El Coronel Blood y el Robo de las Joyas de la Corona

Artículo

Mark Cartwright
por , traducido por Miriam López
Publicado el 24 febrero 2022
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, italiano

El coronel Thomas Blood, un conocido conspirador, realizó un infame y fallido intento de robar las joyas de la Corona británica de la Torre de Londres en 1671. Disfrazado de clérigo, Blood y su banda robaron las joyas reales delante de las narices de su guardián, pero fueron capturados mientras huían por la capital. Blood fue misteriosamente indultado por el rey, y las joyas, aunque con algunos golpes, se guardaron en un hogar mucho más seguro.

La Torre

Tras la ejecución de Carlos I de Inglaterra (reinó entre 1625-1649) en enero de 1649 durante las Guerras Civiles inglesas (1642-1651), se abolió la monarquía en Inglaterra. Una consecuencia de ello fue la fragmentación de las iura regalia, que se vendieron o se conviertieron en moneda. Tras la Restauración Estuardo de 1660 y el regreso de la monarquía en la persona de Carlos II de Inglaterra (reinó entre 1660-1685), se hizo necesario un nuevo conjunto de regalia para una nueva coronación. La coronación del rey Carlos en la Abadía de Westminster, el 23 de abril de 1661, fue un acontecimiento espléndido con pompa, ceremonia y mucho brillo. Desde entonces, en las coronaciones se han utilizado la corona, el cetro y el orbe del monarca.

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British Crown Jewels
Joyas de la Corona británica
Unknown Artist (Public Domain)

Por supuesto, hacía falta encontrar un lugar seguro para guardar estos objetos de valor hasta que se necesitaran para una nueva coronación, y la elección fue la Torre de Londres. Guardada en la Torre Baja de Martin (entonces llamada "Torre Irlandesa"), la brillante colección estaba seguramente fuera del alcance de cualquier ladrón. La Torre de Londres tenía una fama un tanto oscura en la imaginería popular, en este lugar se había torturado a muchos traidores y criminales a lo largo de los siglos y además había sido testigo de misteriosos asesinatos y ejecuciones reales. Solo su nombre, "La Torre", evocaba oscuras imágenes de horrores indescriptibles. Seguramente, nadie se atrevería a entrar en ella para cometer un crimen. Si había algún lugar en el reino donde las joyas de la corona estarían seguras sin duda era aquí Aquí, o eso pensaban las autoridades. Sin embargo el "Coronel" Thomas Blood no estaba muy de acuerdo.

El complot de Blood se basaba en un hecho crucial: desde 1669, el público podía ver las joyas de la Corona.

El botín

Las Joyas de la Corona en 1671 consistían en varias piezas de la colección anterior a la Guerra Civil. Había una cuchara de coronación de oro y una ampolla con forma de águila, utilizadas para ungir al nuevo soberano con el óleo sagrado. La flamante Corona de San Eduardo era un mayor trofeo, utilizada en el preciso momento de la coronación. Hecha de oro macizo, y de 2,3 kilos (5 libras), era tan pesada que el monarca solo la lleva brevemente durante la coronación, después se sustituye por otra más ligera. La corona estaba engastada con piedras preciosas, pero la mayoría de ellas sólo se añadían para la coronación, una tradición que continuó hasta 1911, cuando se hizo un engaste permanente. Durante el reinado de Carlos, la corona sí tenía sus joyas, entre las que se encontraba el gran Rubí del Príncipe Negro (rubí balas o espinela).

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El cetro del soberano (entonces conocido como cetro del rey) también es de oro, al igual que el orbe del soberano, tachonado de perlas, piedras preciosas y una gran amatista bajo la cruz. El anillo del soberano se colocaba en el dedo del monarca y las espuelas de oro en sus tobillos, como un recordatorio del ejemplo por excelencia del caballero medieval. También había una espada de estado enjoyada para que el monarca la sostuviera durante la ceremonia, que podría tratarse de una de las tres supervivientes de la colección anterior a la Guerra Civil: la Espada de la Justicia Temporal, la Espada de la Justicia Espiritual y la Espada de la Misericordia roma (también conocida como "Curtana").

The White Tower, the Tower of London
La Torre Blanca, Torre de Londres
Frerk Meyer (CC BY-SA)

La colección de Joyas de la Corona contenía entonces, al igual que ahora, muchas otras piezas que las utilizasen otros participantes en la coronación además del monarca. En 1661 se fabricaron diez mazas ceremoniales para que las llevaran los sargentos de armas durante la ceremonia. Cada maza de oro mide 1,5 metros de largo y pesa 10 kilos. Además, hay objetos como el Salero de Exeter, de oro y enjoyado, hecho a modo de castillo, que data de 1630. Este salero y otros objetos de servicio se utilizaban en los banquetes de coronación. No todos estos objetos estaban en el mismo lugar en 1671, pero las tres piezas más preciosas y sagradas sí lo estaban: la corona, el cetro y el orbe, los objetivos de Thomas Blood.

