El Bismarck fue un acorazado alemán, el de mayor tamaño y la nave capital de mayor potencia en la Kriegsmarine. A pesar de todo su armamento y blindaje, el navío sólo participó en una operación de gran envergadura en la que, tras el hundimiento de la nave británica Hood, resultó en la destrucción del Bismarck por un gran contingente británico el 27 de mayo de 1941.
Una nueva armada alemana
La Kriegsmarine, creada en mayo de 1935, fue una nueva armada que acabó por liberarse de las restricciones impuestas en las fuerzas navales alemanas desde su derrota en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El Tratado de Versalles limitó el número y tamaño de los buques en la armada alemana. Los victoriosos Aliados estipularon que la misión de la marina se limitaría a la defensa de las costas alemanas. No obstante, a partir de 1933 el nuevo canciller, Adolf Hitler (1889-1945), estaba decidido a construir unas fuerzas navales mucho más potentes; concretamente, unas que pudiesen rivalizar con los acorazados de la Royal Navy que contaban con cañones de 15 pulgadas. En junio de 1935, se firmó el Acuerdo naval anglo-germano, por el cual se limitaba la fuerza total de la Kriegsmarine a un equivalente 35% de la Royal Navy, pero que sí permitía a Hitler perseguir su objetivo de construir enormes buques de guerra. Los nuevos acorazados se diseñaron para proteger a los grupos de combate cuya misión consistía en hundir navíos mercantes enemigos en tiempos de guerra. Resultó que, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en 1939, los acorazados se utilizaron principalmente para mantener ocupadas a las embarcaciones enemigas en un juego del gato y el ratón para asegurarse de que los grandes acorazados de Alemania no vagasen por alta mar.
Alemania comenzó a construir dos grandes acorazados, buques gemelos de una clase completamente nueva: la clase Bismarck. Estos barcos estarían a la altura de cualquier navío operativo en la Royal Navy. Las dos naves eran el Bismarck, llamado así debido al otrora canciller alemán Otto von Bismarck (1819-1898), y el Tirpitz, llamado así por el Grossadmiral Alfred von Tirpitz (1849-1930). Ambos acorazados llegaron a ser una empresa tan gigantesca que se convirtieron en proyectos importantes para el prestigio de la Alemania nazi. Eran más largos, anchos y pesados que nada que se hubiese incorporado a la marina alemana.
El Bismarck contaba con 62 cañones, todos ellos preparados para el combate.
El Bismarck se construyó en Hamburgo, en el astillero de la empresa Blohm & Voss. Las labores habían comenzado el 1 de julio de 1936. Un blindaje de 12 pulgadas de grosor (32 cm), una cubierta de dos pulgadas (5 cm), una cubierta interior con un grueso blindaje inclinado de entre tres y cuatro pulgadas (entre 8 y 11 cm) y un blindaje de 12 pulgadas de grosor alrededor de los motores, calderas y pañoles de munición protegían al Bismarck; además, también contaba con 22 compartimentos estancos. El navío se hizo oficialmente a la mar el 14 de febrero de 1939, mientras Hitler daba un discurso de 15 minutos y observaba como Dorothea von Loewenfeld, nieta de Otto von Bismarck, bautizaba el casco antes de que este se botase al mar. Proveerlo con los suministros y equipamiento necesarios llevó más de un año y dicho proceso supuso cambiar la proa por una de tipo “atlántico”, también llamada “proa lanzada”. El Bismarck entró en servicio el 24 de agosto de 1940, y su primer y único capitán fue Ernst Lindenmann (1894-1941). El acorazado disparó sus cañones contra aviación enemiga que bombardeaba Hamburgo; tras esto, zarpó hacia Gotenhafen (actualmente Gdynia, Polonia) para comenzar sus pruebas de mar en el Báltico. Se llevaron a cabo más pruebas de mar en marzo de 1941, y al verse el Bismarck en plena forma, se declaró como preparado para el combate en mayo. Se indicó la importancia de este acorazado en el esfuerzo bélico de Alemania al inspeccionarlo Hitler personalmente el 5 de mayo.
Los Aliados eran plenamente conscientes del progreso del Bismarck. El primer ministro Winston Churchill (1874-1965) describió a la nave como “el acorazado más poderoso del mundo, pues es el más reciente” (Boatner III, 328). Al ser considerado ampliamente como un barco imposible de hundir, el fuertemente blindado y armado Bismarck parecía ser, para muchos entre su tripulación, el lugar más seguro en el que pasar la guerra. No obstante, al igual que ese otro famoso navío insumergible, el Titanic, el Bismarck no sobreviviría a su primera travesía.
