Cuando Sojourner Truth (en torno a 1797-1883) escapó de la esclavitud, dijo: «No me escapé corriendo, porque pensé que eso era malo, sino que me fui caminando creyendo que eso estaba bien» (Delbanco, 142). Así fue también con Harriet Tubman (en torno a 1822-1913), quien, cantando un cántico espiritual para avisar a sus amigos y familiares de que se iba, salió por la puerta de la plantación en el otoño de 1849 y se dirigió al norte desde Maryland hasta el estado libre de Pensilvania.
Harriet Tubman
Harvey B. Lindsley (Public Domain)
Para quienes escapaban de la esclavitud en el sur, incluso aquellos cerca de los estados libres del norte, como Tubman en Maryland, el viaje era peligroso tal y como explica la académica Kate Clifford Larson:
«Había un miedo constante a los implacables cazadores de esclavos que estaban armados con pistolas, cuchillos y látigos y que cazaban con perros feroces entrenados para atacar a seres humanos.
Las barreras naturales también eran abundantes. Muchos esclavos que huían hacia la libertad por la ruta terrestre a través del este de Maryland hacia Delaware y luego al norte hacia Pensilvania, o al este y al norte hacia Nueva Jersey, carecían de ropa y zapatos adecuados. Las espinas de los frutos del liquidámbar, los matorrales espinosos, las afiladas agujas de la hierba de los pantanos y los caminos helados en invierno se cebaban con los pies y las extremidades de los fugitivos agotados.
Los numerosos ríos, arroyos y humedales de la costa este representaban un serio obstáculo, particularmente para los fugitivos que no sabían nadar. La ropa mojada podía atraer atención no deseada, y el clima frío podía debilitar gravemente a los escapados hambrientos y empapados. A veces, en las peores condiciones de humedad, la ropa áspera de los esclavos, hecha de lino u otro material tosco, rozaba contra su piel, causándoles heridas que hacían que cada paso hacia la libertad estuviera lleno de dolor». (102-103)
Aun así, como Tubman le contó más tarde a su biógrafa, Sarah Hopkins Bradford (1818-1912):
«Comencé con esta idea en la cabeza: tengo derecho a dos cosas, y son la Muerte o la Libertad; una u otra voy a tener. Nadie me llevará de vuelta viva». (Bradford, 21)
Así, soportando todas las dificultades, viajó sola, siguiendo la Estrella del Norte, y encontró su libertad en Filadelfia, donde fue recibida por abolicionistas como William Still (1819-1902) y Passmore Williamson (1822-1895), entre muchos otros.
Sin embargo, la libertad se sentía vacía para Tubman, porque su familia seguía esclavizada en Maryland. William Still y Passmore Williamson estaban entre los muchos abolicionistas involucrados en el ferrocarril subterráneo, una coalición de personas con ideas afines dedicadas a ayudar a los esclavos en su camino hacia la libertad en los estados del norte o Canadá, quienes usaban una terminología asociada con un ferrocarril real:
Agentes: personas que alertaban a los esclavos sobre la existencia del «ferrocarril» y organizaban reuniones con los conductores.
Conductores: personas que guiaban físicamente a los que buscaban la libertad hacia casas seguras y destinos en el norte.
Maestros de estación: personas que operaban las casas seguras, alimentaban y vestían a los que buscaban la libertad y los escondían de los cazadores de esclavos.
Accionistas: personas que proporcionaban apoyo financiero para el «ferrocarril».
Aunque Tubman podría haber intentado conformarse con la vida como mujer libre en Filadelfia, no podía hacerlo mientras su familia seguía esclavizada, por lo que regresó para liberarla. Sus primeros viajes a Maryland por el bien de su familia se convirtieron en la obra de su vida, ya que regresó 19 veces entre 1850 y 1860 y guió personalmente al menos a 70 personas hacia el norte y dio a conocer el ferrocarril subterráneo, que podía ayudarlos en su camino hacia la libertad.
LA ESCRITORA SARAH HOPKINS BRADFORD ENTREVISTÓ A TUBMAN DETENIDAMENTE y escribió DOS OBRAS BIOGRÁFICAS, cuyas ganancias DE LAS ventas fueron para HArriet.
