Narración de la vida de Henry Box Brown (1851) es la autobiografía de Henry Box Brown (en torno a 1815-1897), quien se convirtió en el esclavo fugitivo más famoso de su tiempo cuando se envió a sí mismo en una caja desde Richmond, Virginia, a Filadelfia, Pensilvania, el 29 de marzo de 1849. El libro se convirtió en un éxito de ventas y Brown en una celebridad popular.
Resurrección de Henry Box Brown
William Still (Public Domain)
Hay dos ediciones de la obra, una edición de 1849 publicada en Boston y una edición de 1851 publicada en Manchester, Inglaterra, después de que Brown huyera allí en 1850 cuando el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley de Esclavos Fugitivos de 1850. Se cree que la obra de 1849 fue escrita como una autobiografía por el abolicionista Charles Stearns de Boston, pero hay evidencia de que la edición de 1851 (la más conocida) fue escrita por Brown o, al menos, que contribuyó directamente a ella.
Brown nunca fue maltratado por sus amos, pero era consciente de que lo consideraban como su propiedad.
Como dice Brown en su obra, nunca fue maltratado por su amo y, de hecho, él y sus hijos lo favorecían hasta el punto de que nunca fue azotado. No obstante, era dolorosamente consciente de que lo consideraban su propiedad, sin libertad de acción ni autonomía, y completamente a merced de su voluntad, para hacer con él lo que desearan en cualquier momento.
A lo largo de la primera parte de su libro, Brown describe las condiciones en las que vivió, comenzando con el párrafo inicial:
Nací a unas cuarenta y cinco millas de la ciudad de Richmond, en el condado de Louisa, en el año 1815. Entré en el mundo como esclavo, en medio de un país cuyos textos más venerados declaraban que todos los hombres tienen derecho a la libertad; pero en mi cuerpo no había ninguna marca que indicara que mi destino era ser un hombre esclavizado. Tampoco hubo ningún ángel que, en el momento de mi nacimiento, estuviera allí para entregar mi cuerpo, por mandato del cielo, como propiedad de otro hombre. No, era esclavo porque mis compatriotas, en total desprecio de la voluntad declarada del cielo, habían legalizado que los fuertes se apoderaran de los débiles y los compraran y vendieran como mercancías.
Así nací esclavo; tiranos sin remordimientos, faltos de religión y de todo principio de humanidad, estaban junto a mi madre cuando entré en este mundo, antes de haber hecho nada para perder mi libertad y, cuando mi alma todavía no se había corrompido por la comisión de ningún pecado, estiraron los brazos sangrientos y me marcaron con la señal de la esclavitud, y así me convertí en su propiedad. Sí, me robaron a mí mismo antes de que pudiera conocer la naturaleza de sus malvados artificios, y desde entonces hasta que logré arrancarme de sus manos, retuvieron su propiedad robada.
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Brown tenía un acuerdo con su amo según el cual, a cambio de una suma que Brown le pagaba regularmente, nunca vendería a la esposa de Brown, Nancy, ni a sus hijos. Sin embargo, a principios de 1849 o finales de 1848, el amo, un tal William Barret, después de aceptar el pago, vendió a la familia de Brown a un ministro en Carolina del Norte.
Después de esto, Brown comenzó a preparar un plan para escaparse al norte y a la libertad, y finalmente decidió su ahora famoso plan de enviarse por correo a los abolicionistas de Filadelfia en una caja. Llegó 27 horas después, saludó a sus libertadores, cantó una canción de alabanza y, a partir de entonces, fue conocido como Henry Box Brown. Después de huir a Inglaterra en 1850, pasó el resto de su vida como artista popular y regresó a los Estados Unidos en 1875 después de que la esclavitud hubiera sido abolida.
En los pasajes a continuación, de la edición de 1851 de su autobiografía, Brown describe las condiciones en las que él y sus compañeros esclavos vivían en Richmond, Virginia, y también hace referencia a las atrocidades que tuvieron lugar en el otoño de 1831 después de la rebelión de Nat Turner en el condado de Southampton, Virginia, ese agosto. Incapaz de soportar las crueldades diarias de la esclavitud, Brown se arriesgó y se envió, literalmente, a la libertad en el norte.