Especificaciones y armamento
El Bismarck medía 821 pies de eslora (250,5 metros) y contaba con una manga de 118 pies (36 metros). La anchura era inusual, pero permitía un calado más bajo, lo cual hacía que el barco fuese más estable al disparar los enormes cañones. Al estar estos cargados, el Bismarck excedía las 50.900 toneladas; mucho más de las 35.000 permitidas por el Acuerdo naval anglo-alemán. Alrededor de un 44% del peso del acorazado eran placas de blindaje. Doce calderas alimentaban los tres motores de turbinas de vapor, y estas a su vez propulsaban tres ejes de hélice. La velocidad máxima era de 30,8 nudos. La nave también tenía una catapulta desde la cual se lanzaban sus cuatro hidroaviones Arado 196, empleados en vuelos de reconocimiento. Disponía de una tripulación de 2092 personas.
El Bismarck contaba con 62 cañones, todos ellos preparados para el combate. Los de mayor tamaño eran ocho cañones de 15 pulgadas (38 cm), divididos en parejas en cuatro torretas gemelas llamadas (de proa a popa) Dora, Caesar, Bruno y Anton. El tubo de cada uno de estos inmensos cañones pesaba más de 1.000 toneladas. Había doce cañones de seis pulgadas (15 cm) en seis torretas, 14 piezas de artillería antiaérea de cuatro pulgadas (10,5 cm) en siete torretas, 16 cañones más del mismo tipo de una pulgada y medio (3,7 cm) en ocho torretas, junto con otros doce de 0,8 pulgada (2 cm) en torretas individuales o cuádruples. Los más grandes solo podían disparar dos proyectiles por minuto, pero las municiones de 1.760 libras (800 kg) podían alcanzar una distancia de 22,7 millas (36,5 km).
Se le aplicó al barco un camuflaje “báltico”, blanco y negro, en su casco y superestructura. De esta forma, usando franjas concretas con ángulos, se disimulaba su forma cuando se avistaba desde una embarcación enemiga. El barco se diseñó de manera que pareciera más corto gracias a ondas falsas en la proa y en la popa
Servicio activo
El Bismarck debía formar un grupo de batalla con otras dos naves: el crucero pesado Prinz Eugen y el crucero de batalla Gneisenau. A dicho grupo se le asignó la tarea de atacar convoyes enemigos en una misión que duraría tres meses llamada “operación Rheinübung”: esta consistía en que el Prinz Eugen y el Gneisenau hundirían fácilmente las embarcaciones mercantiles una vez que el Bismarck distrajese a los buques que las escoltaban. Esto se convertiría en una amenaza totalmente nueva para los barcos que cruzasen el Atlántico norte con suministros imprescindibles para el Reino Unido; el racionamiento ya se había introducido en enero de 1940, ya que los submarinos alemanes u-boots habían causado estragos en los convoyes comerciales.
Desafortunadamente, e el 6 de abril de 1941 se produjo un bombardeo británico en Brest, Bretaña, que dañó al Gneisenau, así que el trío de la operación Rheinübung se convirtió en un dúo. El Prinz Eugen y el Bismarck, con nada más y nada menos que el almirante Günther Lütjens (1889-1941) a bordo, zarparon rumbo al Atlántico norte a través del estrecho de Dinamarca. El plan volvió a frustrarse cuando una mina magnética dañó al Prinz Eugen el 23 de abril. La nave gemela del Bismarck, el Tirpitz, todavía no estaba preparada, así que se decidió enviar al Bismarck a una estancia temporal en Noruega, que por aquel entonces estaba bajo ocupación alemana. Una vez allí, se identificó al navío y su presencia se comunicó a la inteligencia militar británica.
El Bismarck y el Prinz Eugen comenzaron por fin su misión el 19 de mayo de 1941 partiendo hacia Noruega, donde repostó la segunda nave. Durante su partida, una embarcación sueca, un vigía de la resistencia noruega y un avión de reconocimiento de la RAF avistaron ambos barcos. Cuando se confirmó su identificación, comenzó la caza para rastrear esta arma tan peligrosa del arsenal de Alemania. Dicho cometido recayó sobre la Home Fleet británica estacionada en Scapa Flow, en las islas Orcadas. Los británicos enviaron bombarderos nocturnos a los fiordos de Bergen, pero las embarcaciones alemanas ya habían partido hacia el Atlántico a través del estrecho de Dinamarca ese mismo día, el 21 de mayo. Las gigantes esvásticas identificatorias en la cubierta de proa y popa ya se habían pintado de gris para mezclarse perfectamente con el sombrío clima del Atlántico norte, pero ahora que ambas naves se encontraban más allá del alcance de la aviación amiga, se volvieron a pintar por encima.