Con el tiempo, Tubman sería agente, conductora, maestra de estación y accionista, pero es más famosa como conductora. Tras la aprobación de la Ley de Esclavos Fugitivos de 1850 por el Congreso de los Estados Unidos, que obligaba a los ciudadanos de los estados libres a ayudar a los cazadores de esclavos a recuperar a los buscadores de libertad, los fugitivos ya no estaban seguros en el norte, por lo que Tubman viajó repetidamente entre Maryland y Canadá, donde los fugitivos estaban fuera del alcance de los cazadores de esclavos estadounidenses, entre 1850 y 1860.
La esclavitud fue abolida tras la guerra de Secesión mediante la Decimotercera Enmienda en 1865, tras lo cual ya no fue necesario el ferrocarril subterráneo. Tubman se estableció en Auburn, Nueva York, en una granja que había comprado, pero le costaba llegar a fin de mes. Su amiga y admiradora, la escritora Sarah Hopkins Bradford, entrevistó a Tubman extensamente y escribió dos obras biográficas:Scenes in the life of Harriet Tubman (Escenas en la vida de Harriet Tubman, 1869) y Harriet, The Moses of her People (Harriet, la Moisés de su pueblo, 1886). Todas las ganancias de las ventas de estas obras fueron para Harriet.
Scenes in the Life of Harriet Tubman fue un éxito de ventas y es también la primera biografía sobre Harriet, de la cual han extraído información escritores posteriores. Bradford estuvo entre los primeros escritores blancos estadounidenses en centrarse en la experiencia negra y crear un relato completo en primera persona de lo que era ser esclavo en los Estados Unidos en el siglo XIX.
Sarah Hopkins Bradford
Unknown Photographer (Public Domain)
La cabaña del tío Tom (1852), de la escritora blanca y abolicionista Harriet Beecher Stowe (1811-1896), era una obra de ficción que se basaba en narrativas de esclavos (como la de Josiah Henson) que había leído, pero no tenía experiencia directa con la esclavitud. Los libros de Bradford, en gran parte, son una transcripción de las entrevistas que realizó con Tubman y otros que narraron sus experiencias reales.Harriet, The Moses of her People también se vendió bien y le proporcionó a Harriet una ayuda económica muy necesaria y, aunque la venta de los libros no cubrió todos sus costos, sin duda ayudó.
Texto
El siguiente extracto está tomado de Scenes in the Life of Harriet Tubman (1869) de Sarah Hopkins Bradford, según se presenta en el sitio «Documenting the American South», págs.15-21. La narración comienza tras la muerte del amo de Harriet, cuando, a pesar de las garantías de lo contrario, los esclavos tenían miedo de que los vendieran a plantaciones más al sur donde las condiciones eran mucho peores que en Maryland.
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A los esclavos se les dijo que el testamento de su amo estipulaba que ninguno de ellos debía ser vendido fuera del estado. Esto satisfizo a la mayoría, y estaban muy felices. Pero Harriet no estaba satisfecha; nunca cerraba los ojos sin imaginar que veía a los jinetes acercándose y escuchaba los gritos de mujeres y niños aterrorizados mientras los arrastraban a una esclavitud mucho peor que la que estaban soportando allí.
Harriet estaba casada en ese momento con un negro libre, quien no solo ignoraba sus temores, sino que hizo todo lo posible por traicionarla y devolverla después de que se escapara. Ella se despertaba en la noche gritando: «¡Oh, vienen, vienen! ¡Debo irme!»
Su esposo la llamó tonta y dijo que era como el viejo Cudjo, que cuando se contaba una broma, no se reía hasta media hora después de que todos los demás hubiesen terminado y así, justo cuando todo peligro había pasado, ella comenzaba a asustarse. Pero aun así, Harriet imaginaba a los jinetes acercándose y escuchaba los gritos de mujeres y niños aterrorizados. «Y todo ese tiempo, en mis sueños y visiones», decía, «parecía ver una línea y al otro lado de esa línea había campos verdes, flores hermosas y bellas damas blancas que extendían sus brazos hacia mí por encima de la línea, pero no podía alcanzarlas de ninguna manera. Siempre caía antes de llegar a la línea».
Un sábado corrió el rumor entre los esclavos de que dos de las hermanas de Harriet habían sido enviadas con una cadena de esclavos. Esa mañana, ella partió tras convencer a tres de sus hermanos de acompañarla, pero apenas habían avanzado un trecho cuando ellos, aterrados por los peligros que los rodeaban, decidieron volver y, pese a sus protestas, la obligaron a regresar con ellos.