Texto
Lo siguiente está tomado del capítulo III (descripción de las secuelas de la rebelión de Nat Turner) y el capítulo IV de Narración de la vida de Henry Box Brown, de su puño y letra, págs. 19-20 y 22-27, publicado en el sitio Documenting the American South. La narración completa se encuentra a continuación en la bibliografía.
Unos dieciocho meses después de llegar a la ciudad de Richmond, tuvo lugar un evento extraordinario que causó gran emoción en toda la ciudad. Entonces no sabía exactamente cuál era la causa de esta agitación, ya que no podía obtener información satisfactoria de mi amo, quien solo me dijo que algunos de los esclavos habían conspirado para matar a sus dueños. Desde entonces he aprendido que fue la famosa insurrección de Nat Turner.
Muchos esclavos fueron azotados, ahorcados y degollados con espadas en las calles; y algunos que fueron encontrados fuera de sus cuartos después de anochecer, fueron fusilados; toda la ciudad estaba en gran agitación, y los blancos parecían aterrados más allá de toda medida, tan cierta es la frase de que «los malvados huyen cuando nadie los persigue.»
Un gran número de esclavos fue encadenado con esposas; algunos fueron colgados parcialmente, como se decía, es decir, suspendidos de algún árbol con una cuerda alrededor del cuello, ajustada de tal manera que no los estrangulaba por completo; y luego eran apedreados por hombres y niños con huevos podridos. ¡Este ahorcamiento parcial es una especie refinada de castigo peculiar para los esclavos!
Un hombre afroamericano no identificado ahorcado de un árbol
National Photo Company (Public Domain)
Esta insurrección ocurrió a cierta distancia de la ciudad y fue la ocasión para la promulgación de esa ley que prohibía que más de cinco esclavos se reunieran, a menos que estuvieran trabajando; y también de aquella ley para silenciar a todos los predicadores de raza negra. Uno de esa clase en nuestra ciudad se negó a obedecer el impío mandato y, como consecuencia de su negativa, fue severamente azotado.
Sin embargo, se descubrió que su religión estaba tan profundamente arraigada que ningún poder humano podía silenciarlo, y en consecuencia, ningún esfuerzo logró arrancar de sus labios la promesa de que cesaría de proclamar las buenas nuevas del evangelio a sus compañeros esclavizados y perdidos.
Ya llevaba cerca de dos años en la ciudad de Richmond, y no habiendo, durante ese tiempo, visto y muy pocas veces oído de mi madre, mis sentimientos fueron puestos a prueba duramente por la separación que tuve que soportar. Extrañaba profundamente su sonrisa acogedora cuando regresaba de mi tarea diaria; en ese momento, nadie parecía simpatizar conmigo, y comencé a sentir, en verdad, que realmente estaba solo en el mundo; y lo peor de todo, no podía consolarme con ninguna esperanza, ni siquiera la más remota, de que alguna vez volvería a ver a mis queridos padres…
…Tras la muerte de nuestro lamentado capataz, nos pusieron bajo el cuidado de uno de los hombres más mezquinos y crueles que jamás conocí; pero antes de referirme particularmente a su conducta, puede ser interesante describir las circunstancias y la condición de los esclavos que él tenía que supervisar. El edificio donde trabajaba medía aproximadamente unos cien metros de largo y tenía tres pisos de altura, con capacidad para albergar a doscientos trabajadores, aunque solo albergaba a ciento cincuenta. Ciento veinte de las personas empleadas eran esclavos, y el resto, personas libres de raza negra.
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Estábamos obligados a trabajar catorce horas al día en verano y dieciséis en invierno. Una semana consistía en separar los tallos de las hojas del tabaco; luego, las hojas se humedecían con un líquido hecho de regaliz y azúcar, lo que lo hacía no tan desagradable al gusto de quienes lo trabajaban. Estas tareas las realizaban las mujeres y los niños, y después de ser humedecidas, los hombres se llevaban las hojas y las presionaban con las manos para hacer montones y luego las retorcían. Después se enviaban a lo que se llama la casa de máquinas, donde se prensaban en cajas y barriles, de donde pasaban a la casa de curación, y después de permanecer allí unos treinta días, se sacaban y se enviaban al mercado.