El 22 de mayo, el Almirantazgo británico se percató de que el Bismarck ya no estaba en Noruega, así que movilizó a la Home Fleet. Mientras tanto, Lütjens recibió un mensaje que comunicaba que la aviación de reconocimiento alemana no había detectado ningún trasiego de barcos en Scapa Flow. Estos datos resultaron ser incorrectos, ya que los británicos utilizaron barcos de mentira para dar esa precisa impresión. La Royal Navy ya se estaba acercando rápidamente y con grandes números al Bismarck. Sin más ni menos que once convoyes a punto de cruzar el Atlántico norte desde América del Norte, era crucial interceptar al Bismarck.
MÁS DE 40 NAVES BRITÁNICAS PARTICIPARON EN LA CAZA DEL BISMARCK.
En el 23 de mayo, los dos buques alemanes se encontraron con los cruceros pesados británicos Suffolk y Norfolk en el estrecho de Dinamarca. El Bismarck abrió fuego contra el Norfolk, mientras que los británicos se retiraron hacia la niebla sin haber sufrido daños. Las dos naves alemanas prosiguieron su avance a máxima velocidad, pero el nuevo radar del Suffolk era capaz de no perder de vista a ambas embarcaciones, a pesar de las maniobras evasivas de Lütjens. La Royal Navy estaba en alerta máxima, y con el Bismarck localizado, el crucero de batalla Hood y el acorazado Prince of Wales se aproximaron a los barcos alemanes. El Prince of Wales era tan reciente que el navío todavía tenía a técnicos civiles trabajando a bordo, pero sus grandes cañones de 14 pulgadas (35,5 cm) eran mínimamente inferiores a los del Bismarck.
Todas las naves dispararon. Al principio, el Hood abrió fuego contra el Prinz Eugen al confundir sus líneas con las del Bismarck, tan similares. Los dos buques alemanes concentraron sus proyectiles contra el Hood. Una andanada del Bismarck penetró el blindaje ligero de la cubierta del Hood e hizo explotar un depósito de munición, partiendo el barco en dos de forma casi instantánea. El Hood se hundió habiendo durado solamente cuatro minutos en la contienda y soportado cuatro andanadas del Bismarck. Solo hubo tres supervivientes entre su tripulación de 1420 personas. Fue un revés psicológico importante ya que el Hood era, según Ludovic Kennedy, que por aquel entonces servía como subteniente, “la nave más querida en la Armada, el epítome de Gran Bretaña y de su Imperio” (Ballard, 8). Kennedy comparó esta pérdida con un bombardeo del palacio de Buckingham. El Prince of Wales, tras sufrir un impacto directo al puente de mando y con la mitad de sus armas fuera de juego, emprendió la retirada. Fue un encuentro inquietante. Si el Bismarck podía causar tanto daño contra buques fuertemente armados y blindados, la destrucción que podría causar a los convoyes sería inmensa.
La caza continúa
El Prinz Eugen salió de la batalla sin un rasguño. Sin embargo el Bismarck había sufrido serios desperfectos. Dos proyectiles habían causado inundaciones debajo de la cubierta, incluyendo una en una sala de calderas. El barco cabeceaba hacia la proa, 1000 toneladas de combustible se habían hecho inaccesibles y había una fuga en el depósito de combustible. Dicha fuga facilitó a las naves británicas seguir al Bismarck, que se había apartado del Prinz Eugen y se dirigía hacia St. Nazaire, en la costa francesa, para llevar a cabo las reparaciones necesarias. El acorazado no tenía suficiente combustible como para llegar a Groenlandia, donde los u-boots podrían haber acudido en su ayuda. Algo crucial fue que el Bismarck podía mantener una velocidad de 28 nudos y todo su arsenal seguía en buen estado.
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Más de 40 barcos británicos estaban a la caza, incluidos acorazados, cruceros, destructores y dos portaaviones; sin embargo, algunos de ellos seguían lejos de la zona de acción, y el clima era horrible. Los británicos estaban usando aviación del portaaviones Victorious para seguir al Bismarck. Estos biplanos Swordfish estaban anticuados, pero ambos podían lanzar un único torpedo, lo que la tripulación llamaba un "kipper" (arenque). Los Swordfish atacaron al Bismarck el 24 de mayo. Lütjens realizó maniobras evasivas mediante movimientos en zigzag; un torpedo impactó contra la nave, pero las placas de blindaje hicieron su trabajo. Sin embargo, la explosión del torpedo arruinó las reparaciones temporales que se hicieron durante la batalla contra el Hood. Una vez más, el agua entraba en el Bismarck.