Con miedo y terror, se quedó el domingo y el lunes por la noche un negro de otra parte de la plantación vino en secreto a decirle a Harriet que se la llevarían a ella y a sus hermanos esa noche. La pobre madre anciana, que pertenecía a la misma ama, estaba a punto de ir a ordeñar. Harriet quería irse sin que ella lo supiera, porque sabía que armaría un alboroto y le impediría partir o insistiría en ir con ella y aún no era el momento.
Pero debía dar alguna señal a aquellos que dejaba atrás de su intención y enviar un adiós como pudiera a los amigos y parientes en la plantación. Estas comunicaciones se hacían generalmente cantando. Cantaban mientras caminaban por los caminos rurales y otro se unían al coro, pero los no iniciados no conocían el significado oculto de las palabras:
Cuando llegue ese viejo carruaje,
me voy a ir de aquí.
Estoy rumbo a la tierra prometida, me voy a ir de aquí.
Estas palabras significaban algo más que un viaje al Canaán celestial. Harriet dijo: «Aquí, madre, sigue adelante; yo haré el ordeño esta noche y lo traeré». La anciana fue a su cabaña. Harriet tomó su sombrero de sol y se dirigió a la «casa grande», donde vivían algunos de sus parientes como sirvientes domésticos.
Pensó que podía confiar en Mary, pero había otros en la cocina y no podía decir nada. Mary comenzó a jugar con ella. La empujó al otro lado de la cocina y salió corriendo, sabiendo que Mary la seguiría. Pero justo cuando doblaban la esquina de la casa, el amo al que Harriet estaba ahora contratada llegó cabalgando.
Mary retrocedió rápidamente y Harriet pensó que ahora solo le quedaba cantar. Pero los esclavos sentían un pavor especial por «el Doctor», como llamaban al amo; si estaban cantando o hablando juntos en el campo o en el camino y aparecía «el Doctor», todo se silenciaba hasta que pasaba. Pero Harriet no tenía tiempo para ceremonias; sus amigos debían recibir una advertencia. Y tanto si el Doctor pensaba que era «impertinente» como si no, debía cantar su despedida. Así que, siguió adelante para encontrarlo, cantando:
Lamento tener que dejarte. Adiós, oh adiós, Pero te encontraré por la mañana. Adiós, oh adiós.
El Doctor pasó y ella hizo una reverencia mientras continuaba aún cantando:
Te encontraré por la mañana, estoy rumbo a la Tierra Prometida. Al otro lado del Jordán, rumbo a la Tierra Prometida.
Llegó a la puerta y miró alrededor; el Doctor había detenido su caballo, se había girado en la silla y la miraba como si hubiera algo más en esto de lo que «se percibía a simple vista». Harriet cerró la puerta, avanzó un poco y regresó mientras el Doctor todavía la miraba. Levantó la puerta como si no hubiera cerrado bien el pestillo, le hizo un gesto con la mano y volvió a cantar:
Te encontraré por la mañana, a salvo en la Tierra Prometida. Al otro lado del Jordán, rumbo a la Tierra Prometida.
Y comenzó su viaje, «sin saber a dónde iba», excepto que seguiría la Estrella del Norte hasta que la llevara a la libertad. Viajó con cautela y de noche, astutamente tanteando el camino y descubriendo quiénes eran amigos; hasta que, después de un largo y doloroso viaje, descubrió, tras cuidadosas indagaciones, que por fin había cruzado esa «línea» mágica que entonces separaba la tierra de la esclavitud de la tierra de la libertad; porque esto fue antes de que la ley nos ordenara participar en la iniquidad de la esclavitud y ayudar a capturar y devolver a esos pobres fugitivos perseguidos que tenían la hombría y la inteligencia suficientes para llegar tan lejos hacia la libertad.
«Cuando descubrí que había cruzado esa línea», dijo, «me miré las manos para ver si era la misma persona. Había tal gloria, sobre todo; el sol brillaba como oro a través de los árboles y sobre los campos, y me sentía como si estuviera en el Cielo».
