La gran deidad hindú Shiva posee múltiples facetas y numerosas representaciones en el arte, pero quizá la más conocida sea la de una figura danzante dentro de un círculo de fuego: Shiva Nataraja, el Señor de la Danza. Esta imagen, rica en iconografía y significados ocultos, puede encontrarse en museos, templos, restaurantes y tiendas esotéricas de todo el mundo.
Shiva Nataraja
Jean-Pierre Dalbéra (CC BY)
Shiva, al igual que muchas otras deidades importantes del hinduismo, es una figura compleja, dotada de una infinidad de atributos que a veces parecen contradecirse entre sí. Así, en su manifestación como Nataraja, se lo representa en su triple rol de Creador, Conservador y Destructor. La figura danzante de Shiva apareció por primera vez en esculturas de templos de piedra en la India durante los siglos V y VI d.C., pero no fue sino hasta el siglo X que se volvió habitual la representación escultórica exenta que hoy conocemos, por lo general realizada en bronce. En esta forma notablemente estandarizada, el dios se muestra danzando dentro de un halo llameante (prabha mandala), símbolo del Tiempo, representado como un círculo para ilustrar la creencia hindú de que este es cíclico y sin fin. Las llamas del anillo brotan de las bocas de makaras, criaturas marinas mitológicas representadas en la base de la escultura. En los primeros bronces, el anillo adoptaba una forma más arqueada, como puede verse en una de las esculturas más antiguas que se conservan, realizada hacia el año 875 y ubicada en el templo de Shiva en Nallur, cerca de Thanjavur. Con el tiempo, sin embargo, el círculo perfecto se convirtió en la norma.
La danza que ejecuta el sonriente Shiva es el Tandava, la danza cósmica que crea y destruye el universo.
La danza que ejecuta el sonriente Shiva es el Tandava, la danza cósmica que crea y destruye el universo. La energía y el desenfreno del movimiento se reflejan en sus rodillas flexionadas y en la forma exuberante en que se extienden sus cabellos. Entre sus mechones hay también un cráneo, una flor de datura y una luna creciente, que simboliza la idea de que Shiva está siempre presente, aunque no siempre sea visible. Aún más destacada es la figura de Ganga, personificación del río Ganges, quien, según la mitología hindú, descendió suavemente del cielo a la tierra a través del cabello del dios. En algunas representaciones, su melena está coronada por un abanico de hojas de konnai.
Shiva produce su propia música, ya que en su mano superior derecha sostiene un pequeño tambor, el damaru, que usualmente tiene forma de reloj de arena. Este instrumento no solo marca el ritmo, sino que también recuerda que fue ese tambor el que emitió los primeros sonidos de la creación. Su latido se considera también el latido del cosmos: el maya. En cambio, en su mano superior izquierda, sostiene el agni, el fuego divino que habrá de destruir el universo.
La mano inferior derecha de Shiva realiza el gesto de bendición conocido como abhaya mudra, que disipa todo temor, mientras que el brazo inferior izquierdo se extiende sobre su torso y la mano señala su pie izquierdo en el gesto de gaja hasta, símbolo de salvación y liberación. Su pie derecho aparece pisando a la figura enana Apasmara Purusha, quien sostiene una cobra y representa la ilusión y la ignorancia que desvían a la humanidad de la verdad. El motivo de la cobra se repite, colgando muerta del brazo derecho del dios. Shiva suele llevar únicamente un dhoti corto, atado a la cintura con una faja cuyos extremos, típicamente, ondean al compás de la danza y se extienden hasta unirse con el círculo de fuego. También porta joyas: collares, brazaletes y tobilleras.
La imagen de Shiva como Nataraja alcanzó una especial popularidad durante el período Chola, cuando los artesanos produjeron grandes cantidades de esculturas de esta figura en bronce que, con una altura de hasta 1,4 metros, solían llevarse en procesiones religiosas y festivales como representación del dios. Los primeros ejemplares pueden identificarse por los lados rectos del círculo de fuego, como se mencionó antes, así como por la ausencia de Ganga y por el hecho de que las llamas individuales presentan solo tres puntas. En esculturas posteriores, Shiva también lleva una campana atada a la pierna que sostiene su peso. La figura de Shiva Nataraja se ha convertido, quizás, en el icono más difundido del hinduismo, y las esculturas de bronce continúan produciéndose hoy en día en algunas regiones del sur de la India, especialmente en los alrededores de Chidambaram, donde, según una antigua leyenda, Shiva realizó su danza de creación y destrucción en un bosque de árboles tillai.
Estudiante avanzada de traducción con experiencia en proyectos terminológicos junto a la OMPI. Interesada en la traducción especializada y en facilitar el acceso multilingüe a contenidos culturales y educativos.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, Mark. "Shiva Nataraja, el Señor de la Danza."
Traducido por Federica Buckmeier. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 08, 2015.
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Cartwright, Mark. "Shiva Nataraja, el Señor de la Danza."
Traducido por Federica Buckmeier. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 08 sep 2015, https://www.worldhistory.org/article/831/shiva-nataraja---lord-of-the-dance/. Web. 14 jul 2025.
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Escrito por Mark Cartwright, publicado el 08 septiembre 2015. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.