Wilson Chinn, un esclavo marcado
Charles Paxton (Copyright)
El capataz que teníamos se llamaba John F. Allen; era un completo villano en todas sus formas de hacer negocios. Tenía un aspecto salvaje y siempre parecía estar listo para cualquier acto de barbarie o crueldad que el más vil de los déspotas pudiera exigirle. Sabía cómo sacar provecho de un centavo para su propio beneficio tan bien como cualquier hombre.
Nadie podía igualarlo en hacer un trato; pero no sabía si había adquirido su astucia ruin al asociarse con ese clan o si la tenía originalmente como una de las propiedades inherentes a su disposición diabólica. No pude descubrirlo, pero superaba a todos los que había visto en triquiñuelas y artificios bajos y mezquinos. Solía jactarse de que, gracias a su astucia en la gestión de los esclavos, ganaba lo suficiente para mantenerse a él y a su familia (y tenía una familia muy grande que estoy seguro consumía no menos de cien dólares al año) sin tocar ni un solo centavo de su propio salario, que era de mil quinientos dólares al año.
El Sr. Allen solía levantarse muy temprano por la mañana, no para disfrutar de una dulce comunión con sus propios pensamientos o con su Dios; ni para promover los legítimos intereses de su amo, sino para ocuparse de asuntos que principalmente le concernían a él; es decir, robar a su amo y a los pobres esclavos bajo su control por todos los medios a su alcance.
Nuestro amo consideraba que el hecho de que se levantara temprano era una muestra de gran dedicación a su negocio; y como además era muy piadoso y miembro de la Iglesia Episcopal, mi amo parecía confiar mucho en él. Por lo tanto, no servía de nada que ninguno de los trabajadores se quejara al amo de algo que el capataz hiciera, porque él no escuchaba ni una palabra de lo que decían, sino que daba su visto bueno a su conducta bárbara en su totalidad, sin importar cuán tiránica o injusta fuera esa conducta, o cuán crueles fueran los castigos que él infligía; de modo que ese demonio de capataz era, en realidad, nuestro amo.
Como muestra de la crueldad de Allen, mencionaré el repugnante caso de un hombre de raza negra, que con frecuencia tenía el hábito de cantar. Este hombre enfermó, y aunque no había aparecido en la fábrica durante dos o tres días, no se le hizo caso; no se le proporcionó ningún medicamento ni se empleó ningún médico para curarlo. Al final de ese tiempo, Allen ordenó a tres hombres que fueran a la casa del inválido y lo llevaran a la fábrica; y, por supuesto, en poco tiempo apareció el enfermo; sin embargo, estaba tan débil por la enfermedad que apenas podía mantenerse en pie.
Sin embargo, Allen ordenó que lo desnudaran y le ataran las manos por detrás; luego lo ataron a un gran poste y lo interrogaron sobre su canto; Allen le dijo que su canto consumía demasiado tiempo y que le causaba mucho dolor, pero que le daría una medicina que lo curaría; el pobre hombre tembloroso no respondió y, de inmediato, el piadoso capataz Allen, por ningún otro crimen que no fuera la enfermedad, le infligió doscientos latigazos en su espalda desnuda; e incluso esto probablemente habría sido solo una pequeña parte de su castigo, si el pobre hombre no se hubiera desmayado; ¡y solo entonces el demonio sediento de sangre dejó de usar el látigo!
Yo mismo fui testigo de esta transacción, pero no me atreví a decir que el tirano estaba haciendo mal, porque yo era un esclavo y cualquier interferencia de mi parte, me habría llevado a un castigo similar. Después de eso este pobre hombre estuvo enfermo durante cuatro semanas, durante las cuales se le retuvo la asignación semanal de setenta centavos, que se les daba a los trabajadores para que se alimentaran, y la esposa del pobre hombre tuvo que mantenerlo de la mejor manera que pudo, lo cual, en una tierra de esclavitud, no es asunto fácil.
Los defensores de la esclavitud a veces nos dicen que el esclavo está en mejores circunstancias que si estuviera en un estado de libertad, porque tiene un amo que le proporciona lo necesario cuando está enfermo; pero, incluso si esta doctrina fuera cierta, no ofrecería ningún argumento a favor de la esclavitud; porque ninguna cantidad de bondad puede ser el precio legítimo de la libertad de un hombre, cuyo menoscabo es contrario a las leyes de la humanidad y a los decretos de Dios.