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El ladrón

Thomas Blood nació en Sarney, en el condado de Meath, Irlanda, hacia 1618, en el seno de una familia protestante no conformista y se convirtió en magistrado local a los 21 años. Cuando estallaron las Guerras Civiles inglesas en 1642, Blood se fue a Inglaterra para unirse al ejército parlamentario que pretendía deponer a Carlos I. Blood se llamaba a sí mismo coronel, pero nunca superó el rango de teniente. Tras la Restauración de la monarquía, Blood continuó tramando la caída de su rey en varios planes infructuosos mientras se movía por el oscuro submundo criminal de Londres. Se convirtió en un instrumento de George Villiers, duque de Buckingham (1628-1687), archienemigo de Carlos II, y le utilizaron para liberar prisioneros políticos y secuestrar a los opositores del duque. Como señaló un diarista de la época sobre Blood: "El hombre tenía una mirada no sólo atrevida, sino villana y sin piedad, un semblante falso, pero muy bien hablado y peligrosamente insinuante" (Jones, 370).

El golpe

La trama de Blood se basaba en un hecho crucial: desde 1669 era posible que el público visitara la planta baja de la Torre Martin y viera las joyas de la Corona pagando una pequeña cuota. En unas instalaciones de ambiente relajado, un mayordomo, un tal Talbot Edwards, sacaba las piezas de un armario cubierto por una rejilla y permitía al espectador manipularlas. La única medida de seguridad era que el armario se dejaba cerrado con llave y el guardián de las joyas vivía en un apartamento superior con su mujer y su hija. El hecho de que el guardián tuviera 77 años no aumentaba la seguridad.

Colonel Thomas Blood
El coronel Thomas Blood
G. Scott (Public Domain)

En la primavera de 1671, una pareja de turistas especialmente entusiastas, un clérigo y su esposa, visitaron el almacén de las joyas de la Corona varias veces; eran ladrones disfrazados. El clérigo era en realidad el coronel Blood, y su esposa una actriz contratada llamada Jenny Blaine. El plan de Blood para robar las Joyas de la Corona era muy audaz. Primero se aseguró de hacerse amigo de Talbot Edwards, entablando conversación con él en cada una de sus visitas a la Torre. En la primera visita, Blaine había escenificado un desmayo, lo que había provocado que Edwards invitara a la pareja a su apartamento para descansar y tomar algo. La extraña pareja volvió al día siguiente, cuando Blood regaló a Edwards unos guantes como muestra de agradecimiento por la hospitalidad mostrada el día anterior. Siguieron más visitas hasta que Blood se congració aún más con el desventurado Edwards al sugerir que un sobrino suyo sería un buen marido para la hija de Edwards. Cuando Blood le dijo que su sobrino poseía una buena franja de tierra en Irlanda, Edwards se mostró encantado con el partido, e incluso llegó a darle a Blood un práctico tour de inspección por la Torre. Tras comprobar que la seguridad de las joyas de la Corona era bastante deficiente y que tenía la plena confianza de Edwards, Blood pasó a la acción.

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Una mañana de mayo temprano, los tres miembros de la banda, fuertemente armados bajo sus capas, entraron en la Torre.

El día del golpe era el 9 de mayo y la hora las 7 de la mañana. Esa mañana, Blood iba acompañado por su banda: su hijo Thomas Blood (que usaba el seudónimo de Tom Hunt, el "sobrino"), Robert Perrot (ex soldado y delincuente a tiempo completo) y Richard Halliwell (el vigilante). Fuera de los muros de la Torre había un cuarto hombre encargado de la huida, un tal William Smith que mantenía a raya a los caballos.

Los tres miembros de la banda, fuertemente armados bajo sus capas, entraron en la Torre. El desprevenido Edwards, que creía encontrarse con sus futuros suegros, sacó las joyas del armario cerrado con llave, y fue entonces cuando lo agarraron, lo ataron y le metieron un trozo de madera en la boca para evitar que pidiera ayuda. Edwards opuso resistencia y le golpearon en la cabeza con un mazo y le apuñalaron en el estómago. Mientras tanto, la banda se dedicó a reducir el volumen de las joyas para poder pasar desapercibidos al salir de la Torre. Blood, que evidentemente no respetaba mucho el patrimonio cultural, dio un martillazo a la corona para aplanarla y que cupiera bajo su capa de clérigo. Perrot se metió el orbe en los pantalones. Halliwell aplicó una sierra al cetro para intentar cortarlo por la mitad y poder esconderlo en una bolsa. Entonces, cuando la parte más difícil del robo parecía haberse completado, pasó algo extraordinario que lo fastidió todo.

