y la historia de El obsequio del maíz aún se cuenta para mantener la cultura tradicional de las gentes y reafirmarles que Madre Maíz permanece siempre con ellas, que camina a su lado, y que las ayuda a mantener el equilibrio y la esperanza en el futuro.

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Preguntas y respuestas

¿Cuál es la más popular de las historias sioux sobre el origen del maíz?

La más popular entre las historias sioux acerca del origen del maíz es la de El obsequio del maíz, en la que el espíritu del maíz guía a un anciano ermitaño a que lo descubra.

¿Por qué era tan importante el maíz para los nativos americanos?

El maíz era importante para los nativos americanos porque era una cosecha versátil, que podía emplearse para producir alimento tanto para los humanos como para los animales que domesticaron.

¿Cuántas versiones existen de la historia del origen del maíz que cuentan los nativos americanos?

Existen literalmente cientos de historias acerca del origen del maíz. Todas las naciones tribales tenían una historia acerca del origen del maíz, y era usual que contaran más de una.

¿Cuán antigua es la historia sioux de El obsequio del maíz?

No hay forma de precisar una fecha acerca de la historia sioux de El obsequio del maíz puesto que los relatos de los nativos americanos se transmitían de manera oral hasta que los inmigrantes europeos las comenzaron a asentar por escrito a partir del siglo XVII.

Sobre el traductor

Waldo Reboredo Arroyo
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es el cofundador de World History Encyclopedia y es su director de contenido. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por muchos lugares. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía en el Marist College de Nueva York

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2023, septiembre 20). La historia sioux de El obsequio del maíz [Sioux Story of The Gift of Corn]. (W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2282/la-historia-sioux-de-el-obsequio-del-maiz/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "La historia sioux de El obsequio del maíz." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 20, 2023. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2282/la-historia-sioux-de-el-obsequio-del-maiz/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "La historia sioux de El obsequio del maíz." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 20 sep 2023. Web. 02 may 2024.

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