Persis (en griego, derivado del persa pars) es el nombre antiguo del área aproximada de la moderna Fars, en Irán central, así como también de un estado de los períodos helenístico e imperial en esta misma provincia. Su nombre deriva de los persas que se asentaron en el área en el siglo VII a. C., en el lugar que antes se llamaba Anšan.
Provincia de Persis
Persis era la patria de los persas, una tierra de cuencas fluviales y mesetas que se extendía desde los montes Zagros. Su corazón correspondía casi a la moderna Fars, con llanuras irrigadas por ríos entre dos cordilleras de los Montes Zagros, corriendo de este a oeste. Esta tierra, compuesta de valles y cuencas, era fértil; la agricultura se sostenía mediante una compleja red de acequias.
Las llanuras del noroeste se caracterizaban por tener más colinas y valles de mayor altitud y, por lo tanto, recibían más lluvia que sus contrapartes sudorientales. En las zonas de mayor altitud se podían encontrar bosques templados, entre los que había robles, palmeras datileras y granados.
Aquí se encontraba Pasargada, la antigua capital de los reyes de reyes persas, así como la igualmente conocida ciudad de Persépolis. Más cerca de los lagos salados, al norte, se asentaba Anšan, la antigua sede del poder persa y el hogar original de Ciro el grande, fundador del Imperio persa. El río Mand separaba Anšan de otras ciudades en el este.
Reino de Persis
Persis es también el nombre que actualmente se atribuye a un pequeño reino del área homónima, que duró aproximadamente desde el año 300 a. C. hasta el 211/212 d. C.
La historia del reino de Persis está rodeada por sombras e hipótesis contradictorias pero, de acuerdo al análisis más reciente, este Estado apareció bajo el reinado de Seleuco I (305-281 a. C.), cuando Persis y todo el Oriente Medio estaban bajo el control seléucida. Seleuco parece haber formado una alianza con una dinastía persa local que ganó poder sustancial en Persis. Sus gobernantes tomaron el título de frataraka, “guardián del fuego”, equivalente al título de subsátrapa. Su poder en Persis se consolidaba con la presencia de un sátrapa seléucida para Persis, lo que generaba una relación de coexistencia, aunque los detalles de la situación no se comprenden del todo hoy en día.
Los cuatro primeros gobernantes fueron Artaxares I (en persa: Ardaxshir), Oborzes (Wahabarz), Autofrádates I (Vadfradad) y Bagadates (Bagdan). Mantuvieron el título de frataraka y acuñaban monedas, probablemente manteniendo buenas relaciones con los seléucidas. La excepción es el reinado de Oborzes (¿c. 270-240 a. C.?), quien mató a 3000 colonos griegos según Polieno (7.40). Se pueden encontrar pruebas adicionales de los reinados turbulentos en las sobreimpresiones de las monedas, que mostraban que los gobernantes Autofrádates I y Bagadates no estuvieron en buenos términos entre ellos.
Cuando el seléucida Antíoco III llegó al poder, colocó a Alejandro, un griego, al comando de la satrapía de Persis, junto al hermano de Alejandro, Molón, en Media. Despreciando al rey por su juventud, Alejandro ayudó a su hermano Molón a rebelarse en contra de Antíoco III en 222-220 a. C., junto con las satrapías superiores (Polibio V.40.6 - V.53.12). Molón y Alejandro, derrotados, se suicidaron (Polibio V.53.9), entonces Antíoco III envió a Ticón, el secretario jefe de su ejército, a “tomar el control de la provincia del golfo pérsico”.
Después de esta revuelta, que debió haber involucrado al frataraka, la dinastía de Persis desapareció de la vista hasta Autofrádates II (en persa: Vadfradad). Desde este gobernante hasta el último, todos los reyes llevan el título malakh en lugar de frataraka.
Al parecer, los reyes de Persis fueron leales a los seléucidas hasta su derrota por los partos en ascenso en 141 a. C. Entonces, los partos los mantuvieron como vasallos, así como lo hicieron posteriormente con varios pequeños reinos en Mesopotamia. Uno de los reyes de Persis, Ardashir o Ardacher, nieto de Sasán, se rebeló contra el rey parto Artabano VI en 211/2 y, al derrotarlo, fundó el Imperio sasánida, lo que prácticamente puso fin al reino de Persis, al unirlo con el anterior Imperio parto bajo su mandato.
Se conoce muy poco sobre los aspectos culturales del reino de Persis. Gobernaban desde Istajr o Istakhr, donde se ubican las tumbas de los aqueménidas. La dinastía muestra algunos indicios de helenización en sus monedas y en la escasa representación que dejaron, por medio de pinturas reminiscentes del arte aqueménida.
Los aspectos de la administración fueron, probablemente, similares a aquellos que usaron los primeros sasánidas, con un rey dando órdenes a varios kyrios (señores). A fin de cuentas, el legado del reino de Persis se hizo visible a través de elementos culturales sasánidas aunque muchos aspectos importantes permanecen desconocidos.