Pero entonces llegó la gota amarga en la copa de la alegría. Dijo que se sentía como un hombre que hubiese estado en la prisión estatal durante veinticinco años. Durante todos esos veinticinco años, ha estado pensando en su hogar, anhelando el momento en que lo volvería a ver. Por fin, llega el día: sale por las puertas de la prisión, se dirige a su antiguo hogar, pero su hogar ya no está allí. La casa ha sido derribada y se ha construido una nueva en su lugar; su familia y amigos se han ido y nadie sabía a dónde; no hay nadie que lo tome de la mano, nadie que lo reciba.
«Y así me pasó a mí», dijo. «Había cruzado la línea. Era libre; pero no había nadie que me diera la bienvenida a la tierra de la libertad. Era una extraña en una tierra extraña, y mi hogar, después de todo, estaba en Maryland, porque allí estaban mi padre, mi madre, mis hermanos, hermanas y amigos. Pero yo era libre, y ellos también lo serían. Haría un hogar en el norte y los traería allí, con la ayuda de Dios. «¡Oh, cómo recé entonces!», dijo; «le dije al Señor: Voy a aferrarme firmemente a ti, y sé que me guiarás».
Llegó a Filadelfia y trabajó en hoteles, en clubes y después en Cape May. Siempre que reunía suficiente dinero para cubrir los gastos, regresaba, se escondía y, de varias maneras, avisaba a aquellos que estaban listos para lanzarse hacia la libertad. Cuando formaba su grupo, siempre comenzaban el sábado por la noche porque no podían publicar los anuncios el domingo y así tenían un día de ventaja.
Entonces, los perseguidores comenzaban a seguirlos. Se publicaban anuncios por todas partes. Había una recompensa de 12.000 dólares ofrecida por la cabeza de la mujer que constantemente aparecía y atraía a grupos de esclavos lejos de sus amos. Ella había viajado en los trenes cuando publicaban esos carteles por su cabeza y había oído a otros leerlos porque ella no sabía leer.
Sin miedo, siguió adelante, confiando en el Señor. Dijo: «Comencé con esta idea en la cabeza: ‘Tengo derecho a dos cosas, y son la Muerte o la Libertad; una u otra voy a tener. Nadie me llevará de vuelta viva; lucharé por mi libertad, y cuando llegue el momento de irme, el Señor permitirá que me maten». Y, actuando según este sencillo credo, firme en esta fe, fue y volvió diecinueve veces, según el recuento de sus amigos. Recuerda que fue once veces desde Canadá, pero de los otros viajes no llevó cuenta.
Harriet Tubman escapó de la esclavitud caminando lejos de su plantación en Maryland y siguiendo la Estrella del Norte hacia el estado libre de Pennsylvania.
¿Cómo sabemos sobre la escapatoria de Harriet Tubman de la esclavitud?
La escapatoria de Harriet Tubman de la esclavitud se publicó en 1869 y fue documentada por la escritora Sarah Hopkins Bradford, una amiga y admiradora suya que escribió la primera biografía de Tubman utilizando notas tomadas durante entrevistas personales.
¿Por qué escapó Harriet Tubman de la esclavitud y cuándo?
Harriet Tubman escapó de la esclavitud en Maryland en 1849 poco después de que su amo hubiera muerto y lo hizo porque temía que la viuda de su amo la vendiera a ella y a los otros esclavos a plantaciones más al sur, donde las condiciones eran mucho más duras.
¿Fue popular la biografía de Harriet Tubman escrita por Sarah Hopkins Bradford?
«Scenes in the Life of Harriet Tubman» de Sarah Hopkins Bradford fue un éxito de ventas cuando se publicó en 1869. La segunda obra de Bradford sobre Tubman, «Harriet Tubman, The Moses of her People», también fue un bestseller en 1886.
Joshua J. Mark es cofundador y director de contenido de la World History Encyclopedia. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, Joshua J.. "La huida de Harriet Tubman de la esclavitud."
Traducido por Ramon Garcia. World History Encyclopedia. Última modificación junio 06, 2025.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2740/la-huida-de-harriet-tubman-de-la-esclavitud/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "La huida de Harriet Tubman de la esclavitud."
Traducido por Ramon Garcia. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 06 jun 2025, https://www.worldhistory.org/article/2740/harriet-tubmans-escape-from-slavery/. Web. 18 jul 2025.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 06 junio 2025. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.