Epicteto (50-130 d. C.) fue un filósofo estoico, conocido por sus obras El Enquiridión (manual) y sus Discursos, obras fundacionales de la filosofía estoica que se cree que fueron escritas por su alumno Arriano a partir de sus enseñanzas.
El estoicismo considera que los individuos son totalmente responsables de su interpretación de las circunstancias y que toda la vida es natural y normal a pesar de las impresiones individuales. Para los estoicos, la filosofía era sinónimo de vida. No se trata de un entretenimiento, sino que hay que sumergirse completamente en la comprensión y la apreciación de cómo vivir mejor.
Los fundamentos del estoicismo, especialmente su reconocimiento del logos, una fuerza que subyace a todas las cosas, fueron establecidos por primera vez por el filósofo presocrático Heráclito (c. 500 a.C.). Antístenes, alumno de Sócrates, desarrolló la filosofía hacia el año 390 a.C. y la expuso a través de su Escuela cínica (aunque, sin duda, mezclada con conceptos socráticos). Estas ideas fueron desarrolladas posteriormente por el filósofo Zenón de Citio en el año 300 a. C. Los estoicos griegos (la llamada “Vieja Estoa”) Cleantes y Crisipo, que siguieron a Zenón de Citio, escribieron muchos volúmenes sobre el modo de vida estoico, pero, desgraciadamente, de las 165 obras atribuidas a Crisipo solo tenemos fragmentos y lo mismo ocurre con Cleantes. Sin embargo, su influencia debió de ser muy amplia, ya que los principios estoicos fueron bien conocidos y practicados en Roma.
Juventud
Epicteto nació en la ciudad frigia de Heliópolis, en Asia Menor. Tanto su madre como él mismo fueron esclavos. Su amo Epafrodito le otorgó la libertad poco después de la muerte del emperador Nerón, en el 68 d. C. Epafrodito también había sido esclavo y fue liberado por Nerón cuando destapó una conspiración contra el emperador. Tácito llama a Epafrodito «el liberto de Nerón» y afirma que estaba con Nerón cuando el emperador se suicidó, y que incluso le ofreció ayuda para hacerlo.
No es extraño que Epafrodito, que había sido esclavo, tuviera a su vez esclavos una vez que fue liberado. Según Nardo, «la esclavitud era la mayor y más arraigada institución social en la antigua Roma (especialmente entre el 200 a. C. y el 200 d. C.), y afectaba a todos los aspectos de la vida y la sociedad» (41). Era esperable que Epafrodito, como secretario del emperador Nerón, tuviera esclavos.
Epafrodito fue consciente de las aptitudes intelectuales de su esclavo y recomendó al joven Epicteto que estudiara con el gran maestro estoico C. Musonio Rufo. Este influyó notablemente en el joven, pues las reflexiones de Epicteto son casi idénticas a algunos fragmentos que se han conservado de Musonio Rufo. Rufo estaba muy impresionado por la aguda mente de Epicteto y lo entrenó bien en la disciplina de la filosofía estoica.
Una vez liberado, Epicteto estableció su propia escuela y enseñó filosofía hasta que el emperador Domiciano expulsó a todos los filósofos de Roma en el 89 d. C. A pesar de ello, el impacto del pensamiento de Epicteto se convirtió en una parte integral de la comprensión de Roma. El académico Forrest E. Baird escribe:
A pesar de la condena del emperador Domiciano, el estoicismo fue especialmente atractivo para la mentalidad romana. Los romanos no estaban muy interesados en los argumentos especulativos y teóricos de la primera stoa de Zenón. Sin embargo, en el énfasis que Epicteto ponía en una moral austera, así como en el autocontrol y la superación del dolor, encontraron un ideal de hombre sabio; además, la descripción estoica de la ley natural proporcionó las bases para la ley romana. Puede decirse que los pilares de la Roma republicana eran estoicos, aunque algunos romanos no hubiesen oído nunca hablar del estoicismo. (519)
La influencia de Epicteto no se limitó a Roma, ya que su destierro lo llevó a formar la escuela que conservaría sus enseñanzas.
Nicópolis
Epicteto viajó a Nicópolis, Grecia, donde abrió una escuela estoica y enseñó filosofía a través de sus clases y de su propio ejemplo de vida, hasta su muerte en el 130 d. C. Entre sus estudiantes se encontraba el historiador Flavio Arriano (conocido popularmente como Arriano), cuyas notas de clase (escritas en la koiné griega aunque Epicteto enseñaba en griego ático) han servido para transmitir el pensamiento de Epicteto, ya que no parece que el filósofo escribiera nada.