Thomas Blood Stealing the Crown Jewels
Thomas Blood robando las joyas de la Corona
T.Simpson (Public Domain)

La captura

Talbot Edwards tenía un hijo, Wythe, que llevaba diez años de servicio militar. Justo en la mañana del 9 de mayo volvía a casa desde Flandes. El vigía Halliwell vio a Wythe dirigirse al apartamento del piso superior y se apresuró a ir al sótano para avisar a sus compañeros del crimen. La banda de Blood hizo una carrera desesperada hacia la libertad. Justo en ese momento, Edwards consiguió escupir su mordaza de madera y dar la alarma. Gritó "¡Traición! ¡Asesinato! La corona ha sido robada!" (Jones, 368). Los guardias de la Torre reaccionaron de inmediato y se pusieron a perseguirlos, al igual que Wythe y su amigo, un tal capitán Beckman. La banda, disparando sus pistolas y dispersándose, consiguió salir de la Torre, pero les persiguieron por la ciudad hasta capturarlos. A manos de sus captores, Blood reflexionó: "Fue una acción galante, aunque fracasó" (Jones, 369).

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Retuvieron a los ladrones en el lugar del delito, la Torre de Londres, pero Blood parecía estar notablemente despreocupado por su situación. Un intento de robo de los bienes más importantes, preciosos y sagrados del Estado era considerado por muchos como un acto de traición, un ataque a la persona del rey, nada menos. Se trataba de un delito que conllevaba el más terrible de los castigos: ser colgado, arrastrado y descuartizado. Interrogaron a Blood, pero no dijo nada. Solo pidió una cosa: una audiencia con el rey. El rey Carlos, con cierta curiosidad por saber más del hombre que le robaría la corona, se reunió con Blood.

El ajuste de cuentas

Desde 1671 se han difundido rumores y especulaciones, sin aportar pruebas, sobre los motivos por los que el rey decidió hablar con Blood. La teoría conspirativa más extendida es que Blood era un espía o un agente doble, muy probablemente del duque de Buckingham, que el rey deseaba utilizar para obtener información sobre la comunidad no conformista y sus enemigos en Londres. Otras teorías incluyen que el propio rey Carlos planeó toda la escapada para pagar su fastuosa vida en la corte. Según se dice, cuando el rey le preguntó qué haría si le perdonaban la vida, Blood respondió lacónicamente "esforzarme por merecerla" (Dixon-Smith et al, 69).

Charles II of England & Royal Regalia
Carlos II de Inglaterra y las iura regalia
John Michael Wright (Public Domain)

Carlos, quizá impresionado por su encanto y audacia, perdonó a Blood en un ejemplo de la simpatía del rey por los planes ambiciosos, ya fueran científicos, artísticos o criminales. Blood fue liberado de la Torre el 18 de julio, y lo que es más curioso, en agosto recibió un perdón real por todos los delitos cometidos en el pasado y una concesión de tierras en Irlanda por un valor de 500 libras anuales. Los contemporáneos se asombraron del trato que recibió Blood y de la falta de castigo para los demás miembros de la banda. El pobre Talbot Edwards sobrevivió a su calvario, pero luchó por conseguir una pensión hasta el final de su vida.

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Mientras tanto, las autoridades tuvieron que hacer un serio trabajo de restauración de las Joyas de la Corona. El orbe había sido ligeramente dañado en el asalto, con una pequeña abolladura. La corona de San Eduardo tuvo que ser doblada de nuevo. Algunas de las joyas engastadas en la corona y el orbe se habían perdido quién sabe dónde en la persecución por las calles de Londres. A partir de entonces, las Joyas de la Corona permanecieron en la Torre Martin, donde se conservaron hasta 1842, y ahora contaban con guardianes Yeoman como guardia armada permanente. A finales de siglo, la Sala de las Joyas tenía una resistente puerta de hierro, y las joyas, aunque seguían expuestas al público, estaban seguras tras una enorme reja de hierro. El audaz robo se convirtió en una leyenda, aunque nunca se repitió. Este crimen del siglo aún no ha tentado a los cineastas modernos, pero fue el argumento de la película británica de 1934 Coronel Blood.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Miriam López
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Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa especialmente por el arte, la arquitectura y por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones en World History Encyclopedia.

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Estilo APA

Cartwright, M. (2022, febrero 24). El Coronel Blood y el Robo de las Joyas de la Corona [Colonel Blood & the Theft of the Crown Jewels]. (M. López, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1953/el-coronel-blood-y-el-robo-de-las-joyas-de-la-coro/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "El Coronel Blood y el Robo de las Joyas de la Corona." Traducido por Miriam López. World History Encyclopedia. Última modificación febrero 24, 2022. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1953/el-coronel-blood-y-el-robo-de-las-joyas-de-la-coro/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "El Coronel Blood y el Robo de las Joyas de la Corona." Traducido por Miriam López. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 24 feb 2022. Web. 18 abr 2024.

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