Madeira es un grupo de islas volcánicas en el Atlántico norte, el cual fue colonizado por los portugueses desde 1420. El asentamiento y distribución de los derechos de la tierra en las islas deshabitadas fue un modelo que la Corona portuguesa copiaría en otros grupos de islas coloniales y en Brasil.
El archipiélago de Madeira era una escala conveniente para los barcos que surcaban las rutas comerciales entre Europa y las Américas. Adicionalmente, por su rico suelo volcánico, su clima benigno y sus precipitaciones adecuadas, las islas se explotaron para la agricultura, especialmente el trigo, el vino y la caña de azúcar, con esclavos africanos que eran explotados trabajando en estas últimas plantaciones. Madeira hoy en día, así como en el siglo XV, es más famosa por el vino fortificado que lleva el nombre de la isla principal. En la actualidad, las islas constituyen una región autónoma de Portugal.
El archipiélago volcánico de Madeira está ubicado en el océano Atlántico, a unos 800 km de la costa africana. Las cuatro islas principales del grupo son Madeira, Porto Santo, las isletas Desertas y las rocas Selvagens, pero sólo las dos primeras están ahora habitadas. Madeira es la isla más grande del grupo, con 55 km de largo y 22 km en su parte más ancha. El nombre alude a los abundantes bosques de la isla. Madeira, como las otras islas del grupo, es realmente la cima de una montaña sumergida y por tanto está dominada por el pico Ruivo, el cual se eleva 1861 metros por encima del mar. Las ventajas de Porto Santo para los primeros colonizadores portugueses fueron que la isla tiene un área de 42 kilómetros cuadrados predominantemente planos con pocos árboles, haciéndola ideal para el desarrollo agrícola y que se presentan varios puertos naturales. El clima permite que las cosechas se den todo el año, las cuales son abundantes gracias al rico suelo volcánico, a las temperaturas benignas y a la suficiente pluviosidad anual.
Un marino PORTUGUES describió Madeira como «un jardín grande».
Descubrimiento
Las islas eran conocidas tanto para los escritores griegos como romanos, posiblemente fueron visitadas por vikingos y, sin duda, los marineros islámicos también las conocían. Sin embargo, no fue sino hasta comienzos del siglo XV que los portugueses, o cualquiera, se interesaron seriamente por ellas. Dos capitanes de navíos patrocinados por el príncipe Enrique el navegante (llamado infante Don Enrique, 1394-1460), que debían atacar la costa marroquí, desembarcaron en Porto Santo, en el archipiélago deshabitado, durante una tormenta en 1418. Los exploradores accidentales rápidamente se percataron del potencial del lugar (un marinero de fecha posterior la describiría como «un gran jardín», Cliff, 71) y notificaron a Enrique. En 1419, la Corona portuguesa declaró formalmente la posesión del grupo de islas, otorgándole su gobernación al príncipe Enrique. Se le otorgaron derechos exclusivos a la orden militar portuguesa, la Orden de Cristo, cuya máxima autoridad era Enrique.
Para respaldar la reclamación de la propiedad, se lanzó una expedición para explorar mejor las islas y encontrar terrenos apropiados para los cultivos, ya que Portugal era entonces un importador de grano. En ese momento, los portugueses tenían rienda suelta. Algunas décadas después, Portugal y España litigaron sobre la posesión de las islas Canarias, pero el tratado de Alcáçovas-Toledo de 1479-80 determinó que estas últimas eran de dominio español mientras que Portugal tomó las Azores, las de Cabo Verde y las Madeira. También había algunas cláusulas vagas adicionales al tratado que originarían problemas posteriormente, tales como el derecho de Portugal a futuros descubrimientos en África y los de España en islas más allá de las Canarias, intereses que con el tiempo se identificaron como el Caribe e incluso las Américas.
Asentamiento
La Corona portuguesa repartió las islas y otorgó «capitanías» (donatarias) como parte del sistema feudal para animar a los nobles a financiar el desarrollo de las islas. Sin embargo, la Corona mantenía la propiedad general pero otorgaba el señorío al príncipe Enrique y a sus herederos, quienes a su vez distribuían fincas a sus seguidores. A cada «capitán» o donatario se le daba la responsabilidad de colonizar y desarrollar su zona a cambio de privilegios financieros y judiciales. El «capitán» tenía su propia hacienda extensa dentro del territorio bajo su jurisdicción y podía distribuir otras parcelas de tierra (semarias) a hombres encargados de desbrozarlas y comenzar a cultivarlas en un lapso de tiempo fijo (al principio diez, pero más tarde se redujo a cinco años). Estas capitanías se convirtieron, en muchos casos, en cargos hereditarios. El modelo de donatarias se aplicaría en el futuro a otros territorios coloniales portugueses, principalmente en Brasil.