Durante la oscura madrugada del 25 de mayo, Lütjens hizo virar el acorazado en un arco amplio para ponerse por detrás de los británicos que le perseguían; tras esto, sin ser detectado, zarpó hacia St. Nazaire. Pensando que los británicos no podrían haber perdido de vista a su presa (cuando, en realidad, sí que la perdieron), Lütjens cometió el error de usar su radio, lo cual alertó a los británicos de hacia dónde se dirigía el Bismarck. Los barcos británicos, en parte debido a cálculos erróneos en las coordenadas, habían estado buscándolo por todas partes sin éxito alguno. Ahora se trataba de una carrera contrarreloj para evitar que el Bismarck se acercase lo suficiente a la costa como para recibir protección por parte de los u-boots y la aviación, pero Lütjens hubo de reducir la velocidad para ahorrar combustible. Seguramente debió de arrepentirse de no haber repostado en Noruega el 20 de mayo.
Un hidroavión Catalina confirmó haber identificado al Bismarck durante la mañana del 26 de mayo. El Almirantazgo británico, ante la posibilidad de la batalla, dirigía más y más y barcos al Atlántico central. Por la tarde, un escuadrón de 15 Swordfish del portaaviones Ark Royal estaba persiguiendo al Bismarck. El crucero ligero Sheffield fue el primero en establecer contacto visual. Los Swordfish atacaron no al Bismarck, sino al Sheffield, debido a un terrible error de identificación; cosa que es bastante común en mares tempestuosos. Afortunadamente, los torpedos estaban equipados con detonadores magnéticos que acabaron fallando, así que el Sheffield escapó sin daño alguno. Los aviones repostaron y sus torpedos se equiparon con detonadores de contacto, más fiables. En otra casualidad de la guerra, el u-boot alemán U-556 se encontraba en la zona, sin haber sido detectado: su capitán detectó al Ark Royal, pero como ya había disparado todos sus torpedos contra convoyes de suministros, no pudo hacer nada para asistir al Bismarck.
Hundir al Bismarck
Los Swordfish despegaron desde el Ark Royal, y esta vez atacaron al Bismarck. Todos los 15 aviones soltaron los torpedos, volando a ras de las olas, a 100 pies (30 m) para mantenerse a salvo de las formidables armas antiaéreas del acorazado. Dos torpedos hicieron impacto, pero ocasionaron daños menores al casco blindado. Un tercer torpedo estuvo a punto de no acertar, pero llegó a colisionar contra la popa del barco. Podría ser algo insignificante para un navío tan potente, pero resultaría ser un impacto letal: el Bismarck, con su mecanismo de dirección averiado, se mantuvo virando a estribor. El mar, que se embravecía por momentos, con olas de más de 50 pies de alto (15 m) hizo imposible ninguna reparación significativa, ni soluciones temporales a este problema. No había otro remedio que enfrentarse al enemigo. Lütjens envió la siguiente señal de radio: “Nave ingobernable. Lucharemos hasta la última granada. ¡Larga vida al Führer!” (Boatner III, 328)
Cinco destructores británicos atacaron al Bismarck, pero los cañones de mayor potencia del acorazado consiguieron repelerlos. Se perdió a Bismarck de vista durante un tiempo, pero lo volvieron a encontrar. Ludovic lo describió así: “Surgía de una borrasca lejana, negro, gigantesco, hermoso, el buque de guerra más maravilloso que yo o ninguno de nosotros hayamos visto jamás” (Ballard, 9). El acorazado todavía se encontraba a unas 600 millas (965 km) de Brest.
Al amanecer del 27 de mayo, dos acorazados británicos, el King George V y el Rodney, se encontraban lo suficientemente cerca y abrieron fuego contra el Bismarck. El Norfolk y, posteriormente, el Dorsetshire, brindaban fuego de apoyo. Los disparos se sucedían en los cinco buques. Entre las explosiones, las torretas del Bismarck fueron quedando inutilizadas una a una. En esta batalla que duró 90 minutos, se dispararon 2876 proyectiles al acorazado, que ahora era un blanco fácil y estaba escorándose rápidamente. Se tomó la decisión de hundir deliberadamente el Bismarck mediante explosivos y la apertura de las válvulas de inundación y compartimentos estancos. Dos supervivientes (Gerhard Junack y Werner Lust) y el informe oficial de la marina alemana (publicado mucho más tarde) confirmaron dicha decisión. Mientras tanto, el Dorsetshire lanzó dos torpedos al casco en llamas. Lütjens había muerto, y el capitán Lindemann se quedó a bordo intencionadamente mientras el otrora gran acorazado se hundía bajo las olas. El Dorchester y el destructor Maori recogieron a los supervivientes, pero el avistamiento de un submarino (que resultó ser una falsa alarma) suspendió las operaciones, lo cual hizo que cientos de hombres se ahogasen. En total murieron 2091 personas en el Bismarck, y solo sobrevivieron 110 de las 1000 que saltaron desde el acorazado mientras este se hundía. De estos 110 hombres, uno murió a causa de sus heridas, mientras que el resto pasaría lo que quedaba de la Segunda Guerra Mundial en campos de prisioneros de guerra. Poco antes de que anocheciese, un u-boot rescató a tres marineros alemanes que se habían aferrado a un bote, y la nave alemana Sachsenwald rescató a otros dos que estaban en una balsa salvavidas.