Pero, ¿cuál es el hecho real? En muchos casos, los duros trabajos y las exposiciones a los que el esclavo debe someterse a voluntad de su amo, le causan la enfermedad, y aún así, es susceptible de recibir el látigo por medicina, y vivir o morir de hambre como pueda, sin ningún tipo de apoyo por parte de su dueño; porque no existe ninguna ley mediante la cual el amo pueda ser castigado por su crueldad, ni por la que se le pueda obligar a darle apoyo a su esclavo sufriente.
Mi amo conocía todas las circunstancias del caso que acabo de relatar, pero nunca interfirió, ni siquiera reprendió al cruel capataz por lo que había hecho; su lema era, el Sr. Allen siempre tiene razón, y así, correcto o incorrecto, cualquier cosa que hiciera era ley, y de su voluntad no había apelación.
Antes he declarado que el Sr. Allen era un hombre muy piadoso: también era miembro de la iglesia, pero era muy adicto al hábito de maldecir profanamente, un vicio que, en los países esclavistas, no es nada raro en los miembros de la iglesia. Solía dedicar buena parte de sus insultos a maldecir a toda la raza negra, usando tantos términos denigrantes que no podría reproducirlos aquí sin mancillar la pluma con la que escribo. Entre los epítetos más suaves estaban: «cerdos», «perros», «marranos», etc., etc.
En una ocasión, estaba ocupado leyendo la Biblia cuando entró un esclavo que había llegado unos minutos tarde... ¡precioso tiempo! Allen dependía de la puntualidad de sus esclavos para mantener a su familia, como se mencionó anteriormente; su ansiedad por proveer a su hogar lo llevó a estallar en un violento arranque de ira, de modo que cuando el esclavo entró, le dijo: “¿Por qué llegas tan tarde, granuja negro?”
El pobre hombre se esforzó por disculparse por su tardanza, pero fue en vano. Este supuesto cristiano procedió a probar los efectos de la Biblia en el cuerpo del esclavo, ¡y de hecho le dio un fuerte golpe en la cara con el libro sagrado!
Pero como eso no cumplió su propósito, y el hombre permanecía en silencio, agarró un palo y lo golpeó con él. Después, el esclavo se quejó al amo de la conducta del capataz, pero le dijeron que el Sr. Allen no haría nada malo.
¿Qué es «Narración de la vida de Henry Box Brown»?
«Narración de la vida de Henry Box Brown» es la autobiografía del exesclavo, y más tarde abolicionista y artista, Henry Box Brown, quien se hizo enviar por correo desde la esclavitud en Virginia hasta la libertad en Pensilvania.
¿Cómo logró Henry Box Brown enviarse a sí mismo hacia el norte?
Henry Box Brown contó con la ayuda de personas compasivas tanto al inicio como al final de su travesía, quienes le ayudaron a escapar de la esclavitud en Virginia.
¿Qué le ocurrió a Henry Box Brown después de escapar de la esclavitud?
Henry Box Brown se convirtió en un orador célebre en el circuito antiesclavista después de su escape, y luego dejó los Estados Unidos para ir a Inglaterra, donde se convirtió en un popular artista.
¿Cómo murió Henry Box Brown?
Henry Box Brown murió de causas naturales en 1897 en Toronto, Canadá.
Marco Kunzler es psicólogo licenciado y traductor autónomo con experiencia en ONG internacionales. Apasionado por conectar con diversas culturas, apoya el aprendizaje permanente y valora las interacciones significativas entre profesiones y comunidades.
Joshua J. Mark es cofundador y director de contenido de la World History Encyclopedia. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, Joshua J.. "Henry Box Brown y la esclavitud en los Estados Unidos."
Traducido por Marco A. Kunzler. World History Encyclopedia. Última modificación abril 16, 2025.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2697/henry-box-brown-y-la-esclavitud-en-los-estados-uni/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Henry Box Brown y la esclavitud en los Estados Unidos."
Traducido por Marco A. Kunzler. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 16 abr 2025, https://www.worldhistory.org/article/2697/henry-box-brown-on-slavery-in-the-united-states/. Web. 14 jun 2025.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 16 abril 2025. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.