Los tres primeros de tales gobernadores eran caballeros de la Orden de Cristo y dos fueron los que habían llegado a Porto Santo dos años antes: Tristão Vaz Teixeira, quien controlaba la mitad norte de Madeira, alrededor de Machico, y João Gonçalves Zarco, quien tenía la región alrededor de Funchal, fundada en 1421. El tercer capitán fue Bartolomeu Perestrelo quien regía sobre Porto Santo. Para mediados del siglo XV, se formó un aparato de gobierno local con funcionarios elegidos para gobernar a la creciente población. En 1508, Funchal adquirió el estatus oficial de ciudad.
Muchos pescadores y granjeros dejaron voluntariamente Portugal en busca de una vida nueva en las islas, una mejor, esperaban, de la que era posible en un Portugal que había sido asolado por la peste negra y donde las mejores tierras agrícolas estaban estrictamente controladas por la nobleza. Para los pescadores, las islas eran una base práctica rodeada de grandes posibilidades para la pesca en alta mar.
Alvise da Cadamosto, un mercader veneciano con licencia para operar en Madeira, escribió un documento invaluable sobre las islas en esa época (como también sobre los asuntos portugueses en el continente africano). El relato fue escrito alrededor de 1468, pero describe eventos de la década de 1450 y la historia temprana de la isla:
Esta isla es llamada la isla de Madeira, lo cual significa la isla de la madera porque cuando fue descubierta por los hombres del infante, no había un palmo de tierra que no estuviese cubierto por inmensos árboles… aunque no posee ningún puerto, hay muy buenos fondeaderos. El terreno es fructífero y abundante y, aunque este es tan montañoso como en Sicilia, siempre es muy fértil y produce 30.000 staras [4,5 millones de litros] de trigo cada año… La región es muy productiva y tiene agua en abundancia y bellos manantiales, y hay seis u ocho pequeños arroyos que fluyen a través de la isla… (Newitt, 56)
Los primeros colonos algunas veces experimentaron problemas, a pesar de la descripción de lugar como un Jardín del Edén: Alvise da Cadamosto señala que un incendio fuera de control en Madeira forzó a la totalidad de los primeros colonos a retornar a sus barcos y esperar costa afuera durante dos días hasta que se extinguiera. Al menos era fácil conseguir carne ya que los pavos reales, palomas y codornices salvajes no tenían miedo a los humanos y eran fáciles de atrapar. En las islas se introdujeron animales de granja europeos, conejos e, incluso, flora portuguesa, los cuales causaron estragos entre las especies locales, muchas de las cuales se extinguieron.
Caña de azúcar y esclavitud
Con el tiempo, la capacidad agrícola de Madeira se aumentó mediante la tala de más y más bosques, la construcción de terrazas con muros de piedra en las pendientes de las montañas y la creación de un sistema de acueductos (levadas). Los árboles derribados se convertían en tablones mediante los molinos hidráulicos en la isla y esta madera (de cedro y tejo) se enviaba a Portugal y España. En torno a 1455, la producción de trigo estaba en declive y fue reemplazada por la de caña de azúcar. Este cultivo se plantó, al principio, en Madeira usando el soporte financiero de banqueros genoveses y el conocimiento técnico de los asesores sicilianos. Había, también, un número de inmigrantes italianos en las islas ya que Lisboa, para la época, tenía comunidades significativas provenientes de los estados marítimos italianos. Alvise da Cadamosto describe la industria de la caña de azúcar:
…Infante tenía caña de azúcar plantada, la cual crece a la perfección. Se producen diferentes tipos de azúcar, ascendiendo a 400 cantara [5.500 litros], que son útiles para cocinar o mezclar, y entiendo que pronto producirán una buena cantidad porque este cultivo se adapta al clima cálido y templado... Se elaboran a la perfección muchos tipos diferentes de dulce recubiertos de azúcar, y también se producen cera y miel aunque en pequeñas cantidades. (ibid, 57)
A medida que transcurría el siglo XV, el azúcar comenzó a exportarse no sólo a Portugal, sino a otros mercados tales como los mercaderes de Flandes y hasta Constantinopla. Para el siglo XVI, las exportaciones estaban en apogeo y el problema era encontrar suficiente mano de obra para trabajar en las plantaciones. Por consiguiente, se importaron esclavos desde África occidental, algunas veces llevados por capitanes que navegaban desde la misma Madeira. El número de esclavos nunca superó al de los colonos europeos, a diferencia de otras islas portuguesas tales como São Tomé. En la segunda mitad del siglo XVI Madeira perdió la mayoría de sus mercados de azúcar frente a las plantaciones más grandes y modernas de Brasil. Afortunadamente, las islas tenían otro producto para traerles la prosperidad más duradera.