Repercusiones
En el plano general de la guerra, el hundimiento del Bismarck fue una gran pérdida, pero también hubo una ganancia: un elevado número de barcos enemigos se involucró en su destrucción, muchos de los cuales podrían haber ayudado en la defensa de Creta cuando esta cayó ante una invasión alemana el mismo mayo de 1941. Hitler prohibió a la Kriegsmarine que emplease grandes buques en incursiones en el Atlántico; sin embargo, la destrucción de buques cisterna y el descifrado de los códigos usados en las comunicaciones navales de Alemania fueron los factores más importantes que aseguraron el control del Reino Unido en las vitales rutas marítimas del Atlántico.
Los decepcionantes historiales del Bismarck y el Tirpitz (este último hundido en aguas noruegas por un bombardeo) ponen de manifiesto que las innovaciones efectuadas en la guerra naval los habían dejado obsoletos casi antes de que fuesen botados. Los grandes acorazados eran, simplemente, demasiado vulnerables a ataques aéreos como para justificar los exorbitantes recursos y esfuerzos dedicados a construirlos.
El pecio del Bismarck
El Bismarck siguió llamando la atención tras la guerra. Dos libros destacados de hombres partícipes en la batalla fueron Pursuit: The Chase and Sinking of the Bismarck, por Ludovic Kennedy, y Battleship Bismarck, por Burkard von Müllenheim-Rechberg. Se estrenó también una película británica, ¡Hundan al Bismarck!, en 1960. Posteriormente, en los años ochenta, se inició la caza para encontrar el pecio del Bismarck.
Robert D. Ballard (nacido en 1942) había descubierto el pecio del RMS Titanic en 1985, y ahora, cuatro años después, dirigió un equipo para encontrar el del Bismarck. Después de una búsqueda que duró dos años, se encontró finalmente en junio de 1989. El imponente acorazado yacía sobre su quilla tres millas (4,8 km) por debajo de la superficie del Atlántico. Los potentes cañones y sus torretas se habían desprendido, pero el barco todavía albergaba un aura corpulenta y poderosa. La investigación del estado del pecio sugiere que el acorazado ya estaba naufragando antes de que se tomase la decisión de hundirlo intencionalmente, aunque los explosivos alemanes permitieron que entrase tanta agua en el barco que se mantuvo asombrosamente intacto durante su largo descenso a su lugar de descanso, en el lecho marino.
El acorazado alemán Bismarck se hundió debido a los explosivos detonados deliberadamente por la tripulación dentro del barco. Probablemente, se habría hundido de todas formas debido a los cañonazos incesantes de un cuarteto de buques británicos: el King George V, el Rodney, el Norfolk y el Dorsetshire.
¿Por qué era el Bismarck tan temido?
El acorazado alemán Bismarck era tan temido debido a su superioridad frente a cualquier nave de la Royal Navy en términos de armamento y blindaje. También era temible porque su misión consistía en la destrucción de convoyes de naves de suministros que cruzaban el Atlántico.
¿Por qué se hizo tan famoso el Bismarck?
El acorazado Bismarck fue muy famoso porque era el buque de guerra más grande y potente de Alemania.
Estudiante en la Universidad de Oviedo por Lenguas Modernas, apasionado de los idiomas y la Historia e iniciándose en el mundo de la traducción. Su gato, Maviş, es su secretario personal.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
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Cartwright, M. (2024, marzo 08). Acorazado Bismarck [Battleship Bismarck].
(S. V. Muñoz, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-22742/acorazado-bismarck/
Estilo Chicago
Cartwright, Mark. "Acorazado Bismarck."
Traducido por Sergio Vigil Muñoz. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 08, 2024.
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Cartwright, Mark. "Acorazado Bismarck."
Traducido por Sergio Vigil Muñoz. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 08 mar 2024. Web. 04 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Mark Cartwright, publicado el 08 marzo 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.