Arriano recopiló y publicó las clases y conferencias a las que asistió en ocho libros, de los cuales se conservan cuatro, y reflejó el pensamiento de su maestro en el Enchiridión. La idea de que la filosofía era una forma de vida, y no una mera disciplina académica, queda patente en todo El Enquiridión y se amplía en la otra obra de Epicteto, los Discursos, que según Arriano, son transcripciones literales de las discusiones que mantuvo y de las clases en las que él y otros participaron con Epicteto (aunque esto es dudoso). Los estudiosos consideran que las obras atribuidas a Epicteto son de su autoría, y no una creación de Arriano, basándose en los otros escritos existentes de Arriano.
Logos
El punto central del pensamiento de Epicteto era la responsabilidad del individuo de vivir la mejor vida posible. Insistió en que los seres humanos tienen libertad de elección en todos los asuntos, aunque esa elección pueda estar limitada por el funcionamiento del logos. Este logos (que en griego significa «palabra» o «discurso», pero que puede tener un significado mucho más amplio, como «transmitir el pensamiento») es una fuerza eterna que se mueve en todas las cosas y en todas las personas, que crea y guía el funcionamiento del universo y que siempre ha existido. En muchas traducciones al inglés de las obras de Epicteto, logos se traduce a menudo como "Dios". Como señala Hays:
El logos opera tanto en los individuos como en el universo en su conjunto. En los individuos es la facultad de la razón. En el plano cósmico, es el principio racional que rige la organización del universo. En este sentido, es sinónimo de «naturaleza», «Providencia» o «Dios» (cuando el autor del Evangelio de Juan nos dice que «el Verbo» [logos] estaba con Dios y debía identificarse con él, está tomando prestada la terminología estoica). (XIX)
Este uso del logos como una fuerza caracterizada por la racionalidad y percibida a través de la razón, aunque tiene sus raíces en las enseñanzas de Heráclito, fue explicado más claramente por Epicteto, ya que los escritos de Heráclito se consideraban difíciles de entender. Según Epicteto, el logos es la forma subyacente del mundo percibido que establece los parámetros de la experiencia humana y mantiene el orden del universo mediante leyes inmutables.
Debido al funcionamiento natural de este logos, el individuo estaba limitado en la elección, pero todavía tenía el poder sobre cómo interpretar las circunstancias externas y cómo responder a ellas. Como dice El Enquiridión: «Los hombres se perturban no por las cosas que suceden, sino por las opiniones sobre las cosas: por ejemplo, la muerte no es nada terrible, pues si lo fuera se lo habría parecido a Sócrates; pero la opinión sobre la muerte, que es terrible, es lo terrible». El modo en que uno elige interpretar las circunstancias externas, y no las circunstancias en sí, es lo que le lleva a disfrutar de una buena vida o a sufrir una mala vida. El inmenso poder y la responsabilidad de la elección personal y el libre albedrío eran el punto central del estoicismo de Epicteto, al tiempo que reconocía que había muchas cosas en la vida que simplemente estaban fuera de nuestro control. Como dice Hays:
Los estoicos [definieron] el libre albedrío como una adaptación voluntaria a lo que en todo caso es inevitable. Según esta teoría, el hombre es como un perro atado a un carro en movimiento. Si el perro se niega a correr con el carro, será arrastrado por él, pero la elección sigue siendo suya: correr o ser arrastrado. Del mismo modo, el ser humano es responsable de sus elecciones y acciones, aunque estas hayan sido anticipadas por el logos y formen parte de su plan. (xix - xx)
La elección humana puede estar limitada por las leyes del logos, pero eso no significa que las elecciones de las personas estén dirigidas por una fuerza exterior. Siempre es una elección individual el comprometerse en la vida voluntariamente o ser arrastrado por la existencia a regañadientes.
Epicteto insistió en que, aunque la vida esté sujeta a cambios constantes, los seres humanos son responsables en última instancia de cómo interpretan y responden a esos cambios. Al aceptar la responsabilidad de la forma en que uno ve el mundo y cómo esa visión afecta a su comportamiento, uno se libera de la esclavitud de las circunstancias externas para convertirse en dueño de su propia vida. Fue este énfasis en la superioridad del individuo sobre las circunstancias lo que hizo que el estoicismo fuera tan atractivo para el carácter romano.
La obra de Epicteto fue tan influyente que se convirtió en la doctrina central del emperador Marco Aurelio (161-180 d. C.), conocido como «el último de los buenos emperadores de Roma», que menciona a Epicteto en su libro Meditaciones. Aurelio no fue, ni mucho menos, la última persona que se inspiró en las enseñanzas de Epicteto, ya que muchos lo reconocen como una gran influencia hasta nuestros días.
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Traducido por Laura Zorrilla (Filosofía en la Red):
Licenciada en Filología Románica por la Universidad del País Vasco (España), y actualmente estudiante de Filosofía (UNED). Trabaja para el Instituto Cervantes en la ciudad de Mánchester (Reino Unido).