Los primeros colonos portugueses introdujeron las vides a la isla desde Creta y, con el tiempo, se plantaron en todos los valles que descienden del interior montañoso de Madeira. Alvise da Cadamosto presenta una vívida descripción de la viticultura en la isla:
Los nuevos colonos han plantado vides y sus vinos son buenos y finos. Producen lo suficiente para cubrir sus necesidades y les permite exportar una parte. Entre estas vides están las uvas malvasía de Candia [Creta], las cuales trajo el infante directamente desde el Levante. El suelo de esta isla es tan bueno y fértil que las vides producen casi más uvas que hojas y los racimos son enormes, siendo de dos palmos y yo casi podría decir de cuatro palmos de largo (es la cosa más bella que puede contemplarse en el mundo) y también hay uvas negras en espaldera, las cuales no tienen pepas y crecen a la perfección (ibid, 57).
El vino de MADEIRA tiene un particular sabor intenso a caramelo gracias al suelo volcánico y su inusual proceso de envejecimiento.
El vino de Madeira se hizo inmediatamente popular entre los navegantes que hacían el viaje desde Europa a las Américas, aunque probablemente no fue sino hasta alrededor de 1700 cuando comenzó a fortificarse. El grupo de islas era una escala habitual en el largo viaje y, entonces, los marineros ayudaron a propagar la popularidad del vino tanto en Europa occidental como en el Nuevo Mundo. Se fortifica añadiendo una cantidad de brandy o licor de caña de azúcar (alrededor del 10%) durante el proceso de fermentación y el contenido alcohólico del Madeira es, típicamente, de 18 a 20% (comparado a un vino fuerte ordinario de 13 o 14%). Esta alta cantidad de alcohol le permitía al vino viajar bien en las travesías marinas y otro beneficio era que se envejecía extremadamente bien. Esto sigue siendo cierto para el vino de Madeira hoy en día y las botellas pueden durar un siglo o más en las bodegas. Los vinos de Madeira pueden ser dulces o secos dependiendo del contenido de azúcar añadido y la mezcla. El Madeira tiene un particular sabor intenso a caramelo gracias al suelo volcánico en el cual las vides eran cultivadas y a su inusual proceso de añejamiento, en el que las barricas no se guardan en bodegas, sino en «cámaras de cocción» o estufas durante al menos varios meses. Esta innovación se debió a que los marineros apreciaban mejor su vino después de que las barricas habían pasado a través de los trópicos en su ruta hacia las Américas. De hecho, muchas barricas de vino destinadas a Inglaterra, que para entonces era uno de los mercados principales del vino de Madeira, se transportaban a menudo en los barcos hacia América y se traían de regreso ya que los conocedores pensaban que esto mejoraba el sabor.
La historia posterior
El auge del comercio de la caña de azúcar y luego del vino se vio acompañado por la producción de uvas dulces (malvasia), cebada y tintes costosos como rojo proveniente de la resina del drago (dracacea draco), conocido como sangue de dragão (sangre de dragón), y azul de la hierba pastel ode litmus roccella (urzela). Con el paso del tiempo, la apariencia de los asentamientos en las islas se hizo más europea: la élite madeirense se había hecho muy rica, y esto se reflejaba en la gran arquitectura en la isla y en las lujosas importaciones, tales como pinturas flamencas. Se construyó la catedral de la Sé (1485 – 1514) en Funchal y se desarrollaron varios monasterios, creados por la Orden Franciscana observante.
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Portugal, en el siglo XVI, tuvo que luchar para mantener sus posesiones al intensificarse la competencia entre las potencias europeas. También había una amenaza significativa de los piratas y corsarios. En Madeira se construyó una fortaleza en São Lourenço. Esta fortaleza y otras no evitaron que Madeira pasara, brevemente, a estar bajo el control español (1580 - 1640) y luego inglés (1801 - 02 y 1807 - 14). Desde el último cuarto del siglo XVII, al sobrepasar la población de las Madeiras los 50.000 habitantes y cuando las islas ya no podían sostener sus necesidades alimenticias, mucha gente emigró aún más lejos de sus raíces ancestrales y comenzó una nueva vida en el Brasil portugués o en Norteamérica. Hoy en día el grupo de islas es una región autónoma de Portugal y continúa siendo una escala útil en el Atlántico, ahora para los cruceros en vez de los barcos de esclavos, y funciona como una estación de relevo para el sistema de cable submarino atlántico.
Carlos es ingeniero metalúrgico de Barquisimeto, Venezuela. Desde la infancia se sintió muy atraído por la geografía y la historia antigua. Leer sobre estos temas se convirtió en una afición y fortaleció sus conocimientos sobre historia.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, Mark. "Colonización portuguesa de Madeira."
Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 21, 2021.
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Estilo MLA
Cartwright, Mark. "Colonización portuguesa de Madeira."
Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 21 may 2021. Web. 12 oct 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Mark Cartwright, publicado el 21 mayo 